✈️ El Primer Vuelo hacia lo Desconocido
Renata
Me desperté a las siete de la mañana. 25 de diciembre. Feliz cumpleaños para mí, me dije, con burla y sarcasmo.
Tomé el teléfono. La oleada de mensajes de mis cinco pilares ya estaba allí. Los abrí, y aunque las lágrimas volvieron, esta vez eran de gratitud pura.
Abril: ¡Felices 18, Reni! Eres la chica más fuerte, más loca y más increíble que conozco. Esta es tu verdadera nueva vida. ¡Vuela!
Sebastián: ¡Felicidades, Jefa del Caos! Te graduaste de Sterling Hall y de la casa de los horrores. Te esperamos para el brindis en Italia. P.D.: No hagas nada estúpido, ¡aún te necesitamos!
Nicolás: Reni, mi tía te manda un abrazo de cumpleaños (y una disculpa por las papas). Estás a salvo. La tranquilidad es tu mejor regalo. ¡Feliz mayoría de edad!
Mateo: Cumples 18, y ya tienes un Acta de Defunción Falsa a tu nombre. ¡Eres leyenda! Feliz cumpleaños. El plan está en marcha. Te quiero.
Diego: Feliz cumpleaños. Ya no tienes diecisiete, tienes un futuro. Pase lo que pase con ese hombre, tienes un hogar con nosotros. Siempre. No lo olvides.
Les agradecí con un mensaje lleno de amor y un emoji de corazón.
Me levanté y tomé una ducha. Al salir, busqué algo de comer. Solo encontré frituras. Ni modo, debía aguantar. Me daba pánico salir y ser vista; aquí estaba segura.
Comencé a recorrer la casa. Era preciosa. Siempre pensé que mis amigos tenían dinero, pero a este extremo, jamás. —¿Así será la casa de mi supuesto padre?—me pregunté.
Terminé de revisar por dentro y fui al patio. ¡Había una piscina! Estaba llena. No creo que se enojen si tomo un baño, ¿verdad?
Me puse unos shorts y una camisa de tirantes, até mi cabello en una coleta y me lancé. Nadé con todas mis fuerzas, dejando que el agua absorbiera la última pizca de ansiedad.
Cuando el estómago me rugió, salí. Volví a la cocina a comer mis frituras. Revisé mi teléfono y vi los mensajes de los chicos:
Mateo (10:00 am): Reni, mi padre habló con el Sr. Mancini. Te irán a recoger en un jet privado. Le mandamos la ubicación del punto de encuentro. Estarán llegando a más tardar a las 9 de la noche. Tienes que estar pendiente. Atrás de la casa hay un campo amplio; ahí aterrizarán.
Abril (11:15 am): Reni, ¿por qué no has respondido? ¿Sigues dormida?
Sebastián (12:30 pm): ¡¿Estás bien?! ¡Avisa, porque nos estamos preocupando!
Nicolás (12:32 pm): ¡RENIIIIII! 😟
Diego (1:20 pm): Esta niña se distrajo con algo fijo. 😠
Yo: Hola, chicos. Lo siento. Encontré una piscina y se me fue el tiempo en ella. 😳
Abril: ¡Jejeje! Nos tenías preocupados, y tú bien cómoda, nadando.
Yo: Lo siento, chicos. Los quiero.
Subí a la habitación a cambiarme. Encendí la televisión. Me quedé dormida viendo una película naca de Navidad.
Me despertó el ruido del teléfono. Contesté con un gruñido.
—¡Reni!—gritó Mateo. —¿Por qué no respondías?
—Lo siento, me había quedado dormida. —¿Qué pasó?
—¡En unos cinco minutos aterrizará el jet! Necesito que estés lista para salir, ¡así que apúrate!
—¡Oka, lo siento, ahorita voy!—Colgué.
¡Mierda! Busqué mi mochila y metí mi ropa a toda prisa. Busqué mis tenis… No los encontré.
Y entonces escuché el ruido: el estruendo de un motor a reacción bajando. ¡Mierda, llegaron!
Salí corriendo sin zapatos. Me aseguré de cerrar la casa como me dijeron, y salí descalza y me dirigía la parte de atras de la casa. Vi el jet privado aterrizar en el campo amplio. Oh, por Dios. "Eso es increíble," dije con la boca abierta.
—Una escalera descendió. Vi a un hombre, impecablemente vestido, que bajaba con una calma total. ¿Será ese mi padre?
Se acercó y me hizo una ligera inclinación.
—Señorita,— dijo el hombre. —Soy Luca, el mayordomo del señor Mancini. Me mandó a recogerla. Él no pudo venir, pero está muy feliz de poder conocerla.
—Oh, gracias. Mi nombre es Renata, —dije. Una voz interior, decepcionada, susurró: Supongo que tampoco le importo mucho a él.
—Sigame señorita- me dijo lucas—y yo, obvedientemente lo segui al interior del jet.
Esto es un sueño, es increible, si no me quieren puedo venirme a vivir aquí, pensé.
—Luca me invitó a sentarme en un pequeño comedor a bordo. —Señorita, ¿ya comió?.
Dije que sí, pero mi estómago rugió en ese instante, fuerte y claro.—yo me paralice de la vergüenza, y sentí mi cara arder.
—Luca no dijo nada. Regresó con un plato que contenía una chuleta perfecta y un puré de papas humeante. —Provecho, señorita,— dijo, y se sentó en otro sitio.
Esto era la gloria. No solo se veía delicioso, lo era.
—Cuando terminé, Luca me señaló una puerta. —Hay una recámara, señorita. Debería ir a dormir, porque son doce horas de vuelo.
Hice lo que me pidió. Cuando abrí, era un dormitorio de suite. Cama grande, baño privado, un closet vacío. Cerré detrás de mí, sintiéndome extraña.
Me di una ducha. Me acosté y, mientras me hundía en el colchón, pensé: Me querrán ellos, o también seré un estorbo en sus vidas me pregunté mientras me quedaba dormida.
🇮🇹 Benvenuti, Signorina Mancini
Renata
Un golpe seco y lejano me despertó. Parpadeé, sintiendo el colchón de plumas debajo de mí. Escuché la voz profesional de Luca al otro lado de la puerta.
—Señorita, en unos veinte vamos a aterrizar. Si puede, por favor, salir y tomar asiento.