I. El Campo de Silencio
Al amanecer, después de una noche de tensión silenciosa y calor compartido, Lyra y Kael reanudaron su ascenso. La cumbre del Pico Silencioso se alzaba ante ellos, no como una punta nevada, sino como una masa brillante de hielo que reflejaba la luz solar débilmente.
Al acercarse, el viento, que antes había sido furioso, cesó por completo. Cayeron en un silencio absoluto y antinatural. Delante de ellos, una barrera invisible pulsaba, el aire a su alrededor distorsionado, como si fuera de vidrio.
—El primer sello. La **Cúpula del Viento** —susurró Kael, su voz resonando extrañamente en el vacío—. Eira selló el Corazón no solo con fuerza, sino con astucia. Este lugar solo puede ser cruzado si el viento lo permite, y el viento es su guardián.
Kael lanzó una pequeña piedra. Al tocar la barrera invisible, la piedra se desintegró en un polvo de escarcha.
—El sello está diseñado para disolver cualquier materia orgánica o mágica que no pertenezca a la voluntad del Corazón de Cristal. O de la Maga.
—¿Y cómo pasamos? —preguntó Lyra.
—El viento responde a la **dualidad**. El sello exige un equilibrio entre el frío y el calor, la escarcha y la llama. Yo puedo neutralizar el frío, pero tú debes generar la energía que lo atraviese. Es la **Prueba de Honor** de la Profecía.
### II. La Fusión de los Elementos
Kael se despojó de su capa y armadura ligera, revelando los tatuajes de hielo que serpenteaban en su piel, símbolos arcanos que brillaban con una luz azul pálida.
—Tócame. Y no te separes —ordenó Kael.
Lyra se acercó, su corazón latiendo con fuerza. Al tocar la mano de Kael, sintió su frialdad, pero esta vez, la sensación fue diferente. El frío no la drenó, sino que la ancló.
—Concéntrate en tu centro, en ese calor que te define —la instruyó Kael, su voz un susurro hipnótico—. Yo absorberé y neutralizaré la energía gélida del Sello a nuestro alrededor. Tú enfoca tu fuego. No para quemar, sino para **impulsar**.
Cerrando los ojos, Lyra buscó el pulso de calor en su interior. Normalmente era suave, una brasa. Ahora, con Kael a su lado, la brasa se avivó en una llama potente, casi dolorosa. Ella proyectó esa energía, no hacia afuera, sino a través del vínculo con Kael.
El efecto fue inmediato. Alrededor de ellos, la barrera invisible reaccionó. Se formó un aura. Kael estaba envuelto en un halo de escarcha azul profunda, mientras que Lyra irradiaba una luz roja y vibrante. Los dos colores se mezclaron en una banda de luz púrpura que rodeó sus cuerpos, una manifestación física de la Profecía.
### III. El Pasaje del Viento
Kael dio el primer paso hacia la Cúpula. La luz púrpura se extendió y, donde debía haber resistencia, el aire se abrió ante ellos con un sonido como el de cristales frotándose.
Lyra sintió la presión, el Sello exigiendo su energía. Era agotador, pero la presencia de Kael era un ancla mágica. Sus pensamientos, por primera vez, parecían sincronizados con los de él. Sentía la concentración gélida de Kael, y él sentía el torrente cálido de Lyra.
—¡Más fuerte! ¡El Sello intenta separarnos! —siseó Kael, el sudor (o tal vez escarcha derretida) perlaba su frente.
El poder de Lyra rugió. En lugar de ceder al miedo, se aferró a la necesidad de Kael, a la promesa de la verdad. Ella empujó su fuego.
Atravesaron la Cúpula del Viento. Al salir, el silencio se rompió con un siseo. La barrera invisible se cerró detrás de ellos. Lyra y Kael cayeron de rodillas, separados, exhaustos.
—Hemos pasado la primera prueba —dijo Lyra, jadeando, pero una euforia extraña recorría su cuerpo.
—Sí —Kael se puso de pie, sus ojos de cristal brillando con un nuevo respeto—. Pero tu poder... es más fuerte de lo que imaginé, Lyra. Esto no solo nos da paso, también nos **marca** para los siguientes guardianes. Y para mi padre.
### IV. La Presencia Gélida
Lyra asintió, su mente aún nadando en la conexión mágica que acababan de compartir. Pero antes de que pudieran recuperarse, el aire sobre ellos se espesó con una intensa sensación de frío y maldad.
De la cumbre, una sombra alargada descendió, envuelta en una fina capa de escarcha. No era un Gláciedo ni un animal, sino algo antiguo y artificial: el **Primer Guardián** que Eira había dejado. Era una figura humanoide hecha de hielo y voluntad, con ojos vacíos y afiladas garras.
—**Intrusos. La Voluntad del Sello Prohíbe el Paso** —su voz era un coro de susurros helados.
Kael desenvainó su espada.
—La aventura no espera el descanso. Detrás de nosotros, Yorven. Delante, el Guardián. ¿Lista para luchar, Sangre de Fuego?
I. El Campo de Silencio
Al amanecer, después de una noche de tensión silenciosa y calor compartido, Lyra y Kael reanudaron su ascenso. La cumbre del Pico Silencioso se alzaba ante ellos, no como una punta nevada, sino como una masa brillante de hielo que reflejaba la luz solar débilmente.
Al acercarse, el viento, que antes había sido furioso, cesó por completo. Cayeron en un silencio absoluto y antinatural. Delante de ellos, una barrera invisible pulsaba, el aire a su alrededor distorsionado, como si fuera de vidrio.
—El primer sello. La **Cúpula del Viento** —susurró Kael, su voz resonando extrañamente en el vacío—. Eira selló el Corazón no solo con fuerza, sino con astucia. Este lugar solo puede ser cruzado si el viento lo permite, y el viento es su guardián.
Kael lanzó una pequeña piedra. Al tocar la barrera invisible, la piedra se desintegró en un polvo de escarcha.
—El sello está diseñado para disolver cualquier materia orgánica o mágica que no pertenezca a la voluntad del Corazón de Cristal. O de la Maga.
—¿Y cómo pasamos? —preguntó Lyra.
—El viento responde a la **dualidad**. El sello exige un equilibrio entre el frío y el calor, la escarcha y la llama. Yo puedo neutralizar el frío, pero tú debes generar la energía que lo atraviese. Es la **Prueba de Honor** de la Profecía.