El crepúsculo de los lobos [saga Resiliencia •2]

Los límites del deseo

~Ciara~

Todo ha cambiado desde que su padre llegó. He descubierto una nueva faceta de Maggie que parecía estar oculta. Ahora es como tener a dos niños en casa; finalmente entiendo de dónde vienen esas ideas espontáneas y locas con las que siempre me sorprende. Theodore, aunque al principio no quería ser una carga, terminó aceptando vivir con nosotras cuando Maggie le hizo uno de esos pucheros a los que nadie puede resistirse.

Desde entonces, padre e hija han estado poniéndose al día, haciendo planes y explorando Londres juntos. Maggie se esfuerza en incluirme, preocupada por que me sienta apartada, pero siempre le recuerdo que no debe preocuparse. Soy feliz viendo cómo su sonrisa, ahora más radiante que nunca, llena de vida y de la alegría que ha recuperado al tener a su padre de vuelta.

Me desperté con la alegre voz de Maggie llenando la habitación.

—¡Buenos días! ¡Arriba, dormilona! —me revolví entre las sábanas, intentando ignorarla.

—Cinco minutos más... es mi día libre —supliqué, ocultándome bajo las almohadas.

—Ni hablar, ahora mismo te levantas o te saco de la cama, jovencita —su tono era juguetón, pero no pensaba ceder tan fácil.

—Entonces, ¿te perderás el desayuno que papá ha preparado? —añadió con una sonrisa que sabía que haría cualquier cosa por ella.

Abrí un ojo, y estaba ahí, ya medio vestida, con esas chispeantes miradas que hacían que mi corazón se acelerara. Me incorporé lentamente, aún enredada en las sábanas, mientras se acercaba y plantaba un beso en mi mejilla, su mano acariciando suavemente mi cuello antes de empezar un recorrido de besos que descendía hacia mis pechos.

—Eso es manipulación... —murmuré, con los ojos cerrados, disfrutando de la sensación mientras sus labios exploraban mi piel.

—Tal vez... —respondió ella con una risa suave, dándome otro beso antes de ayudarme a levantarme.

Entre risas y caricias, empezamos a vestirnos. Ella me distraía con provocativos movimientos en su exquisita lencería de encaje mientras terminaba de vestirme. Cuando me cepillaba el cabello, se acercó por detrás, plantando un beso en mi cuello que me hizo estremecer.

Finalmente, después de muchos besos y roces, conseguimos estar listas. Justo cuando Theo llamaba a la puerta de la habitación, diciendo:

—Chicas, el desayuno está listo; se enfría.

—Ya vamos, papá —contestó Maggie.

—¿Están listas para pasar el día fuera de casa, niñas? —preguntó Theo cuando salimos de la habitación, dándonos los buenos días con un beso y un abrazo de oso.

Mi teléfono sonó inesperadamente. Era Ryan, y el tono de su voz cuando contesté me hizo fruncir el ceño de preocupación.

—Hola, Ciara. ¿Tienes un momento?

—Hola, Ryan. ¿Cómo estás? Claro, dime, ¿qué ocurre? ¿Está todo bien? ¿Y Hunter? Ha dejado de contestar mis llamadas.

—Es justo de él de quien te quiero hablar. Pero no por aquí; será mejor en persona. ¿Podemos vernos en una hora?

—Claro, dime dónde.

—En la cafetería donde te reuniste la última vez con mi hermano.

—Está bien, nos vemos en un rato —dije, sintiendo una creciente preocupación mientras colgaba. Justo entonces, Maggie entró en la habitación con una sonrisa, pero al ver mi expresión, su rostro cambió.

—¿Quién era?

—Ryan, el hermano de Hunter. Algo ha pasado. He quedado con él en la cafetería.

—¿Te ha dicho qué ha pasado? ¿Mencionó a Hunter?

—No, solo dijo que era mejor hablarlo en persona.

—Está bien, entonces ve. Sois amigos, así que si te necesita, es lógico que vayas a apoyarlo —inmediatamente me sentí mal. Maggie conoce mi historia, pero omití mi verdadera relación con Hunter. No le conté sobre las almas predestinadas, y tengo miedo de perderla... pero también de perderlo a él. ¿Por qué tiene que ser todo tan complicado? Mi vínculo con Hunter y lo poco que me mostró cuando estuve con él me hace amarlo, pero mi relación con Maggie y su manera única de ser hacen que me enamore un poco más de ella cada día.

—Pero habíamos quedado en que pasaríamos el día los tres hoy... —dije, apenada.

—No te preocupes, se lo diré a papá. Él lo entenderá. Veremos películas y más tarde saldremos por Londres. Aún nos quedan algunos lugares por ver —dijo con una sonrisa tranquilizadora.

—Está bien, te compensaré —dije, dándole un beso antes de salir corriendo de casa. En una hora llegué a la cafetería, y Ryan ya me esperaba.

—Ryan, hola.

—Ciara, hola. Gracias por venir —me saludó con dos besos y un abrazo.

—¿Qué ocurre?

—¿Ha pasado algo entre Hunter y tú? —me preguntó, y lo miré confundida.

—No, ¿por qué?

—Porque él ha cambiado. Su lobo está irritable y Hunter está melancólico, casi en la depresión. No quiere acercarse a nadie, y en su lugar favorito, lo he visto llorar a solas, a él y a su lobo. Y eso solo puede significar una cosa —sabía lo que iba a decir. ¿Pero qué hago con mi corazón que no deja de debatirse?

—¿Qué quieres decir?

—Que eso es causado por ti. Se están haciendo daño, Ciara. Van a acabar mal. Quizás tú aprendas a vivir con la angustia del distanciamiento de ambos, pero ¿qué harás si Hunter muere? —al oír esas palabras, mi corazón se disparó.

—Nunca quise lastimar a tu hermano, Ryan. Por favor, debes creerme.

—Lo sé, te creo. Pero, ¿por qué lo dejaste realmente?

—Por mi pasado. ¿Recuerdas cuando estuvo a punto de morir intoxicado por la plata en aquella cabaña? —dije, sintiendo mis ojos llenarse de lágrimas.

—Lo recuerdo.

—Me asusté. Ryan, realmente amo a tu hermano. Y es por eso que lo alejo; porque si muere porque mi pasado lo alcanza, sería capaz de seguirlo. Ni yo misma me entiendo, pero te estoy siendo completamente sincera. Estoy segura de que te habrá contado del mundo del que vengo. Tu hermano ha sido el único que me hizo sentir amada y la única mujer en el mundo, como si fuese su mayor tesoro. Sentí que realmente importaba, y eso me hizo amarlo. Él es especial, tiene un corazón noble. Pero si le hacen daño por protegerme, no podría vivir con esa culpa.




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