El crepúsculo de los lobos [saga Resiliencia •2]

Debo marcharme

~Adriano~

En luz de luna, permanecemos preocupados por el estado en el que Matías se encuentra. Según lo que me ha dicho mi esposa, entró en intervención con una hemorragia interna, por lo que deben dejarlo bajo observación, esperando y, con suerte, no tener que operarle de urgencia. Han transcurrido un par de días desde lo ocurrido. Gracias a Anna sé que Matías continúa en coma, pero, por fortuna, está estable. No puede asegurarme que todo irá bien con él, ya que en un descuido puede torcerse todo de repente.

Por fortuna, al menos desde la muerte de Olivia, todo se ha mantenido tranquilo hasta ahora a pesar de la situación. Scott ha decidido mantener su mente ocupada, y la verdad es que lo comprendo; mientras él, como alfa en funciones, se encarga de todo en la manada. Christian entrena a los jóvenes que tienen su primera transformación más próxima; así que ha ido a enseñarlos a cazar esta vez.

En Londres, por desgracia, perdimos a uno de los nuestros: al líder del equipo de nuestra seguridad. Por eso Scott, al amanecer, creyó oportuno que yo ocupe dicho puesto y me organicé con ellos. Mis hijos tienen un mes de vida, y pensamos que lo mejor sería celebrarlo junto con el de nuestras nietas, en cuanto sus padres se recuperen, que ojalá sea pronto. Hemos recibido noticias de Bella y Ryan; según parece, ella estuvo a punto de morir hace unos días, pero, gracias a la diosa, continúa entre nosotros.

No imagino el susto que se ha debido llevar Ryan. A través del alfa Chase, les hemos enviado fuerzas a nuestros amigos. Las otras manadas que nos ayudaron regresaron a casa, necesitaban el calor de sus familias después de perder a padres, hermanos y amigos en Londres. Las amigas de mi hija, por otro lado, han regresado con sus parejas a casa; y Ada, aunque asegura que nos adora, estaba extrañando su cama. En este momento, he enviado a un grupo de nuestros hombres para que reformen la vivienda de Paula y Ezequiel. Porque Leonel y Sasha deben aprender a controlar sus impulsos; como vampiros, todo se intensifica y han tenido la libido por las nubes durante las noches. Paula, roja como un tomate, me pidió el favor de darles las llaves de una nueva casa para ella y su esposo. Personalmente reconozco que fue una situación graciosa, y los daños a la vivienda no fueron para tanto. Pero, como es una propiedad a nombre de nuestra manada, nos corresponde encargarnos de arreglar las paredes afectadas y cambiar los muebles que se han visto en medio de estos dos sujetos.

Un día después de terminar con Olivia, George se marchó junto a sus brujos. Pero antes de partir, dejó muy claro que si volviéramos a necesitar de ellos, que los avisemos y regresarán de inmediato. Se han ido para cumplir con la promesa que este le hizo a Cristina, la madre de Hugo; también han dicho que volverán, pero esperan que, con suerte, sea junto a Henry Lennox.

Mi hija estuvo dos días durmiendo. Ahora que ha despertado, decidió apartarse de todos y no dirigirle la palabra a nadie. Temo que algo le haga empeorar, o incluso que, si recuerda que estuvo a punto de matar al padre de sus hijas, sea capaz de cometer una locura. Así que cuando fui a verla el mismo día que despertó y no la encontré, seguí su rastro y la vi sacar a Kendra al comienzo de la arboleda. Desde ese momento, se ha negado a regresar a su forma humana. Y, honestamente, a pesar de que he intentado que se sienta apoyada, permanece a la defensiva. Cree que se ha convertido en un peligro, y si continúa dejando a Kendra el control absoluto, podría perder la humanidad, olvidándose de quién es y ser una loba para siempre.

~Scott~

He querido mantenerme ocupado, ya que si no hago nada me terminaré volviendo loco. Soy conocedor de que la historia con los Santoro viene desde que mi padre lideraba. Por eso llegué a la conclusión de que, si quiero proteger a mi familia, Ernesto Santoro debe morir.

Durante la mañana he ido comprobando, casa por casa, el estado de salud de los heridos en Londres. Muy agradecidos me han recibido con los brazos abiertos, invitándome a café o incluso a comer. Gran parte de ellos se han recuperado, otros continúan en ese lento proceso. Les he preguntado si necesitaban comida y medicamentos; dijeron que no era necesario, pero he querido insistir en ser yo quien se encargue de abastecerlos de medicinas para su completa mejoría.

Acabo de salir del comedor común. No he visto a Matías desde el alba, así que, a pesar de que sé que Nikolay no lo ha dejado solo, iré a quedarme a su lado las próximas horas. Le he pedido a mi cuñado que regrese junto a su mujer embarazada y sus bebés, pero insiste en que no volverá a Rusia hasta no ver que Matías abre los ojos. Lo comprendo, pero no me gustaría que, si su esposa se pone en labor de parto, él se pierda ese gran momento. A veces olvido lo testarudos que pueden ser los Ivanov; Alisa era igual ante una situación como esta, y realmente no había manera de hacerla cambiar de opinión.

—¿Hola, ha vuelto a pasar el médico? —pregunté al entrar en la habitación del hospital. Con el dolor de tener que ver a mi hijo con ayuda para respirar y conectado a máquinas que marcan sus constantes.

—No, todavía desconocen si despertará pronto o se mantendrá así un tiempo más —respondió cabizbajo.

—¿Sabes? Accalia te necesita con ella. ¿Has pensado qué harás si, mientras continúas aquí, ella entra en labor? No tengo palabras para agradecerte todo cuanto haces por los chicos, pero necesitas descansar; no has dormido ni comido nada —añadí.

—Tonterías, ella entiende perfectamente lo importante que son ellos para mí. Me muero si algo les pasa, Scott; son lo único que me mantienen unido aún a mi hermanita. Accalia comprende eso; aún le queda un tiempo para dar a luz —contestó.

—No es cierto, tu mujer está a pocas semanas de dar a luz. No te perdonarás haberte perdido ese momento, y ambos aquí sabemos que tu hermana te llevaría de un tirón de orejas hasta Rusia si estuviera con nosotros —sonreí y respondí.




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