POV: SALVATORE
Mis brazos estaban recostados en la baranda del balcón, todo se mantenía silencioso después de haber peleado con Abel. Se quedó dormido en su habitación, pero antes me pidió un par de veces recapacitar.
¿Qué era recapacitar cuando de Genevieve se trataba? ¿Quién era Genevieve? ¿Por qué una bruja había excavado debajo de mi piel y ahora dudaba de la lealtad que había jurado con mi propia sangre? ¿Era su costumbre de siempre mantener un semblante inquebrantable, pero desmoronarse en mis brazos cuando aceptaba ser vulnerable? ¿Era como le apasionaban los detalles y las flores o como lidera toda esta situación sin importar su bienestar? ¿Me gustaba su fuerza o como era extremadamente delicada con aquello que apreciaba?
¿Qué era Genevieve? ¿Por qué no he pensado en seguir aquel consejo? ¿Son sus ojos o como sonríe? ¿Es la suavidad de su piel o la dureza de sus palabras?
Mis sentidos, mi voluntad y mi pensamiento común parecen colisionar, todo lo que se me enseño y la base de mi vida, ahora se desmoronaba ante ella.
Una corriente de electricidad subió desde mis pies hasta mi nuca, me sacudí un poco, pero cada movimiento fue lento y estúpido. Genevieve estaba de brazos cruzados mientras me miraba, mantenía una corta distancia, así que esa era la corriente de aire.
—Algo distraído, Salvatore— dijo en voz baja— Ni siquiera me escuchaste estornudar.
— ¿Tienes frío?
—No...— respondió dando un paso atrás— Solo, quería ver si estabas sano y salvo. No tengo nada más que hacer aquí.
Genevieve dio un paso atrás, pude sentir como la magia comenzó a rodearla por completo.
—He comenzado a creer que estoy enfermo— admití, volviendo a apoyarme en la baranda— Tal vez, esta sensación de mareo es mortal y solo estoy pensando que es algo viral, no entiendo por qué mis huesos duelen o a veces estoy desorientado.
Genevieve se detuvo a mi lado, sus ojos se detuvieron en cada facción por algunos segundos y después miro con cuidado mi cuerpo. Su mano tomó mi antebrazo y con cuidado hizo que diera algunos pasos atrás.
De nuevo, volvió a observarme y prestarle atención a cada detalle.
—Tú...— susurro, deteniendo sus palabras y dando un pequeño paso atrás— ¿Tu rabia hacia mí, se ha convertido en una enfermedad?
Respire con cuidado, soltando de forma ruidosa el aire que había en mis pulmones.
—No existe un gramo de ira en mí, no para ti, puede que odie al resto de la población, pero no a ti— admití, mirándola a los ojos e intentando que mis manos estuviesen quietas— ¿Por qué crees que te odio?
—Porque soy una abominación... martille la historia de los humanos—susurro, desviando la mirada y dando un paso atrás— Merezco no tener el respeto de nadie.
Mis manos tomaron sus hombros, manteniéndola en una sola posición.
—Nunca dije eso de ti, jamás te llamaría de esa forma— intenté mirarla a los ojos— Gen.
—Tú dijiste q-
— ¡Genevieve!— interrumpí sus palabras, hablando en voz alta—¡Detente un momento, por el amor a los cielos!
Genevieve se giró de forma brusca, sus hombros se colocaron rectos y sus labios se quedaron entreabiertos de la sorpresa.
— ¿En serio comenzaste a odiarme?— sus ojos se abrieron de forma amplia y sus labios temblaron con la pregunta— ¿Por qué? ¿Tan bajo ha caído quien soy para ti?
—Ni siquiera me estás escuchando. No estás siquiera mirándome a los ojos— dije, aun sosteniéndola— Solo te quedaste con esa parte de mí ¿Por qué has decidido tener el protagonismo en esas palabras?
Su boca se mantuvo callada, pero pude sentir sus emociones a través de mí. Ira, confusión, impotencia, dolor y sobre todo culpa. Había otro sentimiento, uno pequeño y más cálido, pero era tan fugaz que pasaba desapercibido. Sus ojos comenzaron a cristalizarse, pero agacho la mirada.
—Si esa es la imagen que tienes de todos los míos ¿No es la misma que has tenido de mí todo este tiempo?— susurro, abrazándose a sí misma— Ni siquiera debo molestarme, porque no estarías equivocado, soy... era esa reina.
Mis manos viajaron de forma lenta hacia su cuello, acunando su rostro y haciendo que levantara la mirada. Sus ojos brillaban y su nariz estaba roja.
—Nunca me han retenido tus acciones anteriores o lo que harás en un futuro, tú historia o cada detalle que he aprendido de ti, ni siquiera tu misma has podido frenarme cuando camino en tu dirección— mi voz fue baja y mis manos se quedaron quietas, aun acunando su rostro— Aunque yo no sea parte de ti, solo una pieza suelta de ese rompecabezas.
Genevieve dio un paso hacia mí, restando el espacio que nos separaba.
—Nunca has sido una pieza suelta— su mano rozo mi mejilla— Todo lo que tenga magia me pertenece, y aun si no hubiese un rastro de poder en ti, siempre has estado en mis manos, hoy y los 61 días que me quedan, eres mi pieza favorita.
La mención de los días y el poco tiempo hizo que mi cuerpo comenzara asentirse cansado y mis hombros sintieran un increíble peso. El tiempo no dejaba de avanzar y yo estaba aquí de pie.
Una sensación de dolor invadió mi cuerpo, cada vello en mis poros se erizó y mis dientes se apretaron con fuerza para resistir la mueca. Intente frenar sus emociones, pero era inevitable, este dolor podría consumirme.
—¿Estás bien? Te pusiste pálido de repente— pregunto colocándose de puntillas— Salvatore...
Tome un respiro, intentando alinear todo lo que estaba sintiendo.
—Sí, solo me sentí mareado—mentí, estrujándome los ojos— ¿Y tú? ¿Estás bien?
—Sí, solo necesito descansar o despejarme—admitió alzando sus hombros— Tal vez tenga demasiadas ideas en mi mente.
Genevieve había venido con un objetivo al campamento, distraerse y divertirse en todo este proceso, pero solo encontró caos y responsabilidades.
— ¿Quieres mirar el pueblo más cercano?— pregunté, mirándola a los ojos— Después de todo-
Genevieve me interrumpió con un pequeño chillido mientras terminaba de acercarse.