El crepúsculo del emperador

Capítulo 000900000 Efímera compañía de mariposa {Especial 1/2}

Hola les habla las escritora. 

Disculpen la demora, disfruten de su lectura.

Feliz dia del amor y la amistad, incluso si ya paso. 

 ***

 

Me quedé estática sin decir una sola palabra. Me sorprendió un poco que supiera que había sido yo. El silencio en la tienda se tornó algo incómodo, en todo momento mantuvo esa sonrisa retorcida. Nuestras respiraciones se escucharon junto con el silencio. La tienda estaba insonorizada. 

—¿Por cuanto me vendes una? —anunció, la mueca en el rostro de la mujer se tornó con desagrado.

 —Cincuenta mil. 

Fruncí un poco el ceño, el precio era muy barato. Esperaba que ella cobrara más.

—Bien. —dije de mi bolsillo volví a sacar mi billetera ofreciendo el dinero.

La mujer revisa que esté completo el dinero. Ella empujó la caja sobre la vitrina, indicando que tomara una. Observe cada piedra. Una en especial llamó mi atención, su color era morado, con ligeras líneas azules que cambiaban de tonalidad a un dorado. La piedra no estaba rota.

La tomó, la mujer de cabello rubio sonrió. Cerro la caja de madera, guarde la piedra en mi bolsillo junto con la primera.

—La tienda no se hace responsable de los efectos secundarios de nuestros productos. —finalizó para llevarse la caja de nuevo a donde la trajo.

Solté un suspiro al escuchar que ella hablaba con alguien al otro lado de la puerta. Revise la tienda por última vez, qué símbolos más extraños. Salí de la tienda, lo mejor era regresar a casa pronto.

El olor penetrante a basura era una presencia constante en las calles de esta zona. Caminar por esas calles era como entrar en un mundo aparte, donde la desigualdad se hacía dolorosamente evidente. Algunos peatones me miraban con recelo y se alejaban de mí, como si temieran que de alguna manera les fuera a robar. 

Comprendí que mi apariencia y mi atuendo podrían parecer amenazantes en un lugar donde la desconfianza era una defensa necesaria. Mientras avanzaba con paso lento y cauteloso, intentaba fijarme en todos los detalles a mi alrededor. Las fachadas de los edificios mostraban las cicatrices del tiempo y la falta de mantenimiento. Los ruidos de la ciudad, lejos de ser el bullicio alegre de las zonas más prósperas, aquí se asemejaban más a un susurro triste, melancólico y continuo. 

Fue entonces cuando vi al niño de antes, el mismo que había cruzado mi camino cuando llegué a esta parte de la ciudad. Estaba sentado en una acera desgastada, acompañado por una señora mayor que parecía ser su abuela. 

El niño sostenía en sus manos una lata de bebida vacía, convertida ingeniosamente en un muñeco improvisado. Su rostro estaba iluminado por una sonrisa resplandeciente, como si aquel muñeco fuera el tesoro más valioso del mundo. Esa escena me golpeó en lo más profundo de mi ser. 

¿Cómo era posible que alguien pudiera encontrar tanta alegría en medio de la adversidad? Mi mente divagó hacia mi propia vida, llena de comodidades y lujos. A pesar de que mi familia no era rica, siempre habíamos gozado de una buena posición económica. Pero aquí, en estas calles olvidadas por la prosperidad, me encontraba con la realidad de una vida muy diferente. 

Un pinchazo en mi corazón me hizo tomar consciencia de la suerte que tenía y de la necesidad de valorar lo que tenía. No podía evitar sentir empatía por el niño y su abuela, preguntándome qué les había llevado a esa situación y deseando con todo mi corazón que el pequeño tuviera un futuro más brillante. 

Mientras continuaba mi camino, decidí que debía hacer algo para contribuir, de alguna manera, a que esa esperanza se hiciera realidad para aquel niño y otros en circunstancias similares.

Ojalá mi sueño se hubiera cumplido.

 

***

Sentía mis pies temblar conforme avanzaba, me detuve de golpe en la esquina al escuchar unas voces hablando fuerte. Tome aire y me asomé con cuidado. Sabía que iba a terminar metida en un problema, no imaginaba que fuera tan pronto. En frente de mi casa un auto de policía se encontraba estacionado. 

¿Qué hacía ahí? Menos mal que no estaban mis padres. Mire para el otro lado de la calle, una que otra persona pasaba tranquila. Zapatee inquieta, fruncí el ceño algo molesta por la intrusión de la policía ¿Que no tenían algo más importante que hacer? 

Mire a cada persona a mi alrededor, cada quien estaba en sus asuntos, no parecía importarles que estuviera algo inquieta. Mejor así. Me devolví hacia donde había caminado. Sin embargo sin un rumbo determinado. El sol me quemaba en la piel. Sentía como el sudor recorría mi frente, iba terminar en prisión. 

Me apresure a llegar a la universidad, mis sospechas no se hicieron esperar, la policía también estaba estacionada. Rodeo como puedo la entrada, buscando la salida de emergencia, al mirar al cielo noté que comenzaba a anochecer, sentí mis manos sudar por los nervios. Sin embargo, la puerta de emergencia estaba entreabierta, como si me estuviera llamando. En un acto impulsivo, decidí aventurarme por esa vía poco convencional, incluyendo el riesgo de que me pillaran. 




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