El Corazón del Alfa

Thyra

 

El futuro siempre era incierto, y ella nunca tuvo duda alguna que el suyo era un misterio. 

 

El ser hija de un alfa marcó muchos momentos en su vida, era la menor de dos mujeres, únicas herederas de Søt skog y eso no dejaba a la manada en su mejor posición, su padre estaba en una edad avanzada, y sin un hijo varón los volvía débiles ante los demás. 

 

—Sigues en el bosque. —Escuchó la voz de su cuidadora, aunque era un regaño, en su tono de voz las palabras sonaban dulces y cálidas. 

 

—Quiero disfrutar mi tiempo aquí —respondió girando su rostro para sonreírle, pero no era la típica sonrisa que caracterizaba a Kelly. La hija menor del alfa de søt skog se distinguía por su jovialidad. 

 

—Tu padre no quiere que estés sola, creo que te dejó claro que ahora tu nuevo estatus te reclama ser más cuidadosa —dijo sentándose a su lado. La hierba estaba helada al tacto. Kelly suspiró ligeramente mientras arrancaba una flor minúscula de la tierra y jugaba con ella en sus manos.

 

—Lo sé, mi compromiso con el alfa de Blå Skog —soltó levemente. Había aceptado su unión con un hombre que no conocía para subsistir, para no perder a su propia manada. 

 

—¿Estás segura? Thyra...

 

—No me llames así, no me gusta —reprochó incómoda. 

 

—En Blå Skog no serás Kelly, ese no es tu nombre... así que debes recapacitar en tu necedad de negarlo. 

 

—No seas cruel conmigo, hoy quiero ser Kelly. 

 

La menor recogió sus piernas a su pecho, apoyando su rostro sobre sus rodillas. Estaba segura de que tendría que dejar su vida atrás y eso incluía el apodo que ella misma eligió para ser llamada. Thyra era la prometida del alfa, pero faltaban horas para ese suceso. 

 

—Hay algo que desees hablar conmigo...

 

—No, Brita —negó contra su piel, el sonido fue como una queja ahogada. 

 

—Eres tan joven e inexperta que debes de tener algunas dudas sobre el matrimonio —secundó esperando que Kelly captara lo que ella deseaba explicarle. 

 

—Lo aprenderé sobre la marcha, además que estar con mi hermana me sirvió para entender lo que significa nuestra unión. No debo esperar que me ame... creo que es la regla esencial y la única que necesito —declaró poniéndose de pie para huir dentro del bosque. 

 

Era cruel pensar que a su corta edad estaba tan consciente de su posición como mujer lobo, ni siquiera había tenido su primera transformación completa. Aunque tampoco se esperaba el suceso como algo icónico, en cambio, a los hombres lobos entre más pronto resolvieran su lazo entre la bestia y el hombre haría prevalecer la manada, las mujeres simplemente estaban destinadas a procrear para el bienestar de todos. 

 

Kelly lo sabía, lo entendió desde el primer compromiso de su hermana y esa necesidad de que su manada tuviera una unión para sobrevivir. 

 

Muchos habían abandonado søt skog después del desenlace fatídico de la hija mayor del alfa quien fue abandonada por su supuesto esposo, Inara estaba maldita, dos hombres lobos encontraron a su destino mientras estaban con ella. 

 

Aquello corrió como pólvora entre los hombres lobos, tal vez hasta entre otras manadas, pero no fue bueno para ellos, una gran parte creyó que no sobrevivirían; un alfa en edad avanzada perdería fuerzas. Sin embargo, el compromiso de Kelly fue una luz en la oscuridad, principalmente porque no era con cualquier alfa.

 

Blå skog era un territorio conocido por su abundancia, además de disponer de un arma contra los mismos hombres lobos, por lo tanto, requerían actuar con cautela contra ellos; gracias a una flor azul que solo se encontraba en ese lugar. 

 

Kelly tuvo que estudiar un poco para saber a dónde iba, las costumbres que, aunque no eran tan distintas a las suyas, sí estaban muy marcadas y estrictas. 

 

Pero también estaba él, el alfa de blå skog, Kringer Holter quien le doblaba la edad. Un esposo que podría ser su hermano mayor o hasta su padre. Aquel pensamiento la sacudió y se detuvo de golpe, ¿qué hablaría con él?, además que no lo conocía físicamente. Aunado el inevitable rumor, que la misma manada callaba. 

 

Kringer había perdido a su mujer e hijo. 

 

Sin embargo, parecía que él estaba bien, ya que un hombre lobo en esa situación quedaría perdido para siempre, pero el alfa de blå skog era un misterio para todas las manadas desde hace más de ocho años. 

 

El matrimonio de Kelly era un acuerdo secundado por Magnus de Gylden Skog, un alfa en quien confiaba, por lo tanto, aceptar aquel destino junto a Kringer; lejos de ser una locura, era su mejor opción por el bien de su manada.  

 

Sin embargo, no se sentía nada bien, pese a aceptarlo como su realidad. Prefirió callarlo y hacer como si no pasara nada. Tal vez decir que estaba consciente que no debía esperar que la amara no era la mejor manera de afrontarlo. Pero qué más le quedaba. 

 

El amor parecía tan efímero para ella, una ilusión a la cual no podía aspirar por el simple hecho de ser la hija de un alfa, la heredera de una manada destinada a perecer si alguna de sus hijas no se casaba con un hombre lobo y concebía un hijo varón. 

 

Y ese hecho inevitable era el que más miedo le daba, porque Kelly no había tenido el sangrado que debió llegar para darle el estatus de mujer fértil, se había retrasado por tanto tiempo que no ha podido decírselo a nadie. Algo estaba mal con ella... pero dar marcha atrás sería perder la estabilidad que hasta ahora podían mantener con ese compromiso. 

 

Podría correr con el mismo destino que su hermana, uno que no podía permitirse. Kelly tenía que lograr que ese matrimonio funcionara a toda costa. 

 

Se detuvo en seco y respiró pesadamente, había corrido sin ser consciente, hasta que los árboles se juntaron dejando atrás el camino. Los días pasaron tan rápido que era su última noche en su hogar, pero tenía que ser valiente, se consoló así misma. 




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