~Matías~
Después de el hechizo para conservar su cuerpo en buen estado, Cristina, Hugo y Henry comenzaron a preparar todo lo necesario. Me encargué personalmente de trasladar a mi esposa hasta la vivienda de los Lennox; no quise que nadie más lo hiciera. Quien no me conozca pensará que me he vuelto loco, y la verdad es que no me importa. Porque aquellos que me conocen saben de mi perseverancia y tenacidad; también sabrán perfectamente que no pienso darme por vencido, porque mi mundo sin ella no tiene sentido.
Nunca sabes el verdadero significado del amor hasta que te encuentras con tu "uno entre un millón". Esa persona que, sin saber cómo, termina pintando tu mundo de colores con una sonrisa, un simple gesto, un pequeño detalle o una sola palabra con un gran significado. Y sé que hay quienes pensarán que solo es cuestión de tiempo para que mi esposa pase a ser un mero recuerdo. Pero se equivocan, porque ella es parte de mí desde el primer instante en que la vi.
Anhelante al amanecer, sentado entre los árboles fuera del hogar de la familia Lennox, vagaba por cada memoria en la que ella aparecía. Cada vez que veía su sonrisa, sus ojos, aquellos atesorados recuerdos intensificaban este vacío en mi pecho. Estoy decidido: haré lo que esté en mi mano para recuperarla, pero si fracaso, puedo considerarme muerto. Inmerso en mis pensamientos, no había notado que Cristina se acercaba.
—¿Y bien? ¿Encontraron a mi mujer? —pregunté, temiendo la respuesta, pero la tristeza en su mirada me dijo lo que necesitaba. Algo no había salido bien.
—A veces, las almas que viajan al otro lado del velo, como la de tu padre, suelen hacerlo porque dejaron algo pendiente antes de partir. Hay otras que pasan directamente al descanso eterno, pero... en ocasiones, algunas se quedan atrapadas en un mundo paralelo a este, perdidas en algún tipo de sufrimiento —respondió.
—¿Quieres decir que no hay manera de hallarla? —pregunté, acongojado.
—Ha sido imposible encontrarla, pero te prometo seguir intentándolo —contestó, observando mi dolor con pena.
—Sigue buscándola —dije antes de transformarme y correr bosque adentro.
~Connor~
Nadie esperaba este giro tan drástico en los acontecimientos. Entre el regreso de Ethan y la muerte de Alessandra, no puedo evitar sentir una impotencia al no saber cómo ayudar a mi mejor amigo. No lo había visto tan destrozado desde que Alisa murió frente a él.
—Papá, ¿sabes dónde está Scott? —pregunté, frunciendo el ceño al recordar que no se le había visto desde que Matías sacó a Alessandra del hospital.
—Salió hace unas horas hacia Rusia. Iba a comunicarles a ellos el fallecimiento de nuestra Luna y a traer a casa a Eloy, ya que Scott cree que a Matías le hará bien ver a su hermano —respondió.
—Eso quiere decir que está solo ahora mismo —dije, meditabundo. —Iré a asegurarme de que está bien —añadí.
—Está bien, yo visitaré a Adriano y Anna —contestó.
—¿Los peques saben ya que...? —me interrumpió.
—No, supongo que todos mantenemos la esperanza de que logren traerla de vuelta —respondió mientras salíamos del despacho de Matías.
—Papá, estuve pensando... que lo más aconsejable sería enviar a las embarazadas, niños, ancianos y a Anna con los cuatro peques a Rusia. Ahora, con Ethan campando a sus anchas, si se entera de que Ales y Matías tienen hijas... —me interrumpió, terminando mi frase.
—Vendría a matar a Zaniah e Itzamara. Bien pensado, debemos protegerlas. Informaré de esto a Adriano y llamaré a Nikolay.
—Tengo que irme, voy a Camden Hills —añadí antes de transformarme y adentrarme en la arboleda.
~Derrik~
—¡Maldición! —exclamé, golpeando el árbol más cercano.
—¿Tienes alguna idea de dónde se la pudo haber llevado? —preguntó Stephan.
—No, pero nos dividiremos en dos grupos. Unos se quedarán en Camden y lo recorrerán de palmo a palmo; los otros viajaremos hacia Thomaston, el pueblo donde Ada tenía su vida antes de escaparse de su padre —contesté.
—Organizaré a los chicos. ¿Qué hacemos si los encontramos? —preguntó Stephan.
—Poner a salvo a mi mujer y apresar a Grayson —respondí tajante. —Vayamos a casa para organizarnos —añadí antes de transformarme y emprender mi camino.
~Scott~
Llevo una hora en Rusia. Eloy ha regresado a la civilización porque, al bajarme del coche, fue el primero en recibirme. Creo que sigue pensando que tiene ocho años, porque se había tirado a mis brazos enganchándose en modo koala.
Ha cambiado desde que se negó a regresar a Camden. Ya tiene 16 años y, físicamente, desde el día uno aislado en el bosque, se ha ejercitado tanto que aparenta tener el cuerpo de un muchacho de 18. Ahora no tiene su cabellera larga habitual; lleva el mismo degradado que su tío.
Sintiéndome orgulloso, escuchaba lo que me contaba que ha vivido y aprendido este tiempo en Rusia. Esperábamos a que Nikolay se nos uniera en el despacho, ya que ayudaba con los gemelos a Accalia.
—Papá, ya está bien de hablar de mí. Eres muy transparente, por lo que es muy evidente que algo está sucediendo —soltó, de brazos cruzados y ceño fruncido, esperando una explicación.
—Esperemos a tu tío, prefiero que se enteren juntos, por favor.
—Chicos, lamento haberles hecho esperar. ¿Qué es tan urgente, Scott? —dijo Nikolay entrando de repente en el despacho. Suspiré con pesadez y lo dije:
—Ethan ha regresado, y Alessandra... ha muerto —el silencio se hizo presente.
—¿Matías? —preguntaron al unísono.
—Destrozado, no ha regresado con las niñas; se mantiene en el bosque —respondí. —Por eso he venido, hijo. Debes regresar —añadí. El teléfono comenzó a sonar antes de que Eloy pudiera decir algo.
—¿Qué sucede? —preguntó Nikolay al descolgar.
—Pon el manos libres —intervine. —¿Christian?
—Escuchen, conocemos a Ethan, pero no sabemos lo siguiente que hará. ¿Alguno se ha preguntado qué es lo que va a hacer cuando sepa de la existencia de Zaniah e Itzamara? —comentó. —Adriano y Anna ya lo saben, y están de acuerdo con la decisión de Connor.
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Editado: 09.11.2024