El Corazón del Alfa

Miedo

—¿Dónde está Kringer? —preguntó Janne nerviosa mirando de un lado a otro. 

—En el bosque, no ha vuelto. Debes intentar retrasar esa atrocidad lo más que puedas, buscaré a Kringer —ordenó el hombre lobo —. Katrina se ha vuelto loca —vocifero después de que Janne partiera a su segundo destino. 

¿Cuáles eran los planes de Katrina? Porque haría pasar a la prometida del alfa por semejante humillación. La madre del alfa se creía con autorización de torturarla, tal vez esperando que sea ella misma quien cancele el matrimonio. 

Aunque era una práctica que no se hacía entre la manada, sin embargo, nadie miraría mal que la madre del alfa pidiera una prueba de pureza para asegurarse que es digna de casarse con él. 

Pero se podía ver que la joven era pura… no necesitaba someterla a semejante atropello a su intimidad. Mikkel esperaba correr con suerte, habían tenido la invasión de un grupo de lobos ajenos a esas tierras, y Kringer estaba cazándolos juntos a otros hombres lobos. Si el alfa de Bla Skog no aparecía, Katrina tendría a su voluntad a Thyra. 

Para su suerte, el alfa se había sumergido en sus propias tierras siguiendo el rastro de los que aún quedaban. 

—Kringer debieron haber abandonado Bla Skog — aseguró Isak al notar que las huellas fueron desapareciendo por culpa de la nieve. Al ser la zona más alta, el frío comenzaba a dejar algunas marcas. 

—Seguiremos buscando, no podemos permitir que se acerquen a la zona de blå blomst, la temporada de florecimiento está por llegar. 

—Esa zona está muy protegida, si llegaran a aparecer serían eliminados.

—Aun así, no podemos bajar la guardia...

—Lo entiendo, Kringer, pero estás próximo a tu ceremonia de unión, tienes que atender tus obligaciones antes de iniciar una cacería. Esa chica no puede estar sola tanto tiempo cerca de tu madre —soltó Isak con suma preocupación. Kringer lo observó con detenimiento frenando sus pasos toscos sobre la nieve. 

—¿Qué insinúas? —cuestionó irritado.

—Lo que vi ayer, como la trató. Katrina no hará fácil la estancia de ella si no es tu esposa; aunque digas que tu madre no hará nada, no olvides que aún no es tu mujer. 

Kringer lo observó por un momento antes de suspirar pesadamente y mirar el camino que debían avanzar para continuar con su búsqueda. 

—Diles a los hombres que no bajan la guardia, deja en claro que hasta no estar seguros de que no hay intrusos, esto se detendrá. Iré a ver a mi madre y regresaré —aseguró con molestia. Sin embargo, Isak pareció satisfecho —. Estás teniendo muchas consideraciones por ella, metiéndote en lo que no te corresponde, Isak —declaró regresando por donde habían avanzado por tantas horas. 

—Solamente lo necesario, Alfa. Al ser su prometida y futura esposa es mi deber cuidar de ella. 

Kringer no respondió nada, ni siquiera se detuvo en poner atención en su respuesta. Pero no podía negar la declaración de Isak, era así, su deber también implicaba cuidar a la mujer de su alfa. Aunque para él mismo era una afirmación incapaz de repetir. 

Thyra se había quedado muy confundida después del cuestionamiento de Janne, aunado a su regreso apresurado para ayudarla a alistarse, le colocó una bata muy delicada que no cubría del todo su cuerpo y la hizo esperar en una habitación continua, fría y grande donde algunas mujeres preparaban lo que parecía ser un tendido en medio de todo el cuarto.

Había sabanas de seda blanca, todo finamente acomodado. Thrya arrugó la mirada cuando entró Katrina seguida por una mujer mayor y diez más, quienes se acomodaron alrededor sin pronunciar una sola palabra. 

—Es mi deber como madre del alfa asegurar que su nombre no sea manchado —declaró en voz alta.

Thyra miró a su alrededor, las mujeres cuchichearon entre ellas un poco. Pudo notar que todas la observaban a ella. 

—¿Qué es lo que está pasando? —cuestionó Thyra a la defensiva. Janne se acercó a ella sin mirarla a la cara. 

—Procederemos a la prueba, a la ceremonia de ren blomst, donde nos aseguraremos que la mujer que desposara al alfa es pura —sentenció Katrina y Thyra palideció. 

La mujer mayor se acercó señalando que fuera llevada al centro, donde las sabanas estaban tendidas en una mesa, dándole un poco de altura. 

—Acuéstenla —ordenó la celestina. 

—¿Qué me harán? —inquirió con preocupación a todas las presentes para luego mirar directamente a la madre del alfa. 

—No deberías poner resistencia, si eres virgen lo sabremos pronto —soltó Katrina.

—¡Soy virgen! —aclaró ofendida. 

—Has vivido tanto tiempo fuera de tu manada, que nadie puede constar tu afirmación. Tu estancia en Gylden Skog rodeada de otros hombres lobos...

—Como se atreve... —respondió Thyra entre dientes furiosa—. No tengo nada que probar... y, aun así, si no lo fuera, nadie tiene derecho a juzgarme. 

Thyra estaba colérica, olvidó por completo en la posición que estaba y frente a quién estaba. La madre del alfa al cual estaba comprometida. Por lo tanto, cualquier falta podía dar fin a su trato. Pero quien soportaría ser especulada de esa manera.

No era cualquier mujer lobo, era hija y heredera de Søt Skog, en su sangre corría la de un alfa. Aunque estuviera allí para proteger a su manada, merecía respeto. 

—No te hagas la ofendida conmigo, deseas ser la esposa del alfa de Bla Skog esto lo tienes que cumplir. Así que deja de retrasar lo inevitable. Si no eres pura, este matrimonio deberá ser cancelado. Será por las buenas o por las malas — vociferó señalando a dos mujeres para que la sometieran.

—¡No me toquen! —exclamó Thyra cuando la tomaron de ambos brazos. Las mujeres lobos no tuvieron contemplación con ella, apretaron su piel dejando marcas que sanarían después. 

—¡Deja de gritar! Aquí la única que puede alzar la voz soy yo, tú no eres nadie en mis tierras, niña estúpida —encaró golpeándola en el rostro mientras estaba indefensa defendiéndose de quien la sometía. 




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