~Jessica~
Ha pasado un año y tres meses, y tengo que deciros que estoy realmente feliz. Mi pequeño, Cyrus, cumplió un año el mes pasado. Recuerdo perfectamente el día en que nació; todo comenzó como una simple reunión entre amigos. Cuando Stephan salió a preparar el desayuno, volvió corriendo a la habitación, alarmado. Había roto aguas en el baño, justo antes de entrar a la ducha.
Me ayudó a vestirme como pudimos, me tomó en brazos y salimos de inmediato hacia el hospital. Al parecer avisó a Derrik por el vínculo entre alfa y beta, porque ya nos esperaba con un equipo médico dispuesto a asistirme en el parto. Al inicio fue complicado, no voy a negarlo, pues mi bebé no estaba colocado de cabeza para nacer de forma natural. Stephan estaba muy angustiado y Derrik tuvo que ayudarlo a mantener la calma. Poco después, el doctor consiguió acomodar al pequeño, y comencé el trabajo de parto. No pasó mucho tiempo hasta que escuchamos sus fuertes llantos; parecía tener prisa por conocernos, ya que se adelantó una semana.
Queríamos ser creativos al escoger su nombre, y creo que lo logramos. Nuestros padres están fascinados con su primer nieto, y nosotros estamos muy orgullosos de la familia que hemos formado. Stephan se ha transformado en un padre amoroso. Si ya era tierno y protector, ahora lo es mucho más. Compartimos las tareas, pero cuando me siento agotada, él se hace cargo del niño para que yo pueda descansar. O bien, nuestros padres cuidan de Cyrus para que Stephan pueda atender sus deberes como beta de la manada.
Desde hace cinco meses, me desempeño como una de las maestras de la guardería que Alessandra pidió a Matías crear. Estoy encantada con ese lugar; disfrutamos muchísimo. Dibujamos, construimos, cantamos, bailamos y transmitimos las enseñanzas de nuestras tradiciones como manada. En las últimas navidades, organizamos una coreografía que resultó muy divertida: vestimos a los pequeños de renos con naricitas rojas brillantes. Estaban adorables, para derretirse de ternura. Entre nosotras hay novedades que sé que las chicas compartirán. Solo os adelanto que vienen varias sorpresas… pero shhh, ¡guardemos el secreto!
~Beth~
Han sucedido tantas cosas desde la última vez que nos reunimos que no puedo esperar para contárselas. Este año ha sido una auténtica montaña rusa de emociones y alegrías. Todo marcha de maravilla; las chicas me animaron a unirme a su grupo en la guardería de Alessandra, y sin duda ha sido una de las mejores decisiones que he tomado. Me entusiasma enseñarles a dibujar y compartir ratos sentados en círculos, leyendo cuentos de los libros de nuestra biblioteca. Cada día me siento más integrada en este lugar.
Recuerdo la sorpresa que preparé para el cumpleaños de Anakin. Al final, organizamos una celebración en secreto con la ayuda de nuestros amigos. Nunca había hecho algo parecido y, sinceramente, resultó mucho mejor de lo que esperaba. Ver a todos reunidos, compartiendo carcajadas y buenos momentos, me llenó de felicidad.
Era una tarde soleada en los bosques del norte de Camden, con el aroma de la carne asada impregnando el aire fresco. Los chicos salieron a cazar venados y prepararon un asado que nos abría el apetito con solo olerlo. Decidimos realizar la fiesta en un claro rodeado de altos árboles, el lugar favorito de Anakin para relajarse. Las chicas y yo elaboramos una deliciosa comida, cada una aportando su especialidad: desde ensaladas frescas hasta el postre estrella, un exquisito pastel de chocolate con fresas y crema batida que había preparado yo misma. La combinación de sabores era sencillamente perfecta.
Mientras nos acomodábamos sobre mantas extendidas en la hierba, los niños correteaban, jugando entre ellos y llenando el claro de risas. Cuando llegó el instante de sorprender a Anakin, todos nos escondimos detrás de los árboles y arbustos, aguardando el momento preciso. En cuanto apareció, entonamos el “Feliz Cumpleaños” a todo pulmón, y su expresión de asombro fue inolvidable.
Tras la emoción inicial, nos sentamos a la mesa para saborear la comida. Las conversaciones fluyeron, y cada uno compartió anécdotas divertidas de las últimas semanas. Anakin me miró con una sonrisa, y sus ojos reflejaban la calidez de la tarde. Hablamos sobre nuestras experiencias en la guardería y sobre lo mucho que los pequeños disfrutaban aprendiendo y creando obras de arte que llenaban de color nuestras paredes.
A medida que la tarde avanzaba, organizamos una pequeña actividad: una competencia de talentos. Todos se animaron a mostrar sus habilidades, desde canciones hasta danzas improvisadas. Fue un instante de pura diversión, donde cada uno se soltó y mostró su lado más genuino.
Al caer la noche, encendimos una fogata. El calor de las llamas contrastaba con la brisa fresca que corría entre los árboles. Algunos de los chicos comenzaron a relatar historias de sus días como hombres lobo, arrancando carcajadas con anécdotas disparatadas. La risa era contagiosa, y comprendí lo afortunados que éramos de tenernos los unos a los otros.
Esa noche, mientras observaba a Anakin reír y jugar con los niños, me sentí más fuerte que nunca.
~Matías~
No puedo evitar sonreír al recordar todo lo que ha sucedido desde que asumí las riendas de nuestra familia. He compartido momentos con mis chicas favoritas, equilibrando mis responsabilidades como alfa y hermano mayor. Eloy, tras un tiempo fuera, regresó de su viaje a Rusia, donde había ido a celebrar el cumpleaños de nuestros primos. Aunque yo no pude acompañarlo, su vuelta llenó la casa de alegría.
El territorio ha crecido y lo hemos aprovechado bien. El pasado diciembre, las compras navideñas fueron todo un acontecimiento; recorrimos las tiendas del pueblo escogiendo adornos, luces y obsequios para cada miembro de la manada. Era maravilloso ver a las niñas tan entusiasmadas, corriendo de un lado a otro mientras completábamos nuestra lista. En lugar de reunirnos en casa, decidimos festejar en el gran salón, donde toda la manada pudo compartir la magia de la temporada. Pasamos horas decorando el espacio, colgando guirnaldas y preparando un enorme árbol que se convirtió en el centro de atención. Durante las festividades, nos deleitamos con villancicos, proyectamos películas navideñas y saboreamos exquisitos platillos que cada familia llevó consigo. Ese año, varios alfas —Callum, Ian y Jared— se unieron a nuestras celebraciones, acompañados por su padre, Aiden, y sus parejas, entre ellos Derrik. La velada culminó con una emocionante entrega de regalos, donde las carcajadas y los abrazos impregnaron el aire, recordándonos lo afortunados que somos de tenernos los unos a los otros en una fecha tan especial. Incluso Ángela y Brent vinieron un día a visitar a Beth, Anakin y a su pequeña hija, Clara.
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Editado: 23.09.2025