El crepúsculo de los lobos [saga Resiliencia •2]

¿Papá?

~Matías~

En ocasiones como esta, podría resultarme útil imponer mi estatus como alfa, pero con nuestros amigos me temo que es totalmente imposible, ya que al final siempre terminan saliéndose con la suya, incluso después de haberles gruñido innumerables veces por interrumpir mi semana a solas con mi mujer. Tres días luego de su regreso, las chicas llegaron con bolsas y se encerraron en una de las habitaciones con mi esposa, quien, por supuesto estaba muerta de la risa por la situación. Así que, resignado, me fui a preparar, mientras los chicos esperaban en la sala sirviéndose de las cervezas que guardaba para nuestras reuniones en la nevera.

El ambiente estaba excelente en el local, y eso fue lo que desencadenó la locura de las chicas; de inmediato se dirigieron a la pista de baile, mientras nosotros optamos por ir a buscar las primeras bebidas de la noche.

Desafortunadamente, no pudimos reunirnos todos esta vez, Stephan y Derrik están de regreso hacia Camden junto a Ada, así que Jessica es la única sin pareja esta noche. Pero las demás se han encargado de que no se sienta sola, sacándola a bailar en varias ocasiones.

Verlas contentas nos brindaba alegría a nosotros. Un grupo de amigas algo locas, pero inseparables; definitivamente me hacía feliz verlas juntas de nuevo con el regreso de mi esposa.

En algún momento de la noche, se concentraron tanto en su baile conjunto entre ellas que decidimos no intervenir y nos dirigimos a la barra, desde donde observábamos sus movimientos sensuales. Después de casi una hora, se unieron a nosotros.

—Vamos al baño, enseguida regresamos —dijo Ashley.

—Iremos con ustedes —respondió Connor.

—No es necesario, no tardaremos —añadió Alessandra.

—Está bien, solo tener cuidado —intervino Kenai.

Nos mezclamos entre la multitud en la pista, cuando de repente ninguno de nosotros podía moverse; quedamos paralizados sin comprender qué estaba sucediendo. Un insoportable dolor de cabeza tornó nuestra visión nebulosa.

—Al fin solo para mi. Alfa, eres difícil de encontrar —una voz femenina susurró en mi oído. No necesitaba verla para saber que era mi segunda mate. Desde el principio, mi deseo era distanciarme, pero lamentablemente no era elección de mi cuerpo. Algo habían vertido en nuestras bebidas. Un conjunto de mujeres desconocidas nos rodearon y besaron de una manera posesiva; presentía que enfrentaríamos serios problemas en breve.

~Alessandra~

Abrí los ojos desorbitados deteniéndome en seco a nuestra vuelta del baño al ver la actividad de los chicos. Durante nuestro baile, decidimos planear una noche especial para nuestros esposos y optamos por hablar nosotras a solas. Seleccionamos la canción

‘Earned It’ de The Weeknd, elegimos lencería de encaje en una tienda en línea y preparamos una coreografía particular. Deseábamos sorprenderlos a todos en una sola habitación. Pero se nos quitaron las ganas, al encontrarnos con la desagradable sorpresa en la pista: otras chicas besando a nuestros maridos. Esto era la guerra. A pasos agigantados nos acercamos a ellos, y a la que estaba besando a Matías directamente, le tiré del cabello, haciéndola retroceder.

—Está casado. ¿O no ves su alianza en el dedo anular, bruja? —gruñí iracunda.

—No serás siempre su esposa, cariño. Siempre consigo lo que quiero, y él es mío —dijo con descaro y una malvada sonrisa, desabrochando los botones de la camisa de mi esposo. Observé a Matías al darme cuenta de que sus ojos se habían tornado blancos como perlas, indicándome que algo más pasaba.

—Grrr, grave error —gruñí.

—¿Buscas un collar anti pulgas loba? —inquirió con desdén. No pude contenerme más; me lancé sobre ella, agarrándola del cabello, apreté los puños y comencé a golpearla sin control. Escuché entonces los gritos de Paula y las demás decir:

—¡Vamos a por ellas! ¡Demostremos quién manda y que los maridos ajenos no se tocan!

De repente, nos convertimos en el centro de atención de la discoteca, generando un alboroto en medio de la pista de baile.

En algún momento, sentí que me sujetaban de las caderas, tratando de separarme de la bruja; pero eso no me detuvo. Matías, Ezequiel, Kenai, Connor y Anakin intentaron contenernos, más les resultó imposible hasta que los guardias de seguridad tuvieron que intervenir sacándonos a todos del local.

—Esto no se quedará así, volveremos —advirtió la chica que besaba a Matías antes de marcharse con sus amigas, pero no antes de que yo pudiera mostrarle primero el dedo del medio gustosa.

Una vez solos, los chicos intentaron explicarse, pero no quisimos escucharlos; aún sabiendo que no tenían culpa, esto les serviría para estar más alerta la próxima vez. Regresamos por separado a la casa del bosque, nosotras en el coche de Jess y ellos en el de Matías. Al llegar ya estaban ellos esperándonos en la puerta.

—Amor... —lo interrumpí.

—Dime una cosa: ¿qué habrías hecho si yo hubiera estado en tu lugar y vieras a otro hombre besándome? —cuestioné, inexpresiva de brazos cruzados.

—Grrr —gruñó.

—A eso me refiero —respondí—. Por favor, regresen a la aldea. Está amaneciendo; nosotras dormiremos hoy aquí —añadí. Le di la espalda y me marché sin darle tiempo a responder.

~Isabella~

Después de dos décadas separados, solo evitó mi mirada como si fuéramos dos extraños. Ni siquiera preguntó dónde he estado todo este tiempo. No he podido evitar que su indiferencia me doliera, trayendo a mi memoria el pasado.

—Hola, pequeña te veo bien. ¿Cómo estás? —preguntó Izan, sentándose a mi lado en el porche.

—¡Pero si me recuerdas! —exclamé con ironía.

—¿Por qué dices eso? —cuestionó con el ceño fruncido.

—Me vistes fuera de la habitación de Hunter; me reconociste.

—Tenía que darle atención inmediata, lo sabes —respondió.

—Ya no soy una niña. Evadiste mi mirada cuando viste que te reconocí. ¿Por qué?




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