Capítulo 3: La Huida Bajo la Luna de Cristal.

La luna de Aethelgard, una perla de cristal colgada en el cielo, brillaba sobre Eldoria. Lyra se movía como una sombra por la pequeña casa que compartía con su abuela, la anciana sanadora, quien dormía profundamente bajo el efecto de una poción herbal. La decisión era suya y solo suya; no podía arrastrar a su abuela al peligro.

Recogió lo esencial: hierbas secas, vendas, un cuchillo de caza y un mapa desgastado de las Tierras Bajas. Miró por última vez la chimenea apagada, el único lugar donde había sentido seguridad.

Al salir, Kael la esperaba, una figura sombría y alta, fundida con la noche. No llevaba armadura, solo la pesada capa de lobo y una espada larga y fina, cuyo filo parecía absorber la luz.

—Llegas tarde, Lyra —dijo Kael, sin un ápice de impaciencia.

—Solo llevo lo necesario. ¿Y tú? —replicó ella, señalando su cintura—. ¿Qué sabe el hijo del Hielo Eterno de la supervivencia?

Kael sonrió con una frialdad encantadora.
—Yo soy la supervivencia, Dama de Fuego. Y además, tengo provisiones.

Extendió la mano, y en lugar de un saco, le ofreció una pequeña pieza de **cristal de escarcha** azul pálido.

—Si la rompes, te dará calor instantáneo por una hora. No es magia, es alquimia del Norte.

Lyra, con desconfianza, tomó el cristal. Estaba tan frío que le quemó la palma de la mano.

### II. El Inicio de la Aventura

Tuvieron que dejar Eldoria por el sendero más peligroso: un desfiladero que la gente del pueblo creía encantado por espíritus de hielo. Era su única forma de evitar la patrulla del Protectorado.

El ascenso fue extenuante. Lyra, aunque fuerte, luchaba contra el viento helado. Kael, en cambio, se movía sin esfuerzo. Su cuerpo frío estaba perfectamente aclimatado al clima mortal.

—¿Adónde vamos? —preguntó Lyra, jadeando, mientras trepaban por rocas cubiertas de nieve.

—Al **Pico Silencioso**. Es la montaña donde se selló el Corazón. Está custodiado por la magia del Sello y por los guardianes que dejó la maga Eira ael.

—¿Y cómo sabes tú dónde está?

Kael la miró, y por primera vez, Lyra vio algo parecido al dolor en sus ojos de hielo.
—Mi padre me lo mostró en sueños. Me obligó a estudiarlo, a entender cómo se rompería el Sello. Yo fui criado para ser la daga que le liberaría.

### III. El Primer Peligro y la Conexión

Al doblar un saliente, se encontraron con su primer peligro real: una manada de **Gélidos**, lobos de pelaje blanco que se alimentaban de la carne congelada. El Protectorado no cazaba tan alto.

—¡Corre! —ordenó Kael, desenvainando su espada.

El acero brilló. Kael se movió con una velocidad antinatural. Lyra vio destellos de una lucha brutal, los lobos aullando. Se dio cuenta de que Kael no solo era fuerte, sino **letal**.

Un Gélido logró rodearlo, saltando directamente hacia Lyra. En pánico, Lyra levantó la mano. Un pulso de su calor interior estalló. No fue una llama, sino una **onda de aire caliente** que golpeó al lobo, haciéndolo retroceder con un chillido agudo.

Kael se deshizo del último Gélido, volviendo a envainar su espada en un movimiento fluido. Se acercó a Lyra, su expresión tensa.

—¿Qué fue eso? —preguntó Lyra, aterrorizada por su propio poder.

Kael la tomó por el mentón, sus dedos de hielo enviando un escalofrío por su espina dorsal. Su mirada era una mezcla peligrosa de cálculo y admiración.

—Eso, Lyra, es el poder que tu gente necesita. Y la razón por la que tienes que confiar en mí. **Tu magia del fuego es la única cosa que puede matar a mi padre, y la única que puede liberarlo**.

Lyra sintió la traición inminente, el peligro físico y emocional de Kael, pero la aventura ya había comenzado. Estaba atada a él por la Profecía y por el escalofriante calor que despertaba en su corazón.