El corazón manda

Capítulo 1: Allison

31 de octubre del 2017, Manhattan, Nueva York.

Allison

Iba tarde al trabajo por segunda vez esta semana y todo porque me quedé dormida de nuevo, si mi hermana Zaira no me despierta, no sé qué haría, bueno si sé, quedaría sin trabajo.


Ser mucama en el Hotel Stone es más cansado que ser camarera, pero el pago lo vale, aunque a veces ni con eso llego a la quincena, por eso algunos días hago horas de camarera en el Restaurante Stone, gracias a mi amiga Sadie quién es gerente ahí, ella sabe mi situación y me llama cuando hay algún campo libre, no importa que solo sean unas horas, todo dinero extra es de gran ayuda.


Hoy hay una gran fiesta en el restaurant, pues cumple el cantante Kaden Stone Allen quien es hijo del dueño del restaurante, Mark Stone Allen.


Kaden Stone es la estrella del momento, canta hermoso, su voz es ronca y las letras de sus canciones son preciosas, dicen que es él quien las escribe, pero seguramente eso es publicidad, para sus seguidoras se emocionen más y todo eso.


Al final llego con 15 minutos de retraso, entro al restaurante por la puerta de servicio y voy directo a cambiarme, pero al llegar está Sadie esperándome.


–Allison, cielo, apúrate, pensé que al final no ibas a venir. _Como siempre me regaña con cariño.


–Lo sé, lo siento, me quedé dormida. _Grito mientras entro al baño a cambiarme.


El uniforme de camarera es igual al de mucama, un vestido negro con cuello v, de manga corta, el largo es por encima de las rodillas, con un delantal blanco que se amarra a la cintura, y unos zapatos negros sencillos, la única diferencia es que de camarera uso katyusha o lazo blanco en la cabeza y de mucama no.

–Ay mi niña, debes tomarte un descanso, no puedes seguir llevando ese ritmo de vida, mira que por eso te quedas dormida, porque no descansas. _Se queja Sadie en tono lastimero. Sé que se preocupa por mí y la adoro por eso, pero… suspiro.


–Qué más quisiera yo Sadie, pero ya sabes que no puedo darme ese lujo. _Le digo al salir del baño, ya cambiada.


–Lo sé cariño, pero ya te dije que yo te puedo ayud… 


–Ni lo menciones, es suficiente con los turnos que me das de camarera aquí en el restaurante, ya te lo he dicho. _La interrumpo. Se acerca y me abraza.


–Niña terca, algún día te dejarás ayudar. Ahora, pongámonos en marcha. Ten, ponte esto. _Me da un antifaz morado, es sencillo, redondo en los bordes y cubre hasta la punta de la nariz. Suelto una pequeña risa.

–¿Para qué me voy a poner esto? _Pregunto, todavía sonriendo.


–Pues para la fiesta obviamente. _Exclama ella, que al ver mi confusión pregunta:


–¿Si te dije que es una fiesta de disfraces?


–¿Qué? No, no me lo dijiste.


–Ah, yo juraría que sí, pero no importa. Ya sabes que es el cumpleaños de Kaden y como también es halloween. _Yo suelto un bufido. –Lo sé, lo sé, tu no celebras halloween, pero el punto es que Mark quería una combinación en la fiestas de su hijo, así que es una fiesta de disfraces para celebrar ambas ocasiones y pidió que absolutamente todos, incluyendo empleados, usaran antifaz. _Termina con una sonrisa.


Me encojo de hombros y me pongo el antifaz.


Al llegar a la cocina veo que todos tienen un antifaz puesto, excepto los cocineros claro. Hay una actividad increíble, meseros yendo de un lado a otro.


–Bueno mi niña, ya sabes que hacer, hoy cubres el puesto de Emma, así que agarra alguna de las charolas y reparte bocadillos, voy a seguir saludando a los invitados y verificar que todo vaya como debe, para  que cuando llegue Kaden todo salga bien. _Me da un beso y sale de la cocina para ir al salon.


Agarro una charola con bocadillos hechos de queso, especias y palitos salados y salgo a repartir.


Hay mucha gente charlando, bailando y divirtiéndose, aunque también hay gente que va llegando, todos vestidos para la ocasión. Hay vampiros, Caperucitas, policías, piratas, gatubelas y muchos otros.


Así pasa media hora, todos divirtiéndose, excepto los que estamos trabajando claro, cuando el señor Mark hace la señal indicada para que todos hagan silencio y estén preparados para cuándo entre Kaden, quien solo tarda dos minutos en cruzar la puerta.

Todos empiezan a cantarle feliz cumpleaños y él luce sorprendido al ver a todos disfrazados. Noto como por un momento su rostro cambia a una de frustración al ver la decoración del restaurante, es de halloween, con arañas, telarañas, fantasmas, calabazas y muchas velas blancas y anaranjadas y un gran cartel guindado del techo que exclama: ¡Feliz cumpleaños Kaden!. ¿Será que tampoco le gusta celebrar halloween o no le gusta que le celebren el cumpleaños con el tema de halloween? A mí me molestaría.

Suspirando me encojo de hombros mentalmente, ya que no vale la pena pensar en eso y sigo con mi trabajo.

 




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