El "coso"

Ese hombre tiene de todo...

Levanto la vista lentamente y sigo la mirada embobada de Crissa. Sí, es él. Se detiene para contestar una llamada y oh sí, parece sacado de un comercial de Dior. Nos da la espalda mirando hacia la calle y madre mía, Crissa y yo suspiramos al mismo tiempo.

- Ese hombre tiene de todo... - Digo sin poder detener mi contemplación.

- En las cantidades justas y necesarias. –Completa mi amiga -Lo que daría por apretar ese trasero. – Añade Crissa y yo suelto la carcajada. Me callo al ver a alguien obstaculizando tan bella visión.

- Como siempre es un placer oír tu risa tesoro. – David salido de la nada está frente nuestro y gruño audiblemente.

- Lárgate. – Le suelta Crissa.

- Crissa, querida... que placer verte.

- Juro que te clavaré el tenedor en tu vena aorta.

- Que agresividad Crissa, santo cielo, sólo quería saludar...

- Hola y adiós. – Le digo lanzándole dardos con la mirada, David tiene la insana idea de que sigo suspirando por él, raya en el acoso, sería acoso en toda regla de no ser por su miedo a ser descubierto por Lucille.

- No seas así cariño, tú sabes que tú eres a quien prefiero por mucho.

- Vaya, que honor. Gracias. – Digo con sorna. – Vete, en serio. Ya hiciste tu vida, tengo la mía. Déjame en paz.

- Yo sigo viendo tu vida como siempre. – Dice el muy idiota y deseo tanto... deseo y puedo... - después de mí, no ha habido nadie. Eso dice mucho ¿no crees?

Me levanto dispuesta a tirarle mi plato de deliciosa comida al imbécil, lo lamento tanto por la comida, pero David debe entender que lo quiero si es posible en otro país.

- Cariño, ¿no irás a hacer lo que creo que harás verdad? – La voz del Adonis llega de detrás de David y de pronto se pone en nuestro campo de visión. Menos mal que David no ve mi cara de asombro pues se concentra en el recién llegado. – Sería desperdiciar la comida ¿No te parece? Sé que ese temperamento tuyo pide hacerlo, pero reserva ese fuego para mí ¿quieres?

Adonis, fuego, temperamento, con él... oh, por Dios. Pasan los segundos y yo sigo en shock.

- Hola. Que bueno que has llegado, estábamos esperándote. Le decía a Kendra que tuviera paciencia, pero se moría por verte, David... ya lárgate. – Crissa, bendita Crissa, quiero abrazarla. 

 

Ella sí que sabe como actuar bajo presión, yo sigo con el plato sosteniéndolo con ambas manos y en modo estático.

- Baja ese plato cariño, Kenny por favor... -Insiste Adonis. Lo hago poco a poco y él me sonríe súper divertido.

- ¿Quién eres? – suelta David malhumorado.

- Mi... -empiezo dudosa.

- Su prometido. – Crissa, otra vez y en esta ocasión en lugar de querer abrazarla, quiero matarla...

- Supongo que no lo invitaremos a la boda.- Dijo él y yo me sorprendo de que siga en la farsa. David se dio la vuelta y se fue, mientras yo sigo en estado mutis profundis.

- ¡¿En que estabas pensando?! –Increpé a Crissa saliendo de mi estupor.

- Vaya, has recuperado la voz. – Dijo el Ado... tengo que saber como rayos se llama.

- ¿Cómo te llamas? – Pregunto a bocajarro, lamento no lucir muy agradecida, digo, él parece un regalo del cielo o del olimpo en todo caso, pero lo cierto es que Crissa acaba de complicar mi vida laboral porque a)David encontrará la forma de decirlo en el trabajo y tendré que proseguir la mentira b)Lucille querrá llegar al fondo de la situación porque no soportará que vaya a casarme y bueno, porque básicamente me odia y c)¿Quién rayos creerá que un modelo de Dior anda pues, conmigo? Aunque dudo de que nos vayan a ver juntos...

- Para ti su nombre es "Salvador". – Me dice Crissa enfurruñada al ver que estoy más que dispuesta a seguirle gritando.

- ¡Lo era, hasta que se te ocurrió semejante tontería! ¿Tienes una condenada idea de como me irá en el trabajo si esto se riega? David era una piedra en el zapato lo mismo que Lucille, pero ahora que se corra esto, ella me odiará más.

- Luke. – Nos interrumpe él.

- ¿Perdón? – Bueno, no cabe duda que cerca de ese hombre mis neuronas entran en ovulación y se congestionan y explotan o algo así, porque no soy capaz ahora mismo de sumar dos más dos o de poder tener dos líneas de conversación.

- Así se llama Ken. – Me aclara Crissa haciéndome lucir como no, tonta. Respiro profundo y decido intentar hacerme ver un poco menos neurótica e idiota.

- Lo siento, en serio, gracias por lo que hiciste. – Suelto rápidamente.

- No te he ayudado precisamente, por lo que veo. – Esta vez me permito verle bien a la cara, error, fail... retrocede, retrocede.

Creo que algo se me atrofió al estar tanto tiempo fuera del mercado, el solo verlo me deja como adolescente tímida y boba, sumamente impresionada y cero desenvuelta.

- La del error fui yo. – Suelta Crissa. – Tú le ayudaste, ese tipo cree que Kendra aun suspira por él.

- Nunca suspiré por él. –Corrijo de inmediato.

- Fue tu novio. –Acota la muy....

- Fue, lo era, pero ya no lo es.

- Parece que quien no lo supera es él. –Dice Sebastián y yo asiento enérgicamente con la cabeza.

- Estoy a un imbécil de hacerme lesbiana. –Suelto sin más y él lanza una carcajada.

- No cuentes conmigo.- Añade Crissa y él sigue riendo, siento que empiezo a relajarme un poco.

- Sinceramente espero que eso no ocurra. –Dice al parar de reír.

- ¿Por qué no comes con nosotras? Ken te debe una, ella invita.

- Le invitaré a él en todo caso, tú paga tu comida.

- Avara.

- La invitación tendrá que quedar pendiente. Me temo que tengo una reunión... - La decepción recorrió todo mi cuerpo.

- Siempre comemos por aquí, cuando quieras cobrar el favor a Ken aquí estaremos.

- Es un trato. – Dice él.

- Gracias.- Repito y añado algo importante. – Nunca volveré a usarte de esta manera, en realidad lo del compromiso todo ha sido cosa de Cris, suele abrir la boca antes de pensar. – Un ¡oye! Enojado de Crissa surgió de inmediato y la ignoré. – Yo sería incapaz de hacer algo así, lo juro... - Algo me llama la atención a su espalda, cuando me di cuenta de que se trataba abrí los ojos con terror, logrando que Sebastián estuviera a punto de voltear a ver qué era lo que me había puesto esa cara, antes que lo hiciera me tiré a sus brazos, escondí mi cara en su cuello y le susurré al oído la única palabra que podía decir: Perdón.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.