El corazon de una bruja maldita

La necesitaba, la añoraba, la deseaba.

POV: GENEVIEVE

Verena brillaba igual que el oro; las fachadas doradas y las columnas talladas resplandecían cuando el sol alcanzaba su punto más alto. Mi querida Verena era tan diversa que cada individuo tenía una versión diferente de la riqueza y comodidad.

La alcoba de Feredik era una extensión de su personalidad: paredes frías y corrientes de aire que podían hacerte temblar durante horas si no te movías con frecuencia.

Cassius me miraba de reojo; ambos escuchábamos hablar al hombre que habíamos criado. Feredik realizó en mi ausencia un excelente trabajo. Podía ser molesto como hermano, pero como príncipe heredero hacía una gran labor.

Noto una enfermedad mágica que azotaba a los niños en el campamento. Era tratable, pero mortal para aquellos que no tengan una vacuna. En este caso, los hechiceros estaban formando una cura para prevenirla y tratarla.

No era casualidad que Hendrix estuviese supervisando. Feredik no solo necesitaba ojos, también debía obtener una voz que el pueblo de Verena escuchara en nuestra ausencia. Si el rumor de una enfermedad mágica entre los niños se propagaba en Verena, sería aún más complicada la integración entre ambas razas.

Por lo tanto, no podía expresar una protesta significativa, simplemente observar cómo Feredik se aproximaba a mí con molestia tras relatar toda mi narrativa con la bruja dorada. No me atreví a sacar el guante, pero Cassius me miraba demasiado, estaba segura de que sospechaba algo.

Temía de la reacción de los demás, ya estaba maldita. ¿Traería más angustia a las personas que me rodeaban? Excepto Salvatore, él podía sorprenderse, pero confiaba en que lo aceptaría.

Hace dos días ella me marcó, cambiando en mí cualquier cosa que aún no descifraba por completo. Dos días que me mantuve ocupada para no conversar con Feredik y evitar contarle todo, dos días que apenas mis dedos escribían cartas para Salvatore.

Él se mantenía ausente, alejado, tal vez ocupado, pero mi mente no podía pensar en otras opciones que no fueran la distancia voluntaria. Detestaba mi cerebro y sus ideas fatalistas.

Los regaños de Feredik no solo eran sobre mi pelea, también sobre el discurso que le estaba dando a nuestra gente.

Los gobiernos siempre necesitarán la voz de los jóvenes para su avance.

—Entiendo que tuviste que defenderte, Genevieve —aún me apuntaba— Pero tomar justicia por tus propias manos, no nos hará mejores que ellos. Se convertirá en una cacería entre razas que nadie podrá controlar.

—No sabes de lo que hablas, era lo que debía hacer, lo que hubiese hecho antes.

—¿En la guerra? Te recuerdo que lo que vivimos hoy son las consecuencias de la guerra entre razas—cuestiono, girándose y dándome la espalda— Aun, esto no es una guerra, Genevieve. Sera una masacre para los mortales si actuamos de la misma forma —colocó sus dedos en su entrecejo—. Lo que hiciste puede ser perjudicial si alguien te identifica.

—Aceptaré las consecuencias de mis actos.

—No estarás aquí lo suficiente para confrontarlas.

Mi boca se secó con sus palabras, haciéndome recordar que yo siempre mencionaba mi futura ausencia, pero que el hombre que adoraba lo dijera, me trastornaba.

—Tengo décadas escuchándote decir que el día que acepte tu destino estaré preparado para ser un rey— de nuevo, volvió a estar de frente a mí, aunque sus ojos se enrojecieran, su espalda se mantuvo derecha— No puedes realizar movimientos que afecten mi camino, hermana. Odette debe controlar a su gente y yo preparar a la nuestra para un cambio que marque la diferencia.

—¿Y yo? ¿Dónde quedo en esta situación? —pregunté despacio, notando que Cassius evitaba mi mirada.

—Tú misma lo has dicho, debes buscar la fuente de poder. Es tu responsabilidad como reina.

Mi maldito deber, claro, como si ya no tuviese demasiados, se añadía otro.

Respiré despacio por algunos segundos, intentando que la desesperación no me atrapara. No entendía dónde debía empezar a buscar, como era su presencia o si la bruja solo me estaba haciendo perder el tiempo para desviar mi atención.

Pero ella, era indescriptible, un enigma que no me dejaba dormir por las noches, mantenía una clase de magia que arrasaba con mi cordura.

—Ni siquiera sé por dónde comenzar a buscar. Ha pasado más de un siglo y medio desde que la guerra terminó, nuevos castillos se han creado, humanos han muerto y legados han desaparecido. —me coloqué de pie, observando el guante que aún se mantenía sobre mi piel— Ella dijo que debía recordar.

—¿Qué significa con exactitud? —preguntó Cassius, aun sentado con las manos unidas en su regazo—. ¿Qué debes recordar?

Alcé los hombros, demostrando que no tenía ni la mínima idea de qué se refería la mujer dorada. Ambos me miraron preocupados.

El hormigueo en mi mano se intensificó; lo ignoré, mordiendo las paredes de mis mejillas.

—Tal vez ella mienta. El núcleo de brujas debe estar en ese castillo o la magia en tierras humanas se hubiese extinguido —continuó hablando Cassius.

—Te equivocas, padre, la magia nunca se extingue, es celosa y perspicaz; puede debilitarse si no la idolatran como sacrificio de su magia —respondió Feredik, mirándolo a los ojos—. Verena sobrevive por el sacrificio de magia de Genevieve, aunque todos olviden quién mantiene las guardias altas y sus cuellos intactos, yo no—se giró hacia la ventana, mirando con detenimiento qué sucedía afuera— Los brujos nacidos en tierras humanas son débiles porque adoran su humanidad y no aceptan que los inmortales somos uno con nuestra creación.

Ambos nos mantuvimos en silencio, mirando al joven príncipe que miramos crecer, corrigiéndonos.

—Jamás he cuestionado sus actos, pero ahora, una nueva era comienza y con ella deben haber cambios en nuestra nación —sus palabras fueron una promesa silenciosa—. Las reglas han permanecido exactas durante décadas, solo es una muestra de que el cambio ha sido lento para nosotros.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.