~Hunter~
En mi vida, nunca había visto tantos cazadores en un mismo lugar tras una sola persona. Por lo general, suelen ser muy territoriales, especialmente cuando se llenan los bolsillos a nuestra costa, dándonos caza. La concentración de ellos en mis tierras me ha llevado a pensar que detrás de toda esta situación hay una tercera persona, desconocida para nosotros, operando desde las sombras; lo cual me preocupa. No hemos tenido la oportunidad de detenernos ni un solo segundo para descansar. Estamos agotados y deseando llegar a nuestro destino, que, hasta la llegada de mi tío, nos mantendrá a salvo.
Por otro lado, todavía no me puedo creer que la he encontrado. Soy consciente de que tendré un duro trabajo por delante, mostrándole que no soy el malo y que puede confiar en mí. A pesar de esta complicada situación, mantengo la esperanza de que no termine destrozándome al rechazar la unión de nuestro vínculo, y que pueda llegar a amarme, como estoy seguro de que yo acabaré amándola a ella. Absorto en mis pensamientos, mi atención se posa en ella cuando, al intentar saltar un árbol caído en el medio de nuestro camino, la veo caer.
—¡Ciara! —exclamé abriendo los ojos desorbitados. Ambos regresamos a nuestros cuerpos, y al ver que intentaba ponerse en pie, la tomé de inmediato en mis brazos—. ¿Qué ocurre? —cuestioné—. Oye, tranquila, estarás bien. Te tengo, confía en mí —añadí con una amplia sonrisa. Sus ojos denotaban confusión antes de desmayarse en mis brazos.
—Hermano, lo siento, pero debemos avanzar. Si nos detenemos ahora, nos atraparán y se la llevarán después de matarnos, lo sabes. Dime, ¿cuánto queda para llegar a nuestro destino? —intervino Ryan.
—Un día, a lo sumo. Por favor, ¿podéis subirla sobre mi lobo? —supliqué. Ryan la cargó en brazos, me aparté y me transformé.
—Yo subiré con ella —intervino Isabella. Una vez ambas sobre mi lobo, estábamos dispuestos a continuar nuestro viaje; pero el crujir de las ramas a nuestro alrededor nos puso en alerta.
—Debemos irnos, están cerca —añadió Ryan, cuando fue golpeado por un vampiro que cayó desde la copa de un árbol.
—¡Ryan! —exclamamos al unísono.
—¡Marchaos! Prometo que os alcanzaré en el camino —respondió. Nos rehusábamos a dejarlo solo, cuando se giró y volvió a gritar iracundo—: ¡Que se vayan!
~Alessandra~
Me encontraba viviendo un sueño de esos de los que no quieres despertar. Me aferré a él tanto como pude, ocultando mi rostro en su torso desnudo; su aroma inundó mis fosas nasales, algo que tanto me hacía falta.
—Amor, también te he extrañado —dijo Matías, posando un suave beso en mi cabeza.
—Chicos, tenemos que irnos o vendrán más de ellos —intervino Eloy. Entonces me di cuenta de un detalle que ellos desconocían, y que estaba segura de que les sorprendería.
—Chicos, acompáñenme. Hay personas que desean verlos a ambos; ellos me ayudaron cuando llegué a este lugar —dije, cuando esas personas con las que quería reunirlos aparecieron frente a nosotros.
—¿Abuelos? ¿Mamá? —preguntaron al unísono, asombrados.
—Y mis abuelos —añadí.
—Chicos, ¿no vais a abrazar a vuestra madre? —preguntó Alisa, saliendo de detrás de Justin y Jasha, con una amplia sonrisa y lágrimas descendiendo por sus mejillas.
—Mamá... —murmuró Matías, mientras Eloy corría a los brazos de la mujer que le había dado la vida y que no conocía.
Madre e hijos se abrazaron fuertemente, hasta que Alisa nos miró al resto y dijo:
—Es un abrazo familiar, no se queden ahí parados, estáis invitados.
Riendo ligeramente, pronto nos unimos a ellos.
~Scott~
Han transcurrido un par de días desde la última vez que supe de mis hijos. Estoy preocupado por ellos; por lo que les daré un margen de dos días más, y si continúo sin tener noticias, iré yo mismo a buscarlos. Los alfas como Brent, Marc, Matthew e incluso Callum, entre otros, se han ido instalando en sus viviendas habituales de huéspedes que tienen siempre que vienen a Luz de Luna.
Muchos de ellos han comentado las pérdidas que, lamentablemente, han sufrido en cada manada a causa de clanes de vampiros que los han visto como un bufé libre. Esto nos ha llevado a tomar la decisión de esconder a nuestras mujeres, hijos y ancianos, como en mi caso, que terminamos enviándolos a Rusia con Nikolay.
Durante mi camino hasta el hogar de la familia Lennox, me sentí orgulloso de Matías al ver el progreso entre manadas luego de haber sido nombrado alfa. Las mismas, incluyendo la mía, conviven como una gran familia, donde hay respeto, amor, amistad, pero sobre todo lealtad; es admirable y algo que no se veía desde antaño. Al llegar frente a la vivienda, la puerta se abrió rápidamente, mostrando a Henry, quien al verme dijo:
—Iba a salir a buscarte, tenemos algo.
—¿Va todo bien? —cuestioné con el ceño fruncido.
—Adelante —añadió, apartándose de la entrada y cerrando la puerta tras nosotros. Habían despejado el salón, cubriéndolo de velas, escrituras, grimorios y otras cosas que desconozco a simple vista. Cristina y Hugo se encontraban trabajando juntos dentro de un círculo pintado en el suelo, con algunos símbolos.
—Gracias por venir, Scott —intervino Cristina.
—¿Qué está pasando? —pregunté.
—Algo ha cambiado en todo esto, por algo que tu hijo ha hecho sin saber que me estaba ayudando al mismo tiempo —añadió.
—No comprendo... —me interrumpió.
—Conocía cuán poderosa puede ser la unión entre un alfa y su alma predestinada, pero es la primera vez que me encuentro con un amor inquebrantable como el de ellos. Matías ha pasado al otro lado del velo para volver a reencontrarse con la mujer que ama.
—¿Dónde dices que está mi hijo? —pregunté con asombro.
—Tomó una decisión. De alguna manera, ha cruzado al otro lado solo para volver a verla. El que estén juntos en estos momentos nos ha ayudado a localizar al fin el alma perdida de Alessandra —contestó Hugo.
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Editado: 09.11.2024