El crepúsculo de los lobos [saga Resiliencia •2]

Redención

~Ethan~

El día que todo sucedió, cuando al fin obtuve mi venganza, me sentí realizado. Pero todo hay que decirlo: cuando fui consciente de que los vampiros y lobos que me acompañaban, si no estaban muertos, habían huido, no dudé en hacer lo mismo. Sabía que con la muerte de Alessandra y los alaridos de lamento de Matías estarían ocupados, así que no quise tentar a mi suerte y salí de Camden.

Me escondí en el primer pueblo que se me ocurrió. Pagué unas noches en un hotel en Rockport mientras decidía cuál sería mi próximo destino para mi nueva vida. Lo que no contaba era que el primer paso hacia un nuevo comienzo estaba más cerca de lo que esperaba. Antes de marcharme, quise disfrutar de lo que este lugar tenía para ofrecer y salí una noche a tomar una copa, cuando capté el aroma de Mason.

Decidí entrar al primer bar que vi. Me detuve en seco cuando el dulce aroma a melocotón me envolvió. Captando mi atención, me giré y entonces la vi: danzando con naturalidad entre las mesas del local, era una de las camareras. De figura delgada y curvilínea, su sonrisa deslumbrante iluminaba el lugar, y su cabello castaño caía en cascadas seductoras sobre sus hombros.

Pero fueron esos ojos azules como el mar los que me atraparon. Al verla, supe que era más que una camarera. Observándola incrédulo, me acerqué a la barra esperando ser atendido. No podía creer que la diosa luna, después de mis malas acciones, me bendijera con mi alma predestinada, mi compañera; esa hermosa mujer es mi luna.

···

~La otra noche~

—Buenas noches, bienvenido. ¿Qué desea tomar? —preguntó al otro lado de la barra, sacándome de mi ensimismamiento. Y, para mi sorpresa, por primera vez me había quedado sin palabras.

—Eh... —titubeé, incapaz de apartar la mirada de sus ojos azules que brillaban como estrellas en la noche. Tragué saliva antes de intentar responder—. Solo una cerveza, por favor. —Ella asintió con una sonrisa encantadora y comenzó a preparar mi bebida. Mientras tanto, me esforcé por reunir mis pensamientos y recuperar algo de compostura.

—¿Es tu primera vez aquí? —preguntó ella, con un tono amigable.

—Sí, acabo de llegar a Rockport —respondí, sintiéndome un poco más cómodo ahora que tenía algo de conversación.

—¿Qué te trae por este lugar? —inquirió, mientras deslizaba la cerveza hacia mí.

—Oh, solo buscando un nuevo comienzo, supongo —admití, aceptando el vaso con gratitud—. ¿Y tú, cuánto tiempo has estado trabajando aquí?

—Dos años —respondió con una sonrisa—. ¿Sabes? Eres diferente a los demás —dijo mientras limpiaba unos vasos, cogiéndome por sorpresa.

—¿En serio? No suelo escuchar eso muy a menudo; la gente me detesta —respondí.

—Sí, hay algo en ti que no puedo explicar —agregó, mientras servía una bebida a otro cliente. Sabía que nuestro vínculo de mates tenía algo que ver, pero mi curiosidad despertó ante sus palabras. Antes de que pudiera preguntar, ella intervino.

—¿Qué te ocurrió? —cuestionó.

—¿Con qué? —contesté con el ceño fruncido.

—Con la cicatriz en tu cara —comentó con tacto. Inmediatamente sentí cómo mis músculos se tensaban ante el recuerdo. Desvié la mirada por un momento antes de responder con evasión.

—Es una larga historia... —balbuceé—. ¿Cómo te llamas? —cambié de tema, tratando de desviar la atención. Ella sonrió y se presentó:

—Me llamo Angie, ¿y cuál es el tuyo?

—Ethan —respondí.

···

Esa misma noche intercambiamos números, y decidí quedarme a vivir en este pueblo. Así que comencé a buscar trabajo. Mientras tanto, manteníamos largas conversaciones durante las noches que no la acompañaba del trabajo a casa; algo que, en poco tiempo, terminó convirtiéndose en una agradable rutina.

¿Sabéis? Lo he pensado y, si me quedaré en su vida, Angie merece a un buen hombre con ella. Así que elegí cambiar y ser un hombre mejor. Aunque debo reconocer que, en los veintisiete años que tengo, es la primera vez que siento tanto miedo; temo su rechazo cuando le cuente la clase de monstruo que soy. No soportaría que me mirase como uno, pero merece saberlo. Y, por otro lado, no dejo de pensar que mi pasado puede alcanzarme y que ella salga afectada solo por ser mi compañera.

~Hunter~

En la madrugada, me levanté de manera abrupta, con un dolor que se acrecentaba en mi pecho. Siguiendo mi intuición en ese momento, eché a correr buscándola, pero mis sospechas se reafirmaron al encontrar mi dormitorio vacío y una nota sobre la cama, en la que decía:

···

Querido Hunter:

Todavía no comprendo la profundidad del lazo que compartimos. No entiendo cómo, en estos pocos días juntos, has logrado ocupar una gran parte de mi corazón. He comenzado a quererte, y por eso he decidido tomar esta decisión tan dolorosa para ambos. Quisiera quedarme entre tus brazos, pero sabes que es algo imposible. Mi pasado no nos dejaría ser felices; casi te pierdo por ello y, si eso llegase a pasar, no lo soportaría. ¿Cómo vivir en un mundo en el que no estés?

Sé que ahora no lo entenderás, pero por favor, te pido que no me busques. Mi presencia solo causaría dolor y pérdidas. Lo último ocurrido con la intervención de Celeste y el peligro al que se vieron expuestos los pequeños solo me lo confirmaron. Debo protegeros, así como tú me protegiste a mí.

Espero que la diosa luna me conceda el deseo que le he pedido antes de marcharme. Ojalá te otorgue la oportunidad de encontrar a otra mate, alguien que te pueda dar lo que yo no puedo: felicidad.

Gracias por todo lo que has hecho por mí, por salvarme; ahora es mi turno de hacer lo mismo por ti.

Con amor, Ciara.

···

—Grrr —gruñí, poniendo patas arriba la habitación. Con lágrimas contenidas, arrugué la nota en mi mano y musité—: No quiero a ninguna otra más que a ti, así que no me pidas que me rinda tan fácil; te encontraré.




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