POV:GENEVIEVE
Estaba cerca de una crisis dolorosa, lo sabía, mi cuerpo sufriría un gran dolor en los próximos días, pero eso no era importante, no cuando tenía a Feredik temblando de rabia e intentaba matar a dos jóvenes brujos de apenas 22 años o eso decía el papel que tenían en sus bolsillos.
Todo paso más rápido de lo que recordábamos. De pie en los pasillos de nuestro punto de encuentro, una corriente de magia apareció frente de mí, un movimiento rápido y un hechizo tan vago pero funcional intento atacarnos.
El joven muchacho tenía una meta, matar, pero esa afilada daga no iba hacia mí, pero sí estaba dirigida al futuro rey. Mi cuerpo se interpuso entre la daga y el cuerpo de Feredik, no me defendí, solo dejé que la daga atravesara mi piel.
Él cortó parte de mi cara y algo de mi cuello, pero eso no era relevante. Mi cuerpo se regeneraba con rapidez, la maldición no me permitía morir o suicidarme, había intentado ambas en el pasado y nada funcionaba.
La muchacha solo pudo rasguñar parte de mi brazo y algo de mi abdomen.
Feredik estaba a unos metros, sus ojos se habían tornado rojos y una marca había aparecido en el torso de su brazo, estaba enojado y su magia no sabía cómo contenerse.
Nos encontrábamos en la parte trasera de esta mansión. Ambos jóvenes no estaban atados, pero si mareados y adoloridos por la magia. Nadie nos vio, los tontos esperaron que pasáramos por pasillos solitarios.
—Aprende a controlar tus instintos, todos los actos que se planifican con rabia se pagan con consecuencias— dije, intentando que algo cambiara, pero no fue así— Si estás molesto por un intento de asesinato, entonces vivirás de mal humor en tu trayectoria en el trono.
—Te mataré a ti si no dejas que paguen por lo que hicieron— amenazo, dando un paso en dirección a ellos.
Un pequeño enojo nació en mi pecho, pero apreté mis dientes y me mantuve al límite antes de responder.
—¿Si? Bueno, sería un honor que mi vida acabara por tu mano, pero creo que a Cassius no le agradaría el hecho que me mates.
— ¡Entonces mataré a tu humano si no me dejas tocarlos!
Silencio. Mis piernas reaccionaron antes que mi boca, colocándome de pie y parándome enfrente de los mellizos. Un pequeño despertar y la mancha en mi piel vibro.
—Conoce tus límites o conoce porque todos ellos me temen o me odian.
Feredik espabilo, dando un paso atrás y mirándome confundido por mis palabras. Él sabe que es mi prioridad, pero no tomaría a la ligera que me amenace ni a mí ni a lo que me pertenece.
Los jóvenes brujos se removieron en el césped. Tosieron y se retorcieron de dolor cuando su cuerpo comenzó a despertarse. Ambos se colocaron de rodillas mientras intentaban mantener coordinación de sus extremidades, tardaron más de lo que debían.
La primera que reacciono fue la chica, intentando retroceder cuando miro que solo estaba a escasos pasos de ella. Ella no intento huir, pero si coloco su cuerpo como barrera entre su hermano y nosotros.
Oh pequeña niña, si hubiesen tocado a Feredik, ni siquiera sus diminutos cuerpos medio humanos hubiesen podido contener una migaja de mi poder, pero entiendo el acto de sobre proteger a la perfección.
—Deben relajarse, la magia los matará si siguen inquietos— mentí, sentándome en un tronco cercano— Ambos lo harán.
Se quedaron en silencio y sin realizar ningún movimiento, ambos se colocaron de rodillas, los hermanos solo pudieron temblar cuando miraron que Feredik se acercaba poco a poco y sin quitarle la mirada de encima.
—Majestades— susurraron ambos al unísono.
Comencé a caminar, ambos unieron sus cuerpos mientras me miraban moverme.
—Seré paciente si responden todo con honestidad o si no les diré al príncipe que los mate, ustedes deciden— dije, observando como su mandíbula había comenzado a temblar— No me hagan repetir dos veces una misma pregunta.
No fue necesario ordenarles un pacto de sinceridad, lo había hecho cuando estaban inconscientes.
—¿Para quiénes trabajan y como han ingresado a este lugar?—pregunte, colocando mi espalda derecha— Aprovechen mi amabilidad antes que... se colme mi paciencia.
La bruja se quedó callada, pero su hermano al mirar que Feredik avanzaba comenzó a hablar mientras retrocedía.
—¡Nadie! ¡No nos lo ha ordenado nadie!— su voz fue subiendo de tono— ¡Por favor majestades! ¡Fue idea de mi hermana, por favor perdónela!
La chica giró de forma brusca al escuchar a su hermano.
— ¿Mi idea?—pregunto enojada— ¡Tú fuiste quien dijo que todo se resolvería si acabábamos con la raíz del problema!
— ¡Pero nunca mencione que fuese solo uno, dije que matáramos a los dos!
Ahora si no podría controlar a Feredik.
Se quedaron callados mientras se miraban confundidos y pensaban que habían dicho, no tenían el poder para sobrellevar esta clase de hechizos.
—Sé que no soy popular, pero ¿podría preguntar sus razones?— mire al muchacho— Comienza hablando tú, cachorro.
Ni siquiera había comenzado a mover los labios o emitir sonidos cuando su hermana le propino un codazo en las costillas, haciendo que se doblara del dolor y comenzara a retorcerse. Que interesante era la forma que utilizaba para que se callara, debía comenzarla a practicar con el pelirrojo.
—Golpéalo todo lo que desees, hablara primero así este medio muerto.
Feredik estaba justo a mi lado, se sentó a una corta distancia, en cada pequeña expresión era evidente su rabia.
Pasaron los minutos y el muchacho comenzó a hablar.
—No puede culparnos por intentar acabar con sus vidas, quienes no aceptamos su trato, deseamos poder matarla y estamos seguros de que no seremos los primeros en intentarlo. Aceptamos entrar y nos prometieron una buena condición, pero usted solo esparce rabia— el hechizo lo hizo hablar, sus ojos demostraron sus verdaderos sentimientos, ira — Solo somos migajas entre miles de personas que la odian.