—¿Dónde está Kringer? — cuestionó Katrina abriendo las puertas de la habitación principal de par en par. Aquello provocó un gran estruendo que alteró a las mujeres presentes, quienes decoraban los floreros más elegantes.
— Lo siento, señora. No me han informado de su presencia en la casa principal — disculpó Janne señalando a las demás para que dejaran lo que estaban haciendo y salieran de allí rápidamente.
— Es insensato, no piensa en su manada, hoy es un día importante, debe recibir a quien será su esposa, y lo único que le interesa es estar en el bosque —refunfuño sentándose en la cama.
— Él vendrá, Kringer mejor que nadie conoce lo que implica este matrimonio.
— A mis hijos no les importa nada, Kringer debe callar los rumores, aplacar la incertidumbre que recorre cada rincón de estas tierras.
— Él es un buen alfa y volverá a traer paz a la manada que se case y forme su propia familia.
— Es lo único que anhelo, todos piensan que Blå skog desaparecerá, pero no es así... Forceti jamás me lo perdonaría, no puedo permitir que todo lo que él luchó se pierda por culpa de ellos —pronunció cansada e incómoda.
Janne prefirió callar, no era un tema del cual ella pudiera hablar, tenía pocos años de estar al servicio de Katrina, justamente desde el asesinato del alfa regente. Sin embargo, sabía todo lo que la mujer del alfa había hecho para mantener a flote a su manada, aunque los reclamos por la falta de líder se hicieron presentes los primeros años, no fue hasta que Kringer tomó su lugar de vuelta.
La noche de la traición, así fue como llamaron aquel día donde Forceti cayó en propias manos de Kenneth, su hijo. Lo que más preocupó a todos fue que Kringer no vengara la muerte de su padre. El hombre lobo solamente alegó que había cosas más importantes por las cuales preocuparse. Además del silencio de todos los que estuvieron en ese día, algo grave pasó en esas tierras y nadie deseaba repetirlo.
Aquello no fue una contestación que calmara a las masas, pero nadie deseaba enfrentarse a Kringer, que pese a su pérdida de memoria no dejaba de ser un hombre lobo fuerte y el alfa de Blå Skog.
Hubo años de caos, de rebeliones, de algunos grupos descontentos y otros que huyeron a tierras de Kenneth, el mayor no tuvo más opción que aplacar aquello con rudeza y crueldad. Todos los que desertaron al volver solamente encontrarían la muerte, los que lo intentaron después tuvieron el mismo final.
Entonces a mano dura calmó esas tierras y comenzó a reinar una falsa paz que hasta ahora seguía manteniéndose. Porque algunos seguían creyendo en Kringer o por lo menos añoraban el alfa que alguna vez fue.
Aquel matrimonio era otro bálsamo para los miembros de la manada, Søt Skog era conocido por sus tierras fértiles, y la prosperidad que ofrecía, lamentablemente no había nacido un hombre lobo que pudiera regir esas tierras y por tal motivo sus hijas debían servir de lazos con otras manadas.
Todos sabían que la menor había sido ofrecida en matrimonio, algo que nadie podía entender. Kringer años atrás era el mejor alfa, tal vez la mejor opción de cualquiera, pero ahora parecía tan efímero aquel alfa.
Era cruel pensar que una mujer lobo se uniría a un hombre lobo incompleto, sin embargo, solamente su manada sabía sus motivos para unirse a él. El mismo consejo fue quien se sorprendió de aquella solicitud, aunque Kringer estaba renuente en un principio en casarse, apareció con una prometida que nadie conocía, y un compromiso que se extendió por un par de años.
Tal vez en búsqueda de la prosperidad que se generó entre todos los miembros y la serenidad que tocó esas tierras. Pero no conocía a su futura esposa…
Durante ese tiempo debió asistir a su manada para convivir con ella, en cambio, él nunca solicitó ninguna visita, y, aun así, el matrimonio no se canceló.
Ahora el día pactado había llegado y Kringer debía casarse con una mujer desconocida…
—Pensé que no te encontraría —admitió Isak
—Creíste que huiría —respondió Kringer mientras observaba el azul del lago. Desde muy temprano se había quedado allí contemplando la calma del agua.
—Meditando tus últimos momentos de soltería —bromeó el pelinegro lanzando una piedra al lago y dando por terminado con la paz que reinaba.
—Tan ruidoso —gruñó molesto mirándolo de reojo.
—Y tu tan aburrido, espero que seas más sonriente cuando tengas mujer.
—Es una obligación, no me caso por diversión —admitió regresando por donde había aparecido Isak.
—Puedes hacerlo divertido. Tienes tanta suerte que no tuviste que buscar una esposa. Te llegó sola, siéntete afortunado— pronunció y frenó sus pasos de golpe cuando el alfa lo hizo también —. Solamente estoy bromeando —alzó las manos en rendición.
—Deberías mantener esa boca cerrada —señaló antes de continuar su camino. Isak suspiró por la amargura en Kringer.
Añoraba volver a ver a su mejor amigo; pero aquello quedó en el pasado, no había rastro de Kringer antes del ataque que casi le constó la vida. Sin embargo, lo entendía, o intentaba hacerlo. Debía ser tan complicado no recordar quién eras, recuperar solamente trozos de tus recuerdos y vivir en las penumbras de ellos.