Ciertamente, no había tenido altas expectativas sobre su llegada a Blå skog, pero aquello fue rápido y sobre todo incómodo. La observaron con recelo y desilusión. Thyra apretó los labios al recordarlo. Además, el alfa ni siquiera la recibió, ¿qué tipo de hombre lobo era?
—Desea un poco de té —animó Janne sirviendo una taza en la mesita decorada de un salón sumamente elegante.
—Gra-gracias —titubeó dejando las flores que aún aferraba contra su cuerpo. Tenía miedo, un miedo a lo desconocido que no la dejó en paz en un ningún segundo desde que abandonó sus tierras.
—Son una mezcla de hierbas que crecen específicamente en esta zona.
Thyra asintió antes de beber un pequeño sorbo, lo caliente se mezcló con su lengua y el sabor dulce la hizo cerrar los ojos por un momento.
—¿Cuál es tu nombre? —inquirió Thyra después de bajar la taza a la mujer que no dejaba de observarla.
—Janne —contestó abruptamente.
—Parezco extraña para estas tierras —admitió la menor.
—No, no… perdón, no quise incomodarla. En realidad, es muy joven para…
—¿Para?
—No me haga caso, sinceramente estoy abriendo la boca de más, le traeré unos bocadillos, debe de tener hambre —dijo alejándose rápidamente hacia la puerta del salón.
Los minutos comenzaron a transcurrir y la incomodidad de Thyra se volvió aún más presente. Nadie además de Janne entró a esa habitación. Estaba sola con sus pensamientos que únicamente la llenaban de dudas. Tal vez habían pensado en cancelar el matrimonio; mordió uno de sus labios, nerviosa por lo desconocido.
La puerta se abrió tres horas más tarde mostrando a la madre del alfa, quien se acercó hasta el asiento frente a ella.
—Por favor, siéntate —ordenó señalándola. Thyra se había puesto de pie inmediatamente al verla —. Lamento haberte hecho esperar tanto.
—No pasa nada, el lugar es muy cómodo —contestó amablemente. Katrina ni siquiera sonrió ante su actuar noble y dulce.
—Nos tomó un poco por sorpresa, no esperábamos una… una mujer tan joven como prometida de mi hijo —admitió sin mirarla.
—Oh ya veo. Creo que no tuvimos oportunidad de conocernos antes.
—No, lamentablemente no. Y ya estás aquí, no hay muchos cambios que hacer por el momento —respondió secamente. Thyra abrió los párpados, sorprendida de su actitud hostil.
—¿Por el momento? —inquirió confundida.
—El alfa es quien debe tomar una decisión, pero no se encuentra en el territorio, así que debemos esperar.
—No entiendo…
—Seré sincera contigo, mi hijo necesita una mujer madura a su lado, alguien digno de guiar a la manada. Eres una niña, no tienes tu cuerpo desarrollado, dudo que puedas darle hijos pronto; si es que puedes hacerlo. Las mujeres de Blå skog son conocidas por tener vientres fértiles y fuertes. Tu piel es pálida, eres pequeña…
—Me está menospreciando por mi físico —pronunció confundida Thyra —. No soy una niña… y si tanto cree que las mujeres de sus tierras son dignas, porque no se casa con una.
—Además, altanera e imprudente—agregó Katrina —. Este matrimonio será cancelado, lo lamento por tu manada.
Thyra abrió los ojos en demasía cuando la vio ponerse de pie y salir del salón, lo había olvidado por completo, se dejó llevar por la molestia que sintió al ser desvalorízala por su físico. Ella tampoco deseaba casarse, no quería esa unión, pero lo necesitaba… estaba obligada a hacerlo por su manada, por la vida de cada de sus miembros.
Necesitaba hablar con el alfa de Blå skog, pero donde lo encontraría si él mismo se había negado a presentarse.
Buscó entre sus ropas la carta que había guardado con recelo, ahí estaba escrito por Kringer Holter que la aceptaba como su esposa. Un compromiso que él pactó, debía hacerlo valer pasara lo que pasara.
Katrina salió molesta de habitación donde había tenido su primer encuentro no agradable con la prometida de su hijo, una niña insolente: fue el pensamiento que mantuvo durante todo el trayecto hacia su habitación. Estaba segura de que casarse con Thayra no era lo que su manada necesitaba en ese momento, pero era Kringer quien debía cancelar ese matrimonio lo más pronto posible, ya que las ceremonias previas iniciarían al día siguiente.
—Esa niña no se puede casar con mi hijo — pronunció al ver a Mikkel quien la esperaba en la entrada de su habitación.
—Aunque usted desee dar fin a este compromiso, es Kringer quien tiene la última palabra.
—Mi hijo hará lo correcto, él no se puede casarse con esa niña— reprochó furiosa.
—Estás siendo extremista Katrina la manada necesita que Kringer se case y forme su propia familia aquí en Bla Skog —refutó buscando un poco de sensatez en la mujer mayor. Pero parecía segada por la apariencia de la prometida de su hijo.
—No puedo creer que estés considerando que mi hijo una su vida a ella. Que pueden tener de común con esa criatura; hemos sido la burla por muchos años desde la muerte de Forceti, después de la traición de Kenneth, y desde la pérdida de memoria de Kringer.