El crepúsculo de los lobos [saga Resiliencia •2]

Duelo en el abismo

~Matías~

Ante el inminente aterrizaje, nos dividimos. Mi tío se dirigió directamente a un aeródromo privado a cuarenta y cinco minutos de Galveston, donde lo esperaban Marc y Hansel. Mientras tanto, papá, Hank, los gemelos y yo nos encontramos con Callum, Chase, Brent y Bastián en el aeropuerto. Después de un breve saludo y algunos abrazos, me puse frente a ellos.

—¿Dónde están todos? —pregunté con los brazos en jarra.

—Llegamos antes que ustedes, así que los dejamos en la vivienda que he rentado como nuestro lugar de reunión, al cuidado de mi beta, Leo, hasta nuestro regreso —comentó Brent.

—Perfecto. Por cierto, lamento lo que estás pasando; haré todo lo que esté a mi alcance para ayudarte a encontrar a tu hija —dije, dándole un ligero apretón en el hombro.

Sonrió débilmente y respondió:

—Lo sé, muchas gracias.

—¿Sabes su paradero? —preguntó mi hermano.

—Aquí, en Sociedad Lunar —comentó.

—Muy bien, vamos a por ella —respondí.

Nos unimos a los demás. Cada uno de los alfas, incluyéndome, conducíamos los coches hacia la propiedad que Bastián, junto a Isaac Anderson, se habían encargado de rentar previamente.

Durante el trayecto, me detuve brevemente para recoger a Samantha, quien había tenido una diferencia de opiniones con su padre y se negaba a continuar en el mismo coche. La recogimos, cambiando su sitio con mi hermano para que ella viajase junto a Kenai.

—¿Qué haremos con ellos? No lo pondrán nada fáci —intervino Connor.

Di un largo suspiro antes de tomar la palabra.

—La prioridad de todas las manadas presentes será poner a salvo y mantener fuera de peligro a Ángela y Beth. Quien sea que las encuentre de nosotros, solo quiero que tengan algo claro: Sociedad Lunar piensan que son superiores, pero aquí estamos nosotros para demostrarles que no tienen razón. En cuanto nos vean aparecer, responderán con todo. ¿Recuerdan lo que sucedió con Ernesto Santoro y Adriano? —inquirí.

—Sí, no terminó bien que lo delatase al consejo —respondieron a coro.

—Exacto. No me gustaría averiguar qué nos harían a nosotros si delatamos a Sociedad Lunar. He hablado con Hank y propondremos en la reunión erradicar a esta manada para que no puedan causar más daño a nadie —comenté.

—Sería una buena idea. Al menos tendríamos temporalmente algo de calma. Le propuse matrimonio a Ashley y no hemos podido casarnos todavía —intervino Connor.

—Lo sé, hermano. Prometo que pronto celebraremos tu boda —sonreí.

Mi esposa nos interrumpió, señalando hacia adelante.

—Amor, creo que estamos llegando. Nuestros padres nos esperan, al final de la calle.

—Cierto —suspiré—. ¿Están todos listos para la fiesta? —pregunté.

—Más que listos —contestaron a coro.

—Recuerden lo que dije antes de salir de casa. Vigilen las espaldas del otro y mantengan los ojos bien abiertos. No se confíen porque el veneno los paralice; eso solo nos facilitará poder matarlos. Así que, por favor... —pasé la vista por todos y añadí—: Tener mucho cuidado. A cada uno de ustedes los quiero de regreso con vida en Camden.

~Ryan~

—Buenos días, hermanito —dije, entrando como un huracán en el despacho, pero este no se inmutó.

—¿Qué te trae por aquí? Estoy ocupado —cuestionó seriamente, sin levantar la vista del escritorio y lo que leía.

—Vine a darte las gracias por tu intervención entre Isabella e Izan —comenté—. Y, por supuesto, para ver cómo te encuentras —agregué.

—En primer lugar, eres mi hermano, ¿qué esperabas que hiciera? Y en segundo, estoy perfectamente.

—Hermano... —dije.

—¿Mmm?

—El sarcasmo no es lo tuyo, así que suéltalo ya —tomé asiento en la silla frente a él—. ¿Tan mal fue? —cuestioné.

Soltó a un lado los papeles que revisaba, suspiró con pesadez y, cabizbajo, dijo:

—No me esperaba la sorpresa con la que me encontré, y por si fuera poco, se niega a rechazarme porque dice amarme, y al mismo tiempo... no quiere una vida conmigo para mantenerme a salvo —conectó su vista a la mía y añadió—: Todo es tan confuso, Ryan. Resultó ser que justo cuando la encontré, ella iniciaba una relación con otra persona, y parece hacerla feliz.

—¿Qué piensas hacer? —cuestioné con preocupación.

—No quiero rendirme; lucharé por ella. Pero, por el momento, me mantendré al margen de su nueva relación. Aunque, si te soy honesto... Kai me pedía a gritos que la cargara a hombros y la trajera de vuelta a casa, aun gritando y pataleando –nos reímos al unísono.

—¿Sabes? —inquirí.

—¿Qué cosa? —cuestionó.

—Te admiro, pues yo no sería capaz de mostrar esa fortaleza, considerando la magnitud de los sentimientos de un alfa por su luna. Yo hubiera perdido la cordura —sonrió ampliamente y dijo:

—No vas mal encaminado. El dolor que siento es indescriptible, no te lo voy a negar. Pero... si es lo que ella quiere, solo deseo que sea feliz, y esa otra chica parece ser la causa de ello. Tengo miedo de que si me opongo a sus decisiones, podría perderla para siempre. Donde está, estará bien y, lo más importante, oculta de esos cazadores. Mientras tanto, me encargaré de investigar sobre esa familia real de vampiros que la tenía cautiva. Todos tenemos una debilidad, y no me detendré hasta hallar la del rey vampiro.

—Reuniré a un equipo de nuestros hombres para vigilar las calles entre los humanos —comenté.

—Quiero que viva su nueva vida tranquila y dentro de la normalidad; quiero evitar que sea emboscada por alguna calle. Yo mismo me ocuparé de matar a todo aquel que ose ponerle una mano encima.

—Daré la orden a los muchachos para que maten a aquellos que hayan venido a por ella —agregué con determinación.

—Tienes que saber algo más —comentó.

—¿De qué se trata? —cuestioné, confuso.

—Izan prometió volver, no con buenas intenciones, me temo. Estén atentos los dos si salen a cazar, pues sus palabras fueron: "Si no está conmigo, tampoco le permitiré ser feliz con el idiota de tu hermano" —advirtió.




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