~Ciara~
A veces, por mucho que intentes evitar algo con todas tus fuerzas, el propio destino se empeña en devolverte lo que siempre fue tuyo de alguna manera. ¿Pero era necesario llegar tan lejos? No encuentro explicación; solo nos dejamos llevar por nuestros instintos. Y... cuando fui consciente de la magnitud de nuestras acciones, la culpa me invadió inevitablemente. No solo por Maggie, sino también por él, porque entre Hunter y yo nunca podrá haber nada. Me niego a condenarlo a una vida a mi lado, no mientras sigan dándome caza. Perdí a mis padres, a mi manada; no puedo perderlo a él también. Está más seguro lejos de mí.
Fue como si una fuerza interior, que desconocía que albergaba, despertara esa atracción ineludible hacia Hunter, desde lo más profundo no solo de mi corazón, sino de mi alma. Como si lo necesitara para poder seguir respirando. Ahora sé que nada volverá a ser igual. ¿Por cuánto tiempo más podré ocultarle a Maggie la marca en la esquina de mi cuello? Durante estas últimas dos semanas, he logrado mantenerme distante de ella, pero no podré seguir así para siempre. En algún momento, sospechará que algo pasa.
Al pensar en ella, me duele. Nunca quise causarle el daño que una traición como esta ocasiona. Cuando la conocí, me abrió los ojos a un mundo completamente nuevo, un mundo que decidí recorrer de su mano. De esa manera, pude dejar de correr y de ocultarme a simple vista, permitiéndome tener una vida, formar una familia y, sobre todo, ser feliz. Quiero darle la vida que ella tanto anhela, y quizá eso me sirva para encerrar bajo llave los sentimientos que tengo por Hunter. Finalmente, hemos dado el siguiente paso hacia el comienzo de una nueva vida juntas. Esta tarde, después del trabajo, iremos a ver nuestra nueva casa: Theodore, Maggie y yo.
—Buenos días, cariño —dije. Ella sonrió, aún medio adormilada, y respondió en tono soñoliento.
—Buenos días. ¿Cómo dormiste?
—Bien, gracias. ¿Y tú? —pregunté, tratando de sonar casual mientras preparaba el café.
—Muy bien. ¿Te puedo contar algo? —cuestionó, con un brillo en los ojos.
—Sabes que sí, dime —respondí, sin apartar la vista de la cafetera.
—Anoche soñé con nuestro futuro —comenzó, y su rostro se iluminó mientras hablaba—. Era una casa blanca, de dos pisos, muy espaciosa. Estaba rodeada de flores, y el aroma te daba la bienvenida. El recibidor era acogedor, con una sala grande, sillones de cuero beige y una gran chimenea. Tenía un televisor enorme para ver películas en familia. A la derecha, una cocina bien equipada y un comedor sencillo, pero colorido. Y un baño grande, con todo lo necesario. En la planta de arriba, cada habitación estaba decorada con colores vivos.
—¿Colores vivos? —pregunté, antes de dar el primer sorbo a mi café.
—Sí, colores alegres que transmitían felicidad. Pero lo que más me sorprendió fue verla llena de juguetes y cosas para niños. En el sueño, un niño de unos cuatro años salió corriendo desde una habitación y me gritó: "¡Mami, llegaste, mira lo que he hecho!" —se detuvo un momento, con un brillo especial en su mirada—. Vi un dibujo de nosotras con dos niños. No lo dudé, lo abracé emocionada. Se sentía tan real...
Me sentí un poco incómoda y traté de ocultar mi malestar. Mantuve un tono neutral, con una sonrisa forzada. Me mata mentirle de esta manera.
—Tu padre vio las fotos de la nueva casa. Dijo que puede hacerle los arreglos que queramos. Incluso se ofreció para crear habitaciones infantiles. Me preguntó cuántas, pero le dije que antes lo hablaría contigo. Si tienes alguna idea, podemos mostrársela a Theo, para que la añada a la decoración y reformas. Como pintar los dormitorios de colores vivos —sonreí.
—¡Eso suena genial! —dijo, con una sonrisa amplia, dando pequeños saltitos, como un canguro súper feliz—. ¿Dónde está papá?
—Dijo que volvería más tarde, ha ido a comprar lo necesario para cocinar el almuerzo.
—Pero si la despensa está llena —contestó con el ceño fruncido.
Me encogí de hombros y dije mientras revisaba el reloj:
—No me quiso decir qué iba a preparar, quiso sorprendernos. Mejor vamos a prepararnos ya para evitar retrasos.
Ella se acercó para darme un abrazo; intenté alejarme, sin éxito.
—Te quiero —dijo, entre besos.
—Yo también te quiero —respondí, girándome de camino a nuestro baño—. Iré a tomar una ducha rápida. No quiero que lleguemos tarde.
—Claro, voy a terminar de vestirme —respondió, notando mi apresuramiento.
—Perfecto. Y dile a tu padre cuando puedas —contesté.
—Lo haré. Ahora, vayamos a prepararnos para el trabajo —dijo, y seguimos con nuestras rutinas, con una tensión notoria en el ambiente.
~Hunter~
—¡Hunter!
—¿Eh? Ah... eres tú, Ryan —dije, desanimado. La preocupación en su rostro era evidente, y, siendo honesto, me resultaba difícil mantener la compostura.
—Te vi aquí parado, sumido en tus pensamientos. Pensé que después de la última vez que viste a Ciara, las cosas iban mejorando. ¿Me dirás qué pasa o tendré que insistir para que me lo cuentes? —dijo, llevándome a sentarnos en un rincón tranquilo al principio de las escaleras.
—Creo que la he perdido para siempre —balbuceé.
—¿Por qué lo dices? —cuestionó, confuso.
—Hice algo terrible. Algo que ella, claramente, me dejó en claro desde el comienzo que no podía darse entre los dos —dije, cubriéndome el rostro con las manos. Las lágrimas empezaban a asomarse y mi voz se quebraba.
—Hunter, tienes que saber algo. Cuando fuimos a buscarte, fue gracias a que ella lo percibió. Si no me hubiera avisado, no sé si te habría encontrado a tiempo. Ella estaba genuinamente preocupada por ti; no dudó en venir a protegerte —dijo.
—Ojalá fuera suficiente, pero no cambiará nada —murmuré, sintiendo que mis esfuerzos por arreglar las cosas eran en vano.
—¿Pudieron tener la conversación pendiente cuando me alejé persiguiendo a Izan?
#405 en Paranormal
#7795 en Novela romántica
amorverdadero, guerra licantroposvsvampiros, hombrelobo alfa luna mate
Editado: 09.03.2025