POV: SALVATORE
Apenas habían pasado algunas horas desde que Genevieve había descubierto todo esto que me envolvía y me ahogaba constantemente.
Genevieve mantenía una distancia prudente, cuando me arriesgaba a dar dos pasos, ella retrocedía tres. Solo me dejó tomar su mano para transportarnos, pero ni siquiera me miró a los ojos demasiado tiempo.
Rompí mis uñas en el proceso, excavé durante años la tierra donde enterré este secreto, pero aun así, me había perseguido hasta aquí. Mis labios no desean pronunciar ninguna palabra o alguna insinuación sobre el tema. Si la reina Odette no hubiese dicho nada, aun mis labios permanecerían sellados.
Pero sus ojos estaban sobre mí, sus brazos permanecían cruzados encima de su pecho y su boca no me decía nada. Podría soportar cualquier tortura, pero no su silencio.
Estábamos en medio del mismo bosque donde admití tener un don. Iris dormía de forma plácida, ignorando la tensión que había entre ambos.
— ¿Así que nunca ibas a contarme que tu padre me hubiese asesinado si estuviese vivo? —preguntó, mirándome a los ojos.
—No, jamás iba a mencionarlo. Ni siquiera debería ser una conversación—respondí con sinceridad—. Y si él estuviese vivo, yo lo hubiese matado si intentaba colocarte un dedo encima.
—Si él estuviese vivo... tú tendrías sus ideales. ¿Por qué no decirlo?— sus hombros estaban tensos—. ¿Acaso creías que te mataría por ello?
—Gen, tú lo hubieses hecho...
—Sí—admitió sin titubear— Pero no después de conocerte como lo hago ahora. Así que, quiero la historia.
Respiré despacio, buscando en mi interior la paciencia para hablar sin desesperarme. La ropa pesaba en mi piel, aunque no vistiese con capas. La sed se hizo presente en mi garganta.
La cabaña estaba en silencio, pero, la tensión entre ambos era casi palpable.
—Dijiste que también tenías algo que decir...
—Sostengo mi palabra, Arlon—contestó, cruzando las piernas—. Pero hoy tienes el honor de tener la primera palabra.
Se recostó en el sofá, ella solo estaba esperando mi versión de la historia.
—Fui el único hijo del duque Salvatore, me tuvo cerca de los 70 años, así que, solo conocí a un anciano asesino que odiaba a las mujeres. Mi madre, era apenas una adolescente cuando fue obligada a casarse y traerme al mundo— el nudo en la garganta comenzó a formarse, pero intenté ignorarlo para seguir hablando— Durante 17 años, solo observé miedo cuando la miraba.
Tomé un segundo para respirar, dándole tiempo a mi memoria para que volviera a reproducir los recuerdos atroces de ese pasado.
—No podía siquiera tomar alguna hierba para sus dolores menstruales porque el duque lo relacionaba con hechicería y era amenazada de forma constante.
Genevieve se mantenía con una expresión neutral, mirándome de forma fija.
—Pero tú tienes magia, Salvatore, aunque intentes convencerte de que es un don, es magia pura y extraña— Genevieve apretó los puños encima de su regazo— Aunque tu cuerpo y tu alma sean humanos, eres un ser que porta magia.
Tomé una pausa, recordando algunas palabras de mi padre.
—Los hombres que portan el don en mi familia, somos entrenados para cazar brujas. Pero si una niña nace con esta clase de poder, es ahogada en agua hirviendo mientras la mujer que la dio a luz es azotada y mutilada— dije, mirando mis manos— Mi padre estaba desesperado por tener un heredero, él mismo mató a sus herederas y asesinó a sus esposas anteriores. Cuando nací, fui un canto de alegría para los Salvatores
Busqué algunos cigarrillos en mis bolsillos y un encendedor. Necesitaba fumar para seguir con esta historia de mierda. Genevieve hizo aparecer algo de tabaco cuando comencé a desesperarme.
—La gran cicatriz en mi pecho, es una estúpida cirugía que suele realizarse, dicen, para que puedan mirar si eres el elegido, deben mirar tu corazón latir .
— ¿El elegido de qué?
—Para seguir con el legado de los Salvatores.
Genevieve fingió una sonrisa.
—¿Entrenado para ser un cazador?. Arlon...
—Sí, entrenado para ser un asesino.
—¿Sí? Creo que tus antepasados se están divirtiendo mirándome en tus sábanas — el sarcasmo protagonizó su frase—. Y los míos, saltan de alegría observando cómo suelo enredar mis dedos en tu cabellera. Creo que, no somos el orgullo del legado de nuestros antepasados.
—No, no están nada orgullosos de nosotros.
Genevieve volvió a mirarme a los ojos.
— ¿Por qué decidiste parar tu entrenamiento y ponerle fin a la vida de tu padre? —preguntó, entrelazando sus dedos— Y lo más importante, ¿Cómo carajos tuviste un pensamiento fuera de toda esa maldad que se te fue enseñada?
Erguí mi espalda, dejando mis pensamientos al límite.
—Estaba cerca de cumplir 18 años cuando me casé con la hija de mi nodriza —confesé, tomando una calada de mi cigarrillo—. Mi madre, estaba muy asustada, así que; me pidió que la matara para no mirar cómo me convertía en mi padre. Ella sabía que a partir de mi cumpleaños número 18, se me obligaría a matar a mi primera bruja— de nuevo, fumé con desesperación—. Aún estaba de pie frente al altar cuando mi padre apareció con una espada en mano y el equipaje de Vannesa. En sus prendas encontró algunos libros con recetas e instrucciones, solo eran hierbas silvestres y otro sobre partería.
Mi boca se secó, pero aun así, seguí hablando mientras fumaba.
—El recuerdo es difuso, pero, mi madre se colocó enfrente de Vanessa para que la espada no la atravesara. Pelee contra sus soldados, Tuve que observar como degollaban a mi primer amor y mi madre agonizaba en el suelo— el cigarrillo cayó al piso cuando mis dedos comenzaron a temblar, pero volví a tomarlo con rapidez, fumándolo de forma apresurada— Tengo pesadillas con los gritos, puedo sentir como soy azotado contra el suelo y un látigo rompe mi piel. La mañana siguiente maté a mi padre y ordené que todo su grupo fuese asesinado. He trabajado años intentando deshacerme de sus palabras, pero su fantasma es aún más fuerte de lo que creo, aunque hayan pasado 17 años, sigue aquí.