Una semana después
Estoy en el baño de la suite privada de Kaden, limpiando claro, cuando escucho que se abre la puerta principal de la suite.
Qué extraño, pienso.
A penas son un poco más de las seis de la mañana, normalmente cuando Kaden no pasa la noche aquí viene al hotel después de las diez de la mañana o hasta después del mediodía, por esa razón cuando la habitación queda sola es la primera en limpiarse.
–No entiendo por qué me despiertas tan temprano, ahorita estuviera durmiendo todavía. _Se queja alguien.
–Ya te dije que necesito hacer una videollamada importante para negociar el terreno en Las Vegas, para la expansión del hotel. Si no llamo ya mismo la competencia me lo gana. _Dice una voz que sí reconozco, la de Kaden.
No sé si irme o seguir limpiando. Esto no había pasado antes, quiero decir, con las otras habitaciones es diferente, porque si están ocupadas simplemente tocas la puerta y avisas que vas a limpiar, pero en esta suite solo la limpiamos cuando está desocupada. Decido seguir limpiando. Después de todo no le veo el problema.
–Sí, ya sé eso, lo que no entiendo es porqué me despiertas si yo no soy el que tengo que hacer la videollamada, no tengo nada que ver en esto. _Vuelve a quejarse la otra persona. Su voz me suena familiar.
–¿Cómo que no tienes nada que ver? Eres el director de este hotel, debes de estar presente en esta videollamada y deja de acostarte, vas a arrugar tu traje.
Escucho movimientos por toda la suite mientras limpio el espejo del lavadero, de pronto se abre la puerta del baño y pego un grito del susto haciendo que quien abrió la puerta también grite.
–¡Señor Ross! _Exclamo cuando me percato que es él. Se agarra el pecho con una mano y respira rápidamente.
El señor Zachary Ross es el director del hotel y mejor amigo de Kaden, son casi hermanos. Es un hombre de raices japonesas, pero es estadounidense. Casi todas las empleadas del hotel tienen un enamoramiento con él, con su cabello y ojos negros, su sonrisa Colgate y su cuerpo musculoso, pero nadie se atreve a coquetear con él. Una mujer que trabajaba en el hotel lo intentó y no consiguió nada, solo su despido, pues él está enamorado de su esposa Susana Ross. Cuando la señora Ross se enteró de lo que la empleada estaba intentando la confrontó, pero la empleada no quiso entender y siguió intentando ligarse al señor Ross, así que él mismo la despidió.
A todos nos cae bien, siempre es muy carismático y amable.
–Señorita Evans, no sabía que estaba aquí. _Dice más calmado.
–Lo siento señor. Estoy limpiando la suite, ya que estaba desocupada. _Respondo.
–Ah, claro, claro, no se preocupe, siga con su trabajo. _Sonríe y regresa a la habitación.
Diez minutos después salgo del baño para limpiar el cuarto, cambio las sábanas de la cama, limpio los vidrios de la ventana, el televisor y los muebles y voy hacia la sala que es lo único que me falta por limpiar.
Ahí están ambos, Kaden y el señor Ross, se ven frustrados mientras miran fijamente hacia una computadora.
–Dios mío, que cosa más lenta Kaden, lleva como quince minutos desde que la encendiste y no inicia. _Se queja el señor Ross.
–Ya lo sé, lleva varios días así, la tengo que cambiar, está demasiado lenta y no sé porqué. _Limpio los cuadros y las lámparas, pero mi atención está en ese par.
–¡Al fin! _Exclama el señor Ross al ver que la computadora inició.
Los veo de reojo. Están sentados en un sofá en forma de L color blanco con la computadora en una mesita.
Kaden teclea, espera, vuelve a teclear y a esperar y ambos se vuelven a frustrar.
–Qué porquería Kaden. Definitivamente debes cambiarla.
–Si, eso haré, se cierra sola la aplicación. _Suspira. –No sé que le pasa a esta cosa. Dentro de diez minutos tengo que hacer la videollamada.
Los veo seguir intentando abrir una aplicación y luego el correo, pero ambas cosas se me cierran solas. Decido ayudarlos.
–Disculpen. _Los dos voltean a verme. –Puedo ayudarlos con la computadora si me lo permiten.
–¿Cómo? ¿Sabe de computadoras? _Pregunta Kaden.
–Un poco. _Respondo. –Puedo intentarlo si quieren. _Ambos se miran entre sí y se encogen de hombros.
–Adelante. _Cede Kaden. –Intentelo. Ojalá pueda arreglarla.
Me arrodilló en frente de la mesita donde está la computadora y comienzo a revisar su sistema.
Me pongo nerviosa pues ambos están detrás de mí observando fijamente lo que hago y eso me intimida. Cuando hallo la razón de porqué es lenta me relajo.
–La computadora no está dañada. _Les comienzo a decir. –Lo que pasa es que su disco duro está colapsado.
–¿Eso qué significa? _Cuestion Kaden un poco inseguro o eso parece.
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Editado: 11.01.2019