El corazón del playboy |#1|

Capitulo ocho

—¿Qué clase de playboy eres si no te gusta salir a fiestas?

Brian entró a mi casa como si fuera la suya para después empezar a cuestionar mi actitud de estos días. Realmente no estaba con los ánimos suficientes para aguantarlo. Tener a Brian como amigo, era como tener un novio hombre y eso me causaba escalofríos. Si fuera gay, definitivamente tendría que estar ciego como para tenerlo de pareja.

Uno muy perezoso — respondí acordándome de vuelta en el sofá marrón que estaba en la sala.

—¿Cómo se supone que consigamos chicas si te la pasas acostado en el sofá de la  sala?  — siguió diciendo Brian como si fuera un niño pequeño haciendo un berrinche. Quería ir a una tonta fiesta que una chica del Instituto había realizado, y como era de esperarse, no pensaba ir.

Aborrecia las fiestas y creo que eso se debía a mi personalidad perezosa,  prefería ver películas hasta quedarme ciego, en vez de ir a una fiesta con olor a marihuana.

—No lo entiendes amigo, yo no voy hacia las chicas, las chicas vienen a mi — respondí con arrogancia.

—Y es por eso que tu vas hacía Madison Brooks.

Solté un gruñido de exasperación al escucharlo. ¿Cuando iba a dejar ese estúpido tema? 
No me gustaba madison y nunca lo haría. Simplemente no podía poner en orden mi cabeza cada vez que la veía, y es por eso que mis pies no podían evitar ir a su lado. Pero nada de eso significaba que sentía algo por ella. Por supuesto que no. No había espacio para el amor en mi vida.

—Deja ya esa mierda y pasame el tazón de palomitas— dije apuntando el tazón de palomitas que estaba sobre la mesa. Estaba perfectamente acomodado en el sofá y no tenía la más mínima intención de moverme.

— Me pregunto cuando será el día en el que dejes de tragar comida chatarra.

— Y yo me pregunto cuando será el día en el que dejes de cuestionarte cada cosa que hago como si fueras un filósofo de la edad antigua.

Brian rió sarcasticamente para luego dejar caer el tazón de palomitas en mi abdomen, lo que provocó un pequeño quejido de mi parte.

— Eres un idiota.

— Y tú deberías de dejar de ser un playboy fracasado, es mejor que te retires del oficio.

—Esta platica no tiene sentido, así que empezare a ignorarte mientras veo televisión — dije para encender la televisión frente a nosotros y comenzar mi búsqueda de la película correcta para ver. Brian rodó los ojos con fastidio ante mi acción y se fue a hacer quién sabe qué a la cocina.

Brian y yo habíamos sido amigos desde que éramos pequeños, así que el hecho de que él vagara por mi casa como si fuera suya, ya era una costumbre.

—¿Fuiste a ver a Betty hoy? ¿Cómo sigue ella? — pregunto- casi gritando-; desde la cocina.

No entendía el afán que tenían las personas con mantener una conversación a distancia cuando claramente puedes esperar a estar frente a la otra persona sin necesidad de gritar.

—Te responderé cuando dejes de asaltar mi refrigerador.

No era novedad que Brian siempre hablará de la comida chatarra que siempre comía, cuando él hacia prácticamente lo mismo. Quizá ambos deberíamos retirarnos del oficio. No somos playboys dignos de una novela.

—Ya estoy aquí, ahora responde.

Brian se sentó en el sofá a mi lado con un sándwich de jamón en la mano a la espera de mi respuesta.

—Ella está bien, en lo que cabe, no hay mejoras, no es como la primera vez que su cáncer fue detectado, en esta ocasión no ha presentado ningún avance — contesté serio está vez. 
El aire humorístico que hace un rato nos rodeaba, se había extinguido después de mis palabras.

— Betty es una mujer fuerte, ya verás como se salva de esta como lo hizo la primera vez.

Mi hermana, Beatriz Pemperton, había sido detectada con leucemia cuando recién tenía trece años, en esa ocasión fue un caos en la casa. Mamá se había marchado y papá estaba en su síndrome de depresión por su partida pero cuando mi hermana fue detectada con cáncer, todo el duelo por la partida de mi madre se detuvo. Beatriz era su primogénita y la niña de sus ojos, es por eso que se dedicó a ella cuando mi hermana comenzó a luchar con esa enfermedad, dejando de lado su dolor por su separación, quizá eso lo llevo a aborrecer que Betty haya decidido estar con una chica en lugar de un chico, aún así ese no es motivo suficiente para abandonar a su hija en su recaída en esa maldita enfermedad.

Desde antes, hasta ahora, yo nunca sería capaz de abandonar a mi hermana sólo por su orientación sexual. Siempre estaría a su lado, porque ella es la única familia que tenía.

 

 


 




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