El corazón manda

Capítulo 4: Kaden

Kaden

Borracho.

Así es como terminé en la fiesta. Tan borracho como no lo estaba desde hace mucho tiempo. Eso es lo primero que pienso cuando abro los ojos .


Me fijo en la habitación, estoy acostado en una cama king con sábanas blancas y negras, paredes blancas decoradas con cuadros y un reloj elegante en forma cuadrada, al observar la hora me sorprendo, dormí casi doce horas, sin duda debido a la borrachera.


En frente de la cama hay un televisor, una mesa y una silla.  A mi lado izquierdo hay una ventana grande que cubre casi toda la pared que da a un balcón, dos mesitas de noche a cada lado de la cama, un gran armario y por supuesto un baño. Saliendo de esta habitación hay una sala, una cocina y un baño para invitados. Esta es mi suite privada, la única que no se renta de todo mi hotel.

Por supuesto tengo mi casa, queda en una zona residencial en Upper West Side, uno de los mejores barrios de Manhattan, pero esta suite la tengo para cuestiones laborales y para cuándo tengo compañía.


Jamás llevo a mis conquista a mi casa.


Aquí también tengo una oficina para hacerme cargo del hotel cuando no estoy de gira.


Me estiro mientras bostezo y me doy cuenta de que estoy solo, frunzo el ceño extrañado. Normalmente cuando duermo aquí es porque voy a pasar la noche con alguien, pero al parecer ni eso hice de tan ebrio que estaba.


Voy al baño para asearme. Cuando me fijo en el espejo del lavado no me sorprendo de las considerables ojeras que tengo. Con fastidio pienso que tendré que usar lentes de sol en lo que queda del día.


Después de ducharme voy a la recamara y me visto con una camisa gris en cuello v, unos jeans negros ajustados y unas deportivas negras. Me hecho un poco de loción, me pongo los lentes, agarro mi billetera y mi celular y salgo de mi suite para dar un recorrido por el hotel e ir a hablar con Minerva, la gerente del hotel, para que me ponga al día de cómo van las cosas.


Los cuatro meses que estuve de gira no puse un pie aquí, así que necesito una actualización para saber si todo marcha como debe.


Encuentro a Minerva en la recepción llamándole la atención a uno de los botones en frente de muchas personas. Me acerco despacio para escuchar de que se trata todo el alboroto.


–De verdad no puedo creer que sea usted tan torpe, le ordené que dejara el equipaje de la familia Vallarta en la habitación 92 no en la 96. _Dice ella medio gritando medio susurrando. 


–Pero señora Minerva, la habitación… _Intenta hablar el botones, pero Minerva lo interrumpe.


–No diga nada. Le descontaré un día de su sueldo por este error. _El botones abre los ojos asustado, pero no dice nada. –Ahora váyase y lleve el equipaje donde corresponde.


Miro alrededor y muchas personas apartan la mirada incómodos por la escena. Me acerco aún más dónde están Minerva y el botones y justo cuando voy a hablar alguien más lo hace.


–¡Por Dios! Señora Minerva escuché a Ian, la que se equivocó fue usted. _Sorprendido por la hostilidad que hay en la voz volteo a ver quién es.


Es una mucama que tiene las manos cerradas en puños fuertemente, el ceño fruncido y el rostro rojo de furia.


–¿Qué le pasa niña? ¿Quién se cree usted que es para hablarme así y meterse en lo que no le incumbe? _Minerva vuelca su enojo hacia la mucama.


Cansado de todo el show, intervengo.


–Que alguien me explique ya mismo que pasa aquí. _Los tres me vuelven a ver con el susto pintado en sus rostros. Minerva es la primera en recuperarse de la impresión.


–Kaden, ¿Cómo estás? _Se acerca y me da un beso en la mejilla.


Desde hace cuatro años que trabaja para mí y llevamos una relación de trabajo amistosa. Pero nunca había visto que tratara así a ningún empleado.


–No te preocupes por nada, es un simple error, pero ya lo estoy resolviendo. _Sonrie brevemente y se vuelve hacia la mucama. –Vaya y ocupese de su trabajo. La espero en mi oficina cuando termine su turno. Y usted _Le dice al botones. –vaya a arreglar su error, ya sabe cuál es su castigo.


–Señor Stone _Exclama la camarera. –haga algo por favor. La señora Minerva está siendo injusta.


Observo a la muchacha que tiene las agallas suficientes como para enfrentarse a su superior al decirme eso.


Es pequeña, pienso.


De repente me viene a la mente una imagen de ella vestida de rojo, sentada en una mesa conmigo en medio de sus piernas. Parpadeo rápidamente y la observo fijamente recorriendo su rostro con mi mirada.

Me sorprendo al sentir que la conozco de algún lado.


Ella me mira fijamente también y sus ojos se detienen en mis labios, respira suave y profundamente y nuestras miradas chocan, sus ojos son azules luminosos, son hermosos. Aparta la mirada y pregunta:


–¿Señor Stone? _Recordando el problema me concentro en eso y digo:


–¿Minerva? Explíqueme que pasa.


–Kaden, lo que pasa es que le dije al botones que llevara el equipaje de la familia Vallarta a la habitación 92 y él la llevó a la 96 y en esa habitación está hospedado John Delph, el presidente del banco PROASE con… _Se acerca y susurra. –su amante. _Le lanza una mirada furiosa al botones. –Asi que ya te imaginarás el escándalo. Por supuesto el señor Delph fue a quejarse a Gerencia por la interrupción y el error, ya que el botones lo cuestionó preguntándole que qué hacía en esa habitación, el señor Delph le dijo que era su habitación, pero el botones se negó a creele. _Noto de reojos que la mucama le hace señas al botones para que hable, el niega con la cabeza, pero habla viendo la insistencia de la chica.




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