POV: Genevieve
Ajuste la chaqueta y termine de atar las cuerdas de mis botas. Había organizado todo para ir hacia la tierra maldita con Odette; confiaba en que conseguiríamos algo de información que nos ayudara y que el fuego de brujas podría romper una barrera que no podía observar aún.
Ambos nos miramos al unísono; estábamos listas para emprender nuestro camino a una posible muerte.
— ¿Preparada para esto? —preguntó Odette, mirándome a los ojos—. ¿No te volverás loca y saldrás corriendo de nuevo?
—No te prometo un carajo —respondí con media sonrisa—. Creo que es probable que mueras hoy, si eso alivia tu pena.
—Oh, veo que la reina tenebrosa amaneció de un grandioso humor —rodó los ojos mientras colocaba el cinturón de cuero en su cintura— ¿Una buena noche?
— ¿Tú no, querida?
—Con el idiota de tu hermano reclamándome, creo que nadie estaría feliz.
Feredik y Odette peleaban con tanta frecuencia, que había comenzado a ser mi comedia favorita. No se entendían en ningún entorno cultural o político. Además, Feredik no paraba de bromear con el intento de compromiso.
— ¿No eras tú quien quería casarse con él?
— ¡Ni me lo recuerdes! —grito con una mueca.
—Oh vamos, no es tan malo— bromeé con media sonrisa.
Ella no respondió, pero comenzó a sonreír mientras alzaba sus hombros. Empezamos a caminar hacia la puerta trasera de la cabaña, pero toques provenientes de la misma nos detuvieron.
Después de algunos segundos, Odette abrió la puerta.
—Majestades.
Leah estaba de pie, con un montón de papeles en sus manos y mirándonos con curiosidad.
—Lamento haberlas interrumpido, señoras— dio un paso atrás mientras susurraba.
Odette me hizo un comentario sobre Leah y no pude estar más de acuerdo con ella, tenía un gran potencial para ser una bruja poderosa, pero era demasiado retraída a sus instintos para demostrar su potencial y desligarse de su naturaleza humana.
—No debes disculparte, Leah— respondí, observando el título de los papeles que traía.
Odette se giró un poco y me miró a los ojos. Hizo un pequeño gesto hacia Leah. ¿Me estaba pidiendo permiso o solo avisándome? Asentí para que diera otro paso en sus planes.
— ¿Tus botas son cómodas, Leah?—pregunto Odette con media sonrisa— ¿Qué tanto miedo tienes de morir hoy?
¡Vaya palabras!
— ¿Qué trata de decir, señora?
—Ya sabes...
Respiró profundo, encontrando algo de paciencia en mi interior. No tenía tiempo que perder.
—¿Quieres acompañarnos hacia la mancha para buscar una forma de destruirla y, si no te molesta, puedes ayudar a Odette si caigo en delirios de nuevo? —pregunté, impaciente de los rodeos de Odette—. Si deseas ir, toma un arma, si no, date una vuelta por el campamento y cierra el pico.
Odette se giró de forma brusca para demostrar qué tan ofendida estaba.
— ¡Le quitas la emoción a todo!
—No tengo demasiado tiempo— respondí, tomando el arco y colocándolo sobre mi cuerpo—. Debemos irnos.
Leah no nos dio ninguna respuesta, así que solo ignoré su presencia mientras terminaba de arreglarme. Tome todo lo necesario y mire por el rabillo del ojo a Odette terminar de alistarse.
Escuche como Leah caminaba por la sala, estaba de pie enfrente de la mesa, ella solo estaba mirando las armas sin tomar ninguna.
—En realidad eres arquera, creía que solo era parte de un cuento— admitió Leah en voz baja, casi podría confundirse con un susurro— Prefiero las dagas.
¡Otro cuento de terror, que maravilla!
Odette le dio una daga a Leah y colocó su espada en posición. Ambas se colocaron frente a mí. Leah se mostró confundida cuando Odette y yo la tomamos de la mano y nos miramos con complicidad.
— ¿Has viajado a través de la magia?— pregunté.
—Solo escobas, señora.
—Presumida...— bufé mirándola a los ojos.
Una pequeña risa provino de Odette.
—Bienvenida a tu primera vez transportándote, se sentirá como un asco y tu lado humano querrá morirse—confesó con una sonrisa—. ¿Qué? Ya hasta domino el término, deberían darme un puesto en la embajada mágica.
Gire mis ojos mientras la miraba sonreír. Leah iba a protestar, pero para su desgracia, ya nos estábamos moviendo afuera de las protecciones mágicas y dirigiéndonos hacia nuestro destino.
El tiempo se hizo mucho más lento dentro de la magia, Odette cerró los ojos con fuerza en cada segundo que pasaba, pero Leah, estaba maravillada.
—Esta magia es tan pura— susurra— Tan real, tan nuestra. Soy indigna.
—Sigue el consejo de tu príncipe, Leah, piensa como bruja y vive como bruja.
—Dejen los consejos para luego, yo estoy viviendo como el eslabón más bajo de la cadena alimenticia— Odette nos interrumpió con una queja—. ¿Ya llegamos?
—Eso creo.
Entre árboles y arbustos aterrizamos en una de las partes más altas del bosque, estaba a pocos kilómetros de la mancha. Odette sintió mareos y se recostó al lado de Leah, aun la novata sentía los efectos de la magia y comenzaba a retorcerse por la jaqueca.
Una gran manta apareció encima de ellas, cubriéndolas y silenciándolas un momento.
Me senté en el pasto, sacando el maletín y comenzando a organizar los pasos que debía seguir.
El fuego siempre había sido parte de mi vida, una extensión de lo poco que quedaba de mi alma y una fuerza que no sabía de dónde provenía, pero estaba ahí, fluyendo conmigo.
Las brujas convertíamos nuestro dolor en poder y eso, nos mueve día tras día. El sufrimiento y la alegría pueden transformarse, como el hierro puede ser oro y las lágrimas indicativas de felicidad.
Escuché a Odette levantarse y comenzar a caminar. Estuvo dando algunas vueltas a mi alrededor, hasta que decidió solo quedarse quieta y observar cada movimiento que estaba haciendo.
Creía que me preguntaría algún detalle que la llenara de curiosidad, pero para mi sorpresa, fue Leah quien se colocó a mi otro lado y comenzó a cuestionar algunos detalles.