El Corsario y la Rosa de Invierno - Versión Española

Episodio 2

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Aquella tarde, tras un almuerzo tedioso con su padre, su madrastra y Lívia, Rowena se preparaba para una elegante merienda a la que sería arrastrada por Lady Meredith. Frente al espejo, ajustaba discretamente los pendientes, intentando no pensar demasiado en lo que le esperaba.

La puerta se abrió de golpe y Lívia entró con el rostro sonrojado y los ojos brillando como estrellas. Agitaba un sobre color crema con tanta energía que Rowena casi temió que el papel se deshiciera.

—¡Rowena! —exclamó, sin aliento, casi saltando en el sitio—. ¡No te imaginas! ¡Estamos invitadas al baile del duque de Devonmere!

Rowena se volvió con lentitud, arqueando ligeramente una ceja, intentando ocultar la curiosidad que comenzaba a despuntar.

—¿El duque de Devonmere? —repitió.

—¡Sí! —Lívia casi daba vueltas, rebosando emoción—. Dicen que solo hace un baile así cada tres años, ¡y este es especial porque presentará a su hija, Lady Clarice, en sociedad!

—¿Y...? —preguntó Rowena, esforzándose por parecer desinteresada.

—¿Y?! —Lívia se inclinó, los ojos brillando como si compartiera un secreto prohibido—. ¿Sabes quién estará allí? Lord Halbridge, los hermanos Abingdon, y —bajó la voz— se dice que también invitaron al primo del duque de Wexley.

Rowena sintió un leve escalofrío subirle por el vientre.

—¿Sabías que es nuestro vecino? —susurró Lívia, encantada—. Mamá lo descubrió hablando con Lady Amesbury. Fue él quien alquiló la casa de al lado. He intentado cruzarme con él, pero nunca logro verlo salir.

Rowena alzó ligeramente las cejas, fingiendo estar escandalizada, esforzándose por parecer solo cortésmente sorprendida.

—Lívia, no deberías decir esas cosas... Pero no tenía idea de que fuera nuestro vecino.

—¡Exactamente! Es tan misterioso, ¿sabes? Todos hablan de él. Dicen que pasó años en Oriente. Y que está buscando esposa. Oh, cómo desearía que me invitara a bailar...

Rowena se abrazó levemente, como si intentara resguardarse de una oleada repentina de emociones.

—Creía que nadie sabía mucho sobre él —murmuró, con la voz casi en un susurro.

—¡Pues sí! —exclamó Lívia, con los ojos muy abiertos, la emoción casi palpable—. Y eso es lo que lo hace fascinante. No sabes cómo todos hablan de él desde el último baile. Él es... Oh, Rowena, ¡es de los que quitan el aliento!

—Ya lo has dicho —respondió Rowena, con una voz cortante, aunque con un leve temblor que la delataba.

—Mañana, Madame Bellamy vendrá a casa para que elijamos las telas y los encajes de los vestidos. Mamá quiere que estemos deslumbrantes —dijo, guiñándole un ojo antes de salir tan rápido como había entrado.

Rowena se quedó inmóvil por un instante, con el corazón aún acelerado. Llevó la mano al pecho, luego al espejo, los dedos rozando distraídamente el cuello desnudo, como si tratara de acomodar un collar que no llevaba. Soltó un largo suspiro, la mente girando en torno a las posibilidades.

Él no va a ayudarte. Qué idea tan absurda… y sin embargo, no lograba apartarla.

El sonido amortiguado de pasos en el pasillo la devolvió a la realidad. Rowena enderezó los hombros, respiró hondo y alisó las arrugas del vestido, sintiendo la suavidad fría de la tela bajo los dedos.

Afuera, oyó la voz impaciente de Lady Meredith llamándola:

—¡Rowena, querida, vamos! Imagino que no querrás hacer una entrada tardía.

Con una última mirada al espejo, Rowena se dio la vuelta y salió del cuarto hacia otra tarde de frivolidades.

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En el texto hay: intriga, amor, passado sombrio

Editado: 02.08.2025

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