El corazón manda

Capítulo 9: Allison

A pesar de que salgo del hotel a las dos de la tarde llego a la casa a las siete de la noche pues estaba en un café internet haciendo un pequeño vídeo con unas fotos que me enviaron al correo de una empresa de productos naturales de belleza que me ha contratado varias veces para que les haga ciertas cosas para su publicidad, en realidad es sencillo, pues ellos me envían fotos, videos y muchos detalles de sus productos y yo tengo que dejar volar mi imaginación para hacer un vídeo que se vea profesional y que a ellos les guste, claro, sería más sencillo si tuviera mi propia computadora o mejor aún, mi título de informática, así tendría un trabajo fijo en lo que me gusta, pero como no tengo ni lo uno ni lo otro me tengo que confirmar con pequeños trabajos.

 
A estas alturas ya tendría mi título de ingeniería informática, pero… mejor no pensar en eso, es muy doloroso.


Abro la puerta de mi casa y al dar un paso dentro veo a mi hermana Zaira sentada en el suelo de la sala con varios cuadernos extendidos en la mesita que está frente al sillón.


–Hola Zai, ¿Haces la tarea? _Pregunto, ella levanta la mirada y sonríe levemente.


–Si, es de matemáticas. _Frunce los labios cuando dice “matemáticas”, lo odia. –Quería preguntarte si mañana después del colegio puedo ir con Lisa y Andrew al cine, van a pasar la nueva película de zombies y no queremos perdernosla. _Dice, su voz suena un poco titubeante y sé que es por el dinero.


Nuestra situación económica es muy ajustada, pero por eso hago trabajos extras, para que las dos nos demos un gusto de vez en cuando.


Zaira tiene catorce años y para su edad es bastante madura y consciente de las cosas. Ella entiende nuestra precaria situación y por eso casi siempre se la pasa haciendo manualidades, ya sea pulseras, tarjetas para ocasiones especiales o cajitas bonitas con materiales reciclables para venderlas y así ayudarme un poco con los gastos de la casa, también para sus propios gastos de cuando sale con sus amigos y así no pedirme nada, sin embargo yo sé el esfuerzo que hace para tener sus cosas y cuándo puedo la invito a salir o le compro un regalo.


–Por supuesto que puede ir cariño, nada más no vengas tarde. _Ella sonríe y asiente con la cabeza. Busco mi cartera en mi bolso y saco veinte dólares. –Toma, para que te compres algo en el cine, diviértete.


–No Allison, no te preocupes, yo tengo unos dólares de la caja sorpresa que le vendí a una compañera, quedó encantada cuando vio que a pesar de ser de cartón podía ponerle código y en vez de darme los diez dólares que cobraba por la caja me pagó quince. _Cuenta orgullosa.


–¿De verdad? Felicidades Zai, pero de todas maneras toma los veinte dólares. _Cuando va a protestar agrego: –Hoy hice un vídeo para aquella empresa de productos de belleza y apenas les envié el vídeo me pagaron trescientos dólares, así que toma los veinte dólares y diviértete mañana.


–Está bien. _Acepta entre dientes. –Pero… _Se interrumpe cuando la puerta principal se abre. Ambas nos ponemos tensas cuando mi padre entra y nos ve.


–Ah, mis adooradas hijasss. _Dice arrastrando las palabras, señal de que está ebrio como siempre. Ve los cuadernos de Zaira esparcidos en la mesita y frunce el ceño. Al instante me pongo más tensa de lo que ya estaba. –¿Qué hace todo ese desorden ahí? ¿Acaso son tan inútiles que son incapaces de entender que no me gusta el desorden en mi casa? _Pregunta con voz un poco elevada y de repente no parece tan ebrio. Como si su cólera ilógica le despejara la mente.


–Zaira _Llamo. –Recoge eso y vete a la habitación. _La casa solo tiene dos recámaras por lo que Zaira y yo compartimos una y mi padre usa la otra.
Mi hermana comienza a recoger sus cosas y se levanta cuando siento que mi padre me toma del cabello. Zaira se sobresalta al escuchar mi quejidoqu detiene lo que está haciendo, pero le suplico con la mirada que se vaya a nuestro cuarto.


–¿Estás ignorandome? Les hice una pregunta y ninguna respondió, ¿Ese es el respeto que tienen por su padre? _Apreta su agarre y siento miles de latigazos en mi cuero cabelludo. Zaira se va corriendo y se encierra, pero pude ver sus lágrimas. Odio esto.


–No estábamos ignorandote _Susurro. –solo apresuré a Zaira para que no haya más desorden. _Mi padre me voltea para quedar de frente y me sujeta fuerte por los brazos.


–¿¡Crees que soy idiota!? _Me sacude. –Yo sé que me prefieren muerto, pero adivina, nunca se desharán de mi. La puta de su madre me abandonó, pero no dejaré que ustedes hagan lo mismo, ¿Me entiendes? _Asiento con la cabeza esperando que me suelte y librarme de su ira. –Bien. Ahora sirveme la cena.


–N…no hay cena todavía, no he co…cocinado. _¡Dios! Al final no voy a librarme.


No veo el golpe venir, solo siento el dolor en mi rostro, el sabor cobrizo de la sangre en mi boca y siento como mi cuerpo rebota cuando caigo al suelo. Mis lágrimas se desbordan, ya no puedo retenerlas.




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