-Debiste alejarte mientras podías.

POV SALVATORE

Aprender a utilizar este poder de forma correcta era tan difícil que estaba a punto de tirar al fuego el pequeño libro sobre magia, más que eso, era un diario escrito por Genevieve con anotaciones muy específicas de cómo debía hacer cada paso.

Leerlo era fácil, intentar que algo sucediera era tan diferente. No sentía un cambio significativo en mí, nada se removía o me hacía sentir elevado.

Aprender magia como un brujo era terrible cuando en verdad eras un mortal. No podía sentir la magia de la misma forma que ellos, no la percibía como una igual o no podía hacer esos simples pasos como se debía.

Solo era un hombre más que comenzaba a dudar que esto, tal vez, solo sea un simple don adquirido por los Salvatores para asesinar mujeres y no verdadera magia.

Mi espalda me estaba matando, cada músculo dolía al mínimo movimiento.

Seguía trazando las rutas que la reina Odette me pidió mientras intentaba reorganizar a los guardias en el territorio y controlaba las masas en la ciudad.

Mi hogar me recibió en silencio, todos me asistieron a mitad de la noche y después se despidieron con una gran sonrisa.

Genevieve no solía responderme con frecuencia, le pregunté si estaba ocurriendo cualquier inconveniente, pero insistía en que todo transcurría con normalidad.

Solo dijo que su magia no le permitía viajar hasta nuevo aviso.

¿Qué le estaba pasando?

Genevieve seguía sin confiar en mí, o eso creía. No me contaba detalles claros directamente. No podía culparla, estuve haciendo lo mismo durante mucho tiempo hasta que me vi en la obligación de comentarle la verdad sobre el apellido Salvatore.

Investigaba los actos que el parlamento planeaba a espaldas de su majestad Odette en contra de Genevieve. Todo aún era un simple plan algo distorsionado por su arrogancia, hasta ahora no existía un peligro real. Pero me mantenía aún alerta.

Me concentré tanto en mi trabajo que dejé de lado visitar el campamento mientras aún estaba establecido.

Algo en mi pecho dolía cada que recordaba que no la miraría con tanta frecuencia, pero ambos seguíamos teniendo una labor que cumplir con nuestros pueblos. Yo tenía un juramento y ella una nación sobre sus hombros.

Después de un extenso baño, me acosté en las suaves sábanas mientras sostenía el diario entre mis manos. Continuaba leyendo, podía entender algunos detalles, pero cuando intentaba ejecutarlo, solo me sentía estancado y vacío.

Según los escritos de las brujas: "Todos tenemos un centro, algo que nos mueve sin medida alguna y transporta nuestra alma a una esencia que nos conecta con la magia. El instinto tiene la forma de vincularse con él, solo debemos saber quiénes somos para encontrarlo".

Podía entender los párrafos, pero no comprendía que era mi centro o qué debía haber en mí para activar lo que fuese relevante en este poder.

Este don era confuso, podía entender a los demás, prevenir con facilidad sus movimientos en batalla y mis guardias mágicas eran de ayuda contra mis enemigos.

¿Pero en serio había algo más en mí? ¿Por qué la magia me eligió? Si mi familia eran cazadores de brujas ¿Por qué tener el poder de uno de ellos?

Mi madre era humana, mi padre decía serlo. En algunas ocasiones sentí como todos se tensaban junto a él, al mismo tiempo y juré mirar como todos a su alrededor hacían el mismo movimiento.

Apagué todas las luces y me quedé a oscuras, recostado de medio lado, pensando en qué debería hacer. A este paso no aprendería nada de lo que deseaba.

Cerré los ojos, demasiado alerta del pequeño cosquilleo que ocurría en el costado izquierdo cada que leía ese libro por un tiempo prolongado, tal vez mi corazón no era compatible con la magia. ¿Eso buscaba mi padre en mi corazón?

La oscuridad me cubrió por completo, atrapando toda mi atención.

Con una mano sobre mi pecho, busqué lo necesario dentro de mí, pero no había nada, estaba vacío. Volví a intentarlo, cada parte de mí buscó una gota de poder, pero ni siquiera estaba cerca de encontrarme a mí mismo en la búsqueda.

Esto era totalmente diferente a lo que sabía... ¿No había forma de que ambas confabularan a mi favor?

En un momento de desesperación barrí lejos todas las barreras mágicas que estaban a mí alrededor, dejando cada aspecto vulnerable.

La oscuridad volvió a rodearme, pero esta vez mi cuerpo se relajó al sentir como mis barreras no impedían que me lanzara al vacío que encontraba en mí.

Cada que buscaba algo, solo encontraba una oscuridad palpable, un vacío abrumador y un molesto silencio. No era lo que se suponía que debía encontrarme según los libros, pero yo no era un inmortal, tenía un cuerpo humano y moriría como un humano.

Sentí que flotaba en un mar muerto, mi cuerpo era llevado por una fuerza que no podía resistir. El incómodo dolor se hizo más punzante sobre mi pecho, alarmándome y desconcentrándome de lo que había logrado.

Intenté colocarme de pie de forma correcta, pero el dolor hacía que mis rodillas fallaran y mi respiración se agitara. Me arrastré por las sábanas hasta el suelo.

Nada de mi cuerpo protestó cuando la cerámica fría tocó mi espalda, en cambio, el ardor de mi pecho se desplazaba por toda mi extremidad.

Quise gritar, alertar a alguien lo que estaba ocurriéndome, pero ni siquiera un quejido salía de mi boca.

Una luz que emanó de mis dedos me distrajo algunos segundos, cada pequeño movimiento quemaba mientras me retorcía.

Reuniendo todas mis fuerzas, logré colocarme de pie a duras penas. Tambaleé hasta apoyarme en alguna pared cercana.

La habitación cayó en un profundo silencio, la oscuridad rodeaba cada rincón del lugar. Solo era yo y mi cuerpo, acompañados del silencio mientras miraba mi reflejo en el espejo.

El destello de luz emanaba desde mi pecho, el reflejo dorado dejaba que pudiese mirar mi rostro en el espejo cercano y cómo mis facciones delataban mi asombro. Aún, sin poder moverme y con mi voz encarcelada en algún lugar de mi garganta, llevé mis dedos a mi piel, manchándolos del dorado intenso que hacía quemar mi pecho.