🌟💖✨ ¿Te gustó? Haz clic en seguir. ¡Apóyame! 🌟💖✨
Rowena estaba en la biblioteca, el libro abierto sobre su regazo, pero sus ojos se demoraban demasiado en cada página. El cielo nublado hacía que el ambiente resultase acogedor. Afuera, solo se oía el crujido ocasional de un carruaje y el golpeteo lejano de cascos sobre el empedrado.
Intentó concentrarse. No había sido fácil escapar de la prueba en la modista: Meredith opinando sobre cada detalle, Lívia soltando exclamaciones sobre telas y frunces. Ahora, finalmente sola, Rowena respiraba hondo.
Las palabras en el libro, sin embargo, comenzaban a desdibujarse.
Sin querer, sus pensamientos volvían al momento en el patio. Su mirada. La sonrisa. La forma en que, sin hacer nada evidente, pareció verla con una claridad incómoda.
Rowena crispó los dedos en la esquina de la página. Ridículo. No tenía paciencia para forasteros envueltos en rumores. Inspiró hondo, intentando barrer su imagen de la mente.
La puerta chirrió.
—Rowena, querida. —La voz melosa de Meredith se deslizó por la sala antes incluso de que apareciera—. Tengo buenas noticias. Llegó una invitación para el sarao de los Abingdon. Mañana por la noche. Es uno de los más esperados de la temporada.
Rowena cerró el libro con calma, dejándolo sobre su regazo.
—Qué afortunadas somos.
Meredith sonrió, sin notar —o fingiendo no notar— el tono.
—Tendremos que preparar un vestido especial para ti, claro. Menos mal que fuimos hoy a la modista. —Hizo una breve pausa, acomodando un rizo de cabello—. Espero que estés lista para brillar, querida. Después de todo, nunca se sabe quién podría fijarse en ti.
Sin esperar respuesta, se marchó con el mismo aire etéreo con el que había entrado.
Rowena inspiró despacio. Solo cuando volvió a quedarse sola se dio cuenta de que tamborileaba los dedos en el brazo del sillón. Se preguntó, con un ligero nudo en el estómago, si él estaría entre los invitados. Y acto seguido se irritó. No importaba. No debía importar.
—¡Rowena! —La voz chillona de entusiasmo de Lívia precedió su entrada. Su hermana irrumpió corriendo y se dejó caer en el diván más cercano, las faldas ondeando—. ¿Oíste? ¡Vamos al sarao de los Abingdon! ¡Va a ser maravilloso! ¡Dicen que Lady Cassandra llevará un vestido traído de París! Y solo imagina…
Rowena suspiró, abriendo de nuevo el libro, pero Lívia siguió, encaramada en el brazo del diván:
—Imagina si el primo del duque también está allí. Ese capitán exótico. Oh, Rowena, ¡sería perfecto! ¿No crees?
—Quizá para ti, Lívia. Yo prefiero hombres que saben comportarse.
Lívia se quedó callada un instante, los ojos abiertos de sorpresa.
—¿Hombres...? ¿Qué quieres decir con eso? ¿Ya lo conociste? —Se inclinó hacia adelante, curiosa, una sonrisa despuntando—. Oh, Rowena, no me digas que ya te habló. ¿Cuándo fue? ¿Qué pasó?
Rowena respiró hondo, la paciencia al límite.
—No pasó nada. No inventes historias, Lívia. —Su voz salió baja, pero con un filo cortante.
Lívia se echó ligeramente hacia atrás, aún sonriente pero dubitativa.
—Solo lo decía... parece tan interesante, eso es todo.
—Claro que lo decías. —Rowena se puso de pie, arreglándose las faldas con un movimiento sereno, pero sus ojos brillaban con frialdad—. Buenas noches, Lívia.
Salió de la biblioteca, dejando a su hermana sola, sentada en el diván, mirando la puerta entreabierta, perpleja, con la boca entreabierta por el asombro.
🌟💖✨ ¿Te gustó? Haz clic en seguir. ¡Apóyame! 🌟💖✨