El crepúsculo del emperador

Capítulo ∞ El lobo feroz

{Especial 2/2} 

Hay un mini poema dentro del texto.

Mis pies empezaron a doler conforme avanzaba, aunque tuviera energía sentía mi cuerpo querer detenerse a descansar. Tenía a la policía persiguiendo atrás de mí. Las sirenas de los autos resonaban a la distancia acercándose cada vez más.

Nervios de punta insistiendo para que huyera. Recordé algo que hizo que cambiara de rumbo dirigiéndome hacia el parque, tenía una piedra. La mia, funcionaria, ese presentimiento me inundaba por dentro. Avanzaba por las calles exhausta, el viento chocaba contra mi piel, sentía los escalofríos molestos recorriendo mi cuerpo.  Sonríe cuando a la distancia, en el centro del parque, visualice el arco en todo su esplendor. 

—¡Deténgase! —Un grito se escuchó a mi lado, mi cuerpo se tensó de inmediato. 

Al mirar en aquella dirección un policía me apuntaba el arma desde dentro de su auto, y el destello de la luz roja y azul de la patrulla parpadeaba como un siniestro recordatorio de que no había escapatoria. Ahogué un grito, mis pies se movieron solos por instinto, corrí a esconderme contra un árbol.

Un disparo resonó en el aire, como un eco de la tensión que se había apoderado del ambiente, la tensión se creó en el ambiente, tragué saliva intentando mantener la calma. Tan solo unos pasos lejos de mi, el arco estaba en frente. 

—¡Salga de su escondite y suelte sus armas! —Grito de nuevo en advertencia, escuche las llantas y las sirenas de más autos estacionarse bruscamente.

Mierda. La situación se estaba complicando rápidamente, y me sentía atrapada en un callejón sin salida.

Sentí mis manos sudar, temblando tomé el arma que tenía guardada en la ropa, El crujido de las ramas bajo los zapatos de los policías resonaba en el silencio opresivo.

—¡Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga será usado en su contra! —volvió a gritar el mismo hombre. 

Al mirar a mi alrededor, pude observar a varias personas acercándose a lo lejos entre los árboles, apreté el arma por instinto. Tome aire, para correr a otro árbol aún más cerca del arco.

—¡No se mueva! —escuché otra voz gritar. 

Cerré mis ojos, mis nervios aumentaron al escuchar armas cargándose, mi cuerpo temblando se me hacía difícil sostener el arma. 

Tragué saliva intentando enfocar mi vista en el arco, con la otra mano saque la piedra que había comprado.

Todo o nada. 

Corrí al arco escuchando un disparo a mis espaldas. Abruptamente me detuve en donde ingresaba la piedra. Con una mano sostuvo el arma aferrándome a ella como si fuera mi esperanza, con la otra apreté con fuerza la piedra.

De repente, dos helicópteros sobrevolaron la escena, sus luces parpadeantes iluminaban el arco de manera intermitente. Una voz por megáfono resonó en el aire:

—¡Suelte sus armas y aléjese del monumento! —sonó una voz por un megáfono.

El sudor resbalaba por mi frente, este se mezclaba con el sonido de mi corazón acelerado, los pasos de los policías armados acercándose a mí, contuve la respiración por un momento. En un impulso ingrese la piedra en el mismo lugar que la vez anterior, ahogue un grito alegando mi mano por el dolor   ocasionado al sentir una bala rozar.

Todo se quedó en silencio, las brillantes luces blanquecinas empezaron a iluminar el arco, retrocedí unos pasos.  Lentamente los grabados se iluminaron, sostenía mi mano haciendo una mueca de dolor.

Un trueno se escucho, los simbolos y grabados blanquezinos cambiaron de color a un morado, para que luego lenamente cambiara de tonalidad de nuevo a dorado. Sabía que todos alrededor miraban el arco maravillados.

Trazando ruta a su próximo destino viajero. —Una voz femenina habló en un idioma desconocido. 

El viento sopló con ferocidad para que así empezara a llover de repente, trague saliva retrocediendo, el extraño humo dorado se formó a mi alrededor.

—¡Aléjense del monumento! —gritó una voz a mis espaldas.

Me quedé estática e hipnotizada, un estruendo gutural resonó en el aire, el un sonido proveniente del arco, cerré mis ojos por la intensidad del ruido. Los abrí cuando ya no se escuchaba nada, el humo lentamente se había disipado, una luz dorada emite el arco directo hacia el cielo.

Se escuchó otro trueno para que la misma voz femenina proveniente del arco  hablara.

Destino trazado, iniciando viaje. —trague saliva al no comprender, mi instinto me pedía a gritos que me alejara. 

—¡Retírese del monumento ahora! —una voz me gritó, sentí mi cuerpo algo mareada.

Mire a mi alrededor confundida, mi cuerpo se sintió pesado por el sueño. Esto no era bueno...

Lo último que escuché fue un pitido.

***

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La luna que iluminaba la cueva del lobo feroz, 




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