—Madi! El desayuno está listo.
Mi tía Margaret se tomo la gran molestia de abrir las cortinas, haciendo que la irritante luz del sol me pegara directo a la cara.
—¡Tía! — reclame en un quejido, me removí dentro de las sabanas hasta que mi tía las jalo con fuerza haciendo que yo cayera al piso, aún envuelta en las sábanas.
Solté un gruñido.
Me incorpore y mi tía me sonrió.
—Estaba a punto de despertar, Margaret.
Pase a su lado directo al armario blanco que estaba a un lado del baño, aún seguía en pijama y debería de prepararme para mi segundo fantástico día de mi vida universitaria.
Mi tía Margaret salio de mi habitación y yo cerré la puerta detrás de ella, busque lo que me pondría, me puse una blusa negra con las letras "I Hate Work" en blanco, unos jeans negros, una sudadera gris y unos botines negros. Agarre mi mochila del piso, ya que no suelo ser muy ordenada y termino tirando las cosas por todos lados, simplemente porque si todo esta perfectamente ordenado no suelo encontrar ni una mierda.
Baje las escaleras tan rápido como pude, pero eso no me hizo evitar escuchar los gritos de las gemelas, Charlotte y Cloe, mi infierno es estar con ellas las veinticuatro horas del día. Mi mamá murió cuando yo nací, mi papá abandono a mi mamá antes de que yo naciera ¿Qué suerte la mía, no? Así que mi Tía me adoptó, vivo con dos gemelas insoportables y divertidas. No es como si fuera a ponerme triste por la pronta partida de mi madre, o acerca del abandono de mi padre, porque nunca los conocí y ni siquiera cargo una fotografía de ellos.
Por cierto, casi lo olvidaba, mi nombre es Madison Brooks, tengo 18 años, no soy rubia natural, las gemelas y yo nos pintamos el cabello el año pasado, trabajo en un cine los fines de semana y este es mi segundo día en la universidad, el primero fue aburrido y monótono, como todos los primeros días, te dicen las reglas de la escuela, te enseñan el campus y todas esas cosas ridículas que pasan en las películas adolescentes. La chica llega a la universidad, choca con un chico guapo con complejo de dios griego y se enamora, yo llego todos los días tarde, siempre, en la preparatoria lo hacia, y si alguien chocaba conmigo, era un gran problema, suelo despertar de malhumor todas las mañanas, así que no sería un buen comienzo para una historia.
¿Me preguntar sobre el amor?
Es un asco.
Y lo digo por el hecho de que lo he estado sintiendo estos años, desde que tuve conciencia de ello en plena adolescencia, siempre estuve enamorada de una persona desde el primer día en el que lo conocí.
Yo era la típica chica despreocupada de la escuela, iba en tercer grado de preescolar, tenía cinco años, en ese entonces no me preocupaban las tareas, sólo era diversión y más diversión, él era videojuegos y más videojuegos, esa era su adicción, desde niño, no me enamore de él desde entonces, pues sería muy ridículo, los niños sólo nos importan los juguetes o al menos para mí, eso era lo más importante.
Salimos de preescolar y no lo volví a ver. Hasta séptimo año, lo volví a encontrar y ahí si, puedo decir que me enamore de él, de su sonrisa, su perfecta y tierna sonrisa, éramos tan diferentes.
Yo me saltaba las clases, él siempre estudiaba. Yo era ruda, él era tierno. Yo agresiva, él pasivo. Yo era la guerra y él era la diplomacia.
Nunca le hable, nunca tuve el valor de hacerlo, me limitaba a observarlo, a ver lo que hacia, a apreciar su sonrisa, su cabello, su manera de ser, su único problema es que es frío cuando no conoce a una persona, pero cuando eres su amigo, es la persona más dulce que podías imaginar, yo conocí esa persona dulce y me enamore, me decidí hablarle y nos hicimos amigos, pero tiempo después él sufrió un problema familiar y tuvo que mudarse a otra ciudad.
No lo he vuelto a ver desde entonces, pero eso no significa que él no me envíe mensaje una vez por semana.
—¡Madi! Charlotte, me quito mi bolso— chilló Chalse. Yo rodé los ojos.
Ahí va mi estupenda vida.
Cuando James estaba aquí, solía irme con él de mi casa, y si, James es el chico que les hable, el que corresponde con la etiqueta de "Crush".
(....)
Segundo día de clases y ya tengo tareas.
Perfecto.
Antes era irresponsable, pero tengo que esforzarme en mi carrera, eso es lo que me dijo mi tía Margaret y tiene toda la razón. Tenía que esforzarme en la escuela para agradecer todo lo que mi tía hizo por mí.
Fui a la cafetería de la escuela buscando con la mirada a mis odiosas pero amadas primas, ellas suelen ser muy sociables con todas las personas pero no para considerarlas amigas- amigas, por eso siempre somos nosotras tres, el trío brooks siempre esta junto.
Después de encontrarlas y terminar de comer, me dirigí a la biblioteca, no para leer por puro gusto, tenía tarea de historia y no quería hacer nada en casa, quería tener mi tarde libre de tareas y ver alguna serie en la televisión mientras me hundo en mi triste monotonía como todos los días.
Busque el libro de la segundo guerra mundial y me senté en una de las sillas de la biblioteca, junto al gran estante de libros, enfrente había una mesa redonda de madera y había dos igual a esa a un lado. Me dispuse a terminar la tarea lo más pronto posible y cuando termine de hacerlo, guarde mi libreta en mi mochila color rosa que estaba sobre una de las sillas. El libro de historia que había tomado prestado lo fui a guardar en el estante, lo iba a dejar ahí e irme, pero vi un libro que me llamo la atención.
El psicoanalista, decía el titulo del libro. Esos son mis tipos de libros favoritos, criminales, policíacos, todo menos romance, ya tengo suficiente con lo cliché que es mi vida.
Me senté en donde estaba el pasillo de libros, apoyando mi espalda en el estante, abrí el libro y me dispuse a leer la sinopsis. No tarde concentrada en la lectura, porque dos voces varoniles me distrajeron.