El Corsario y la Rosa de Invierno - Versión Española

Capitulo 3

El sol ya entraba por las ventanas del comedor cuando Rowena bajó. Se detuvo un instante en la puerta, escuchando la voz de su hermana. Lívia hablaba deprisa, inclinada hacia la criada que la atendía, rodeada de platos de frutas y dulces, mientras untaba mantequilla distraídamente en la tostada.

— Y luego él me miró, estoy segura. El hijo del barón Ashcombe. Quiero decir, no oficialmente, claro… pero creo que se fijó en mí más que en cualquier otra.

La criada respondió con un murmullo vago, y fue en ese momento cuando Lívia se dio cuenta de la presencia de Rowena.

— ¡Oh! ¡Rowena, querida! —exclamó, con renovado entusiasmo—. El baile fue maravilloso, ¿no te pareció? Todos nos miraban. Y yo vi perfectamente cuando el primo del duque te miró. Él es... diferente, ¿verdad? Claro que esos hombres miran a todas las chicas, pero aun así.

Rowena se sentó, se sirvió té y se esforzó por mantener una expresión neutra, a pesar de las ganas de poner los ojos en blanco. La mano apretó un instante el asa de la taza, sintiendo el calor contra los dedos.

— Estoy verdaderamente halagada, Lívia. —El tono fue tan suave que Lívia ni siquiera percibió la ironía.

— ¡Y Lord Halbridge! ¿Viste cómo te habló? No sé cómo puedes mantenerte tan tranquila. Yo, en tu lugar… oh, seguro me habría desmayado. —Lívia se rió, inclinándose como si compartieran un secreto.

Rowena arqueó una ceja, disimulando una sonrisa. Qué criatura tan frívola.

— Deberías venir de compras conmigo hoy —continuó Lívia, emocionada—. Un vestido nuevo, quizá dos. Hay una modista nueva en Bond Street, Lady Cassandra me habló de ella, parece que hace maravillas. Y sinceramente, necesitas ayuda, el vestido que usaste ayer ya no está de moda.

Rowena abrió la boca para responder, pero la puerta se abrió de repente, y Lady Meredith entró, con una sonrisa en los labios que se desvaneció ligeramente al ver a Rowena. Un fuerte aroma floral la acompañaba, demasiado dulce.

— Querida, estás encantadora esta mañana —le dijo a su hija, pasándole la mano por el hombro. Luego lanzó una mirada cortante a la criada—. Ya puedes retirarte, Molly.

La muchacha hizo una ligera reverencia y se apresuró a salir, con la vista baja.

Solo entonces Meredith se dirigió a Rowena.

— Tu padre quiere hablar contigo, querida.

Lívia amplió la sonrisa, batiendo ligeramente las manos, como si aquello fuera una noticia emocionante.

— Rowena, ¿será que ya hubo una propuesta para tu mano? ¿Mamá, es eso?

Lady Meredith soltó una risita baja, posando delicadamente la mano en el brazo de su hija.

— Oh, querida, no seas tonta. Tu hermana acaba de ser presentada en sociedad, fue solo su primer baile. No podemos esperar milagros con su complexión.

Lívia también se rió, pero no cedió.

— Yo solo creo… curioso. Quiero decir, con tanta atención ayer… —Se volvió hacia Rowena, los ojos brillantes—. Y, seamos sinceras, Lord Halbridge parecía bastante interesado, te invitó a bailar al menos dos veces. Y el primo del duque… no te quitaba los ojos de encima.

— Creo que me miró tantas veces como miró la mesa del bufé, Lívia. —Rowena arqueó las cejas, intentando contener las ganas de darle una respuesta más cortante. Un nudo cálido le apretaba la garganta; lo disimuló, tomando de nuevo la taza y llevándola a los labios.

— ¡Oh, eres tan graciosa, Rowena!

— ¿Primo del duque? —interrumpió Lady Meredith.

— ¡Oh, mamá! —exclamó Lívia, divertida—. El Capitán Wolveston. El primo exótico. ¡Rico como Creso, y tan guapo! Estoy segura de que no quitó los ojos de Rowena.

Meredith miró a Rowena, entornando los ojos.

— No me parece el tipo de atención que te interese. Si fuera el hijo de un vizconde… —Meredith encogió ligeramente los hombros—. Pero el primo de un duque… espero que no confundas eso con un interés real.

Lívia soltó una risita, inclinándose hacia su hermana con aire conspirador.

— Bueno, convenzamos, no tienes precisamente el tipo de imagen que inspire grandes pasiones, ¿verdad?

Rowena inspiró hondo. Sabía que morder el anzuelo solo les daría placer —y no pensaba darles ese gusto. Sonrió.

— Querida, ve a pedirle a Molly que traiga mi chal. Y arréglate. Iremos de compras después de que tu padre y yo hablemos con Rowena —dijo Meredith, en un tono más suave para Lívia.

Luego, volviéndose hacia Rowena:

— Tu padre te espera en el despacho. ¿Vamos?

Rowena se levantó, alisándose distraídamente la falda. Hizo una breve inclinación de cabeza —era un gesto automático, más por hábito que por respeto— y siguió a la madrastra, sintiendo la mirada curiosa de Lívia acompañando sus pasos.



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En el texto hay: intriga, amor, passado sombrio

Editado: 02.08.2025

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