El corazon de una bruja maldita

-Si dejas alguna marca, estarás en problemas.

POV: GENEVIEVE

Feredik sujetaba un cuerpo entre sus brazos. Ella estaba atada de manos y pies, su boca ahora amordazada.

—¿No te dije que fueras amable?— pregunte, mirando como la mujer se retorcía para poder escaparse.

Feredik tomo el cuerpo y lo dejo en el suelo. Lo coloco sin dulzura en el costal de heno. Sostuvo la cinta que estaba colocada en su boca y la arranco con fuerza.

Leah estaba enfrente de mí, ella me miraba con rabia mientras su respiración era agitada.

—Tú...— susurro, moviéndose con fuerza— Si ya sabias que no era parte de los invitados ¿Por qué callaste tanto tiempo?

—Necesitaba saber qué harías, pero solo humeaste por los alrededores— respondí con calma— La verdadera pregunta es ¿Qué quieres tú?

Ella hizo silencio, coloco su espalda derecha y alzo su mentón. Escupió el suelo, cerca de mis zapatos.

Feredik se movió antes que pudiese dictar una orden, su mano se colocó en su cabello, jalándolo hacia atrás mientras hablaba y sacando una daga para cortar su cuello.

—Te quemaré la maldita lengua por faltarle el respeto a mi señora. ¿Nunca te han acorralado como una maldita rata?— solo había rabia en cada palabra.

—¡No le hagas daño!— ordené.

Federik se detuvo, dando un paso atrás, pero antes saco su espada como advertencia hacia Leah.

—Pido una audiencia con la reina, necesito hablar con ella antes que ustedes acaben con mi vida— pidió en voz baja— Necesito darle un mensaje de las brujas... necesitamos su misericordia.

Las palabras llegaron con el mismo impacto que un golpe. ¿Las brujas de tierras humanas?

Leah estaba merodeando por mi cabaña desde que la descubrí. Le ordené a la magia que siempre la desviara y nunca mirara mi rostro, necesitaba saber que hacia el tiempo completo en el lugar.

Me imaginé cualquier cosa, menos que era una mensajera. ¿Esta sería la oportunidad de ayudar a mis hermanas?

Observe a mi hermano, él también la miraba con duda. Sin orden previa, la desato de sus ataduras y se colocó cerca de su lugar.

—Solo si tus palabras llegan a impresionarme, tu vida será salvada— me gire para mirar a Feredik, él sin protestar me paso su espada— Pero ninguno de los dos tomara tu vida, será la magia misma quien decida si mientes o no.

Corte la palma de mi mano y las gotas de sangre cayeron encima del heno, Feredik hizo el mismo acto, pero al darnos cuenta de que Leah no haría lo mismo, hable.

— ¿Esto es justo?— su pregunta fue acompañada del temblor de sus labios.

—Nada para las brujas es justo, Leah.

— ¿Lo dices como mi verdugo?

—Como tu reina y si decides que no presento autoridad para ti, como la señora de tu magia.

Ella dudó, al observarme sus ojos se cristalizaron por un momento, pero retiro la mirada con rapidez. Se colocó de pie, Feredik estuvo alerta mientras miraba como se acercaba al arma. Sostuvo la espada y cortó su mano con rapidez.

—Que nuestras palabras sean nuestros juicios y nuestra mentira la condena— dicte.

Leah se mostró confundida, pero también recito las palabras al unísono con Feredik. La magia se levantó sobre nosotros, un hilo dorado se colocó en nuestros cuellos, no era una fina cinta que nos dejaría sin aire por algunos segundos, si mentíamos, nos ahorcaría y moriríamos en menos de un minuto.

Feredik se había encargado de observar a Leah. Según lo que presenció, no entendía la mayoría de hechizos. Para las brujas que fueron criadas en tierras humanas, adaptarse a nuestras costumbres, sería difícil.

Había comenzado un protocolo de emergencia en mis tierras, toda mi nación ahora era consiente sobre las brujas mestizas que ahora se unirían a nuestro hogar. Casiuss se estaba haciendo cargo, había calmado a las masas en desacuerdo y conversado con cada persona.

Él tendría que difundir empatía. Me había mandado su discurso, el mismo fue voluntario, me dijo que le harían caso a alguien que estuvo en la guerra y demostraba arrepentimiento.

Casiuss no estaba muy de acuerdo con lo que había pasado con la mancha, pero se le tendría que pasar.

—¿Qué es esto? ¿Qué has hecho?

—Es magia de la verdad...— expliqué despacio— Se utiliza en juicios, no puedes mentir o morirás.

No podría mentir, pero sí evadir la verdad. Esa parte no la mencione. Al igual que sus emociones saldrían a flote si no controlaba el hechizo.

—Si no puedo mentir... ¿Entonces en verdad eres la reina?

—Mi nombre es Genevieve Avalon. Reina y señora de la magia— dije con media sonrisa— ¿No sospechaste que era la reina? Mi aspecto es peculiar.

—Las brujas de sangre pura son peculiares en realidad— respondió, luciendo algo molesta.

— ¿Brujas de sangre pura?— pregunto Feredik— Eso es una ridiculez, nadie es llamado así en nuestras tierras. Somos brujos o hechiceros, o mestizos prevalecientes.

—¿Mestizos prevalecientes?

—Padre brujo y madre hechicera, o viceversa— explico Feredik a su duda— Eres mestizo de ambas razas, pero prevalece la magia o tu don con la alquimia.

Leah tomó un momento para procesar sus palabras. Esperaba que pudiese entender todo y no sentirse desanimada.

—Leah, has dicho que tienes un mensaje de las brujas— me coloque de pie, acercándome a ella— He buscado una forma de comunicarme, he pedido en repetidas ocasiones una audiencia contigo, pero no han podido contactarte en las tierras humanas. Pensé que buscando a la creadora de las guardias, me contactaría con mis hermanas en tierras humanas, pero no imagine que ellas me estaban buscando a mi.

Leah aún parecía dudar, pero sabía que no podía mentirle.

—¿Podría saber por qué nos busca? ¿Desea que seamos eliminadas?— el miedo se colocó en su voz, quebrándose por algunos minutos— Se lo suplico majestad— sus rodillas tocaron el suelo— Solo buscamos una salvación.

—¡No lo hagas¡— pedí en voz alta, mientras colocaba ambas manos en sus hombros e intentaba levantarla— ¡No, no, no!




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