~Ciara~
Como una ingenua, recordando las palabras de mis padres, pensé que al fin había una posibilidad de ser feliz; pero me temo que la realidad se ha encargado de mostrarme todo lo contrario. Han pasado unos días desde que me atacaron. Hunter se ha disculpado; sé que se siente culpable, y no sé cómo hacerle ver lo contrario.
No puedo evitar sentir inquietud por mi seguridad, a pesar de la promesa de mi mate. Le expresé mi deseo de estar sola, y él me brindó refugio en su habitación, otorgándome el espacio necesario para pensar sobre lo sucedido. He tenido tiempo suficiente, y finalmente tomé una decisión. A pesar de correr el riesgo de parecer una cobarde, sé que debo alejarme para proteger a Hunter, ya que aquellos que se acercan demasiado a mí sufren el mismo destino que mis padres. Es necesario separar los problemas de su vida, y yo soy uno de ellos.
~Connor~
Detesto este sentimiento de impotencia. ¿Por qué nos culpan de algo que no hicimos? No teníamos el control de nuestras acciones, por difícil que sea de creer; solo amo a una persona, y por mi madre que jamás le haría daño, porque antes prefiero enfrentar a la muerte. Sí, llamadme dramático, pero es que extraño su calidez. Yo no sé los chicos, pero si esto se demora por más tiempo, iré a sacar a Ashley de esa casa, chille, patalee o incluso me enfrente a golpes.
Arrastrando cierta pesadez emocional y con escasas ganas de sonreír, abandoné la cama. Desplegué sobre ella unos shorts junto a una camiseta de colores combinados. Tras un largo suspiro, entré al baño, abriendo los ojos desorbitados en cuanto me di cuenta de las amplias ojeras en mi rostro al mirarme en el espejo.
Después de salir de la ducha, me vestí, permitiendo que mi cabello quedara alborotado de manera despreocupada. Bajé a la cocina y, al cruzar el umbral de la misma, noté que papá había preparado mi desayuno antes de salir de casa.
Mientras tomaba mi taza de café, observaba dubitativo mi teléfono, pensando si debía o no enviarle un mensaje a Ashley.
—Grrr —gruñí airado, ignorando lo que estaban tramando esta vez las chicas. Sin embargo, llamé a Kenai en su lugar.
—¿Qué ocurre? —preguntó al descolgar.
—¿Sabes si han averiguado algo sobre las personas de la otra noche? —cuestioné.
—No, pero... tal vez Matías sepa algo —respondió.
—Cierto. Te veo afuera en cinco minutos —contesté.
—Perfecto —agregó antes de colgar. Una vez afuera, se unió a nosotros en el centro de la aldea Alek, la pareja de Áurea.
—¿Áurea te ha llamado? —cuestionó Kenai.
—No, es extraño, pero desde que las chicas la llamaron se ha mantenido desconectada —contestó Alek con el ceño fruncido.
—Matías, buenos días —saludamos al unísono.
—Venía a informarles: las mujeres de la discoteca tienen un largo historial de violencia; pertenecen a una manada un tanto peculiar. Brent me ha dicho que tiene un oscuro pasado con uno de sus miembros, y mi tío me ha advertido sobre el alfa de la misma; pues dice que no es alguien con quien se pueda hablar de manera amigable —informó—. Pero... tengo que contarles algo: según parece, tras la muerte de mi esposa, Lina Durand pasó a ser mi segunda mate —añadió con tristeza.
—¿Ales lo sabe? —preguntó Anakin.
—No, pero lo sabrá pronto —aseguró Matías—. Quiero que sepan que nada cambiará; saben que no existe otra para mí que no sea la madre de mis hijas. He rechazado a Lina Durand, pero parece ser que no acepta un no; debemos tener en cuenta cuál será su principal objetivo.
—Si no quieren hablar con nosotros, ¿cómo se lo dirás? —pregunté.
—Iba a ir ahora mismo a disculparme con ella —agregó Matías.
—Deben saber que no fue nuestra culpa lo que pasó —añadió Kenai.
—Cierto, y lo saben; pero ya las conocen cuando se alían enojadas —respondió Matías con una amplia sonrisa.
—Iré contigo a pedir perdón a Paula —intervino Ezequiel, uniéndose a nosotros.
~Derrik~
Con el pasar de los días, seguimos sumergidos en estos viejos libros de mi padre; desafortunadamente, no hemos logrado hallar la información que necesito. Aún sigo sin comprender el cambio que mi mujer ha vivido, pues usualmente es poco común que una mujer loba se transforme en los nueve meses; y Ada está ya casi en su sexto mes de gestación.
Hablando de ella, esta mañana, a primera hora, ha tomado una maleta y se ha marchado a toda prisa con las chicas a la casa de Matías en el bosque. Debería preocuparme, pero sé que estará bien junto a ellas; darían la vida las unas por las otras sin dudar. Sin embargo, dado que conozco la actual situación de Matías y los demás, no puedo evitar sentir curiosidad por lo que estén tramando.
—¿Has encontrado algo? —cuestionó mi beta, irrumpiendo en mis pensamientos.
—No, desafortunadamente, todo cuanto he leído es sobre lo que ya conocemos: historias de las familias originales, gemelos con poderes extraordinarios que nacen cada ciertas décadas, como... —contesté.
—Itzamara y Zaniah —intervino, asintiendo.
—Así es, pero me temo que hasta ahora no hemos encontrado nada que explique por qué una humana acaba convirtiéndose en una loba en el sexto mes de embarazo —añadí cabizbajo.
—¿Crees que tal vez le haya afectado al bebé? —cuestionó.
—El médico nos ha dicho que se encuentra en perfectas condiciones, lo que me tranquiliza.
—¿Saben qué será? ¿Niño o niña? —preguntó con emoción.
—Hemos decidido no saberlo hasta que esté entre nuestros brazos, pero sea lo que sea, será nuestra mayor bendición —contesté, con mi corazón latiendo con rapidez, ante la imagen formada en mi cabeza pensando en ese momento cuando al fin pueda tener a nuestro hijo en brazos.
—Serán unos padres asombrosos —agregó.
—Gracias, intentaré hacerlo lo mejor posible.
—Anoche escuché a tu padre gritar, ¿no ha habido avances en su estado? —cuestionó.
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Editado: 09.11.2024