El crepúsculo del emperador

Capítulo 00020 Sótano

Mis manos se movían apresuradas entre los estantes de libros; el polvo se acumulaba en la punta de mis dedos. Cada título era llamativo, pero no de utilidad.

—Maya, ¿se puede saber qué te pasa? —La voz de Andrea me distrajo. Solte un suspiro y me detuve.

La miré, analizando su ropa de color negro, y fruncí el ceño, sin entender por qué había venido así.

—¿Por qué viniste como si fueras un pandillero? —la interrogué.

Su rostro se mostró confundido, sonrió y acomodó un poco su cabello castaño.

—¡Dijiste que nos íbamos a colar en algún lugar! —mencionó alzando un poco la voz.

Desvié la mirada a los estantes. Con la linterna de mi móvil, noté el título en la parte superior: "sección de historia".

—¿Por qué vinimos? —La voz de Andrea llamó mi atención, la miré de reojo.

Tragué saliva al recordar lo que sucedió ayer en la noche. Sacudí un poco mi cabeza, intentando borrar los recuerdos.

—Ayer pasó algo que no te conté. —mi voz tembló un poco, al igual que el móvil en mi mano—Necesito respuestas, y creo que este es el lugar adecuado.

Saqué el papel de mi bolsillo, "sección de fantasía y archivos del sótano". Mi vista se detuvo en una puerta al fondo de la sección de historia. Alumbré la puerta; parecía que el foco de la luz estaba quemado.

—¿Trajiste lo que te pedí? —le pregunté a Andrea, sacando de mi mochila una ganzúa pequeña.

Ella sacó una bolsa de su mochila y una linterna. Apagué la luz de mi móvil y me acerqué a la cerradura de la puerta.

—No sé por qué siento que lo que estamos haciendo es demasiado ilegal.

Me contuve la risa. Con cuidado, introduje la ganzúa en la cerradura de la puerta. Había pasado casi toda la mañana viendo vídeos sobre cómo usarla. Además, también había comprado lo necesario en una ferretería.

—No te preocupes pensando si es legal o no. —moví con delicadeza la ganzúa dentro de la cerradura. Fruncí el ceño al escuchar un pequeño sonido. Casi está.

—Si el vigilante nos descubre, podríamos ser expulsados. —la escuché decir con algo de pánico.

—Entonces intenta no hablar tanto y no hacer ruido. —La regañé. Una ligera sonrisa se extendió por mi rostro al oír el "clic" de la cerradura.

Giré la manija de la puerta y esta se abrió. Pistas, eso era lo que había venido a buscar, y no me iría hasta obtenerlas. Encendí la linterna de mi móvil, y Andrea usó la suya para iluminar el interior. Unas escaleras llenas de moho y suciedad descendían al sótano.

Mis pasos y los de Andrea resonaron mientras bajábamos las escaleras. Sentí mis manos temblorosas, pero intenté ignorarlo.

La linterna de Andrea iluminó un interruptor. Se acercó a él y lo presionó.

—Este lugar es un poco deprimente. —la escuché susurrar.

El lugar parecía oscuro. La humedad se notaba en las paredes, y la luz no iluminaba por completo. Hileras de estanterías llenas de libros cubiertos de polvo, y en una sección secundaria, estanterías llenas de archivos. En una mesa había unos cuantos archivos y papeles esparcidos. Me acerqué mientras Andrea observaba el lugar.

Un escalofrío recorrió mi espalda. En la mesa del escritorio del sótano había un montón de planos extraños. Se parecían a estructuras antiguas, y una de ellas se parecía a la del parque principal.

Era curioso. Uno de los planos estaba rayado. Hacía mucho que alguien no entraba aquí.

El plano del parque principal mostraba un arco con símbolos de una cultura antigua, un monumento histórico que nadie sabe quién creó.

Miré de reojo a Andrea; ella estaba revisando los archivos y haciendo muecas. Mi mirada se desvió hacia unos esquemas de piedras de diferentes colores, junto con letras en un idioma alterado.

No recordaba haber visto esto antes.

 




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