El crepúsculo del emperador

Capítulo 0001300 Bestia de colmillos afilados

Nixon tomó mi brazo, sin decir una palabra me sacó de la sala, a mis espaldas pude escuchar una risa, un escalofrío me recorrió el cuerpo al ver el suelo manchado de sangre.

A mi mente volvió la imagen de aquellas personas encerradas en ese cuarto, sus sollozos y la forma en la que sus cuerpos querían salir de la habitación con un desespero aterrador.

Un grito se escuchó, después de unos segundos el silencio inunda los pasillos, volteamos por el lado contrario del pasillo a donde estaban las manchas de sangre. Silencio el cual fue roto por nuestros pasos alejándonos del lugar, trague saliva sintiendo algo de nervios.

—¿Quién era el hombre? —expresó.

Solté un suspiro al no escucharlo responder. Seguía guiándome por el pasillo. Mire alrededor como si aquello pudiera responder las preguntas que tenía. Con el pasar de los minutos mi cuerpo se sentía inquieto. La escena del hombre sangrando seguía repitiendose en mi mente.

—¡Basta! —eleve el tono de voz, y solté mi brazo a la fuerza.

Me sobresalte en mi lugar al escuchar un gruñido proveniente de su pecho. Retrocedí ¿Qué demonios?

—No es algo que necesites saber... —fue condescendiente dándome una sonrisa forzada.

Intento tomar mi brazo para seguir avanzando, me negué. Mis piernas se movieron solas avanzando por el lado contrario de él, empezando a correr lo más rápido que pude. 

No tenía ni la menor idea a donde iba, sabía que debía alejarme todo lo posible.

—Mami... —murmuró la pequeña Maya.

Sostiene su peluche de murciélago, los nervios la consumían, y su cuerpo temblaba.

—Tranquila amor. —susurró su madre dejando un beso suave en su mejilla. 

La pequeña asintió intentando calmar sus nervios, el disfraz de ángel que llevaba puesto la hacía sentir inquieta, apretó el peluche contra su pecho. Su madre estaba preocupada por su hija, inclusive si sabía que no podría hacer mucho, esperaba que no volvieran a molestarla.

La emoción y los nervios de Maya se desbordaban, se acercó a sus compañeros alejándose de su madre, miró el suelo al escuchar risas y murmullos de las niñas a su alrededor.

Aquel día sucedió un evento especial, volvió con su madre apresurada y le entregó su peluche con cuidado.

—Cuidalo. —dijo para volver donde los demás niños, la maestra le dio indicaciones, después de unos minutos cada uno empezó a posicionarse en el escenario, las luces se apagaron, y el telón se abrió lentamente.

Una suave melodía de piano sonó por todo el teatro, se escucharon los aplausos por unos segundos, una niña entró en la tarima.

Entre en la primera puerta que vi, agradecí que estuviera abierta, mi cuerpo se tenso al observar el lugar donde me encontraba. Trague saliva. Camine con cuidado.

No mires, no mires. Aquellas palabras se repetían dentro de mi mente una y otra vez.

Sentí mis ojos humedecer, hice un intento por ignorar sus voces. A pesar de que el lugar estaba limpio, las personas dentro de las celdas no lo estaban, sus miradas fueron a parar en mi. En sus ojos se reflejaba el miedo y la agonía, como lentamente se iban consumiendo por ella.

Dentro de las celdas las paredes se encontraban sucias, algo manchadas con un líquido color rojizo reseco por el tiempo, desvié la vista a las demás celdas, vendas improvisadas, moretones…

¿Quienes eran?

No puede mover me al escuchar a un niño llorar. Su voz provocó un sentimiento abrumador, aún más cuando pude entender con claridad lo que dijo.

¿Cuándo vendrán a ayudarnos? —hablo con temor en voz baja, note como se aferraba a su madre.

Ella ni siquiera respondió, tampoco hizo un gesto por consolarlo, solo se recostó en la pared.

Las personas dentro evitaban mi mirada.

Mi cuerpo se sobresaltó de repente al sentir como me jalaban hacia atrás, me dejé llevar sin saber qué hacer. 

—¿¡En qué estabas pensando al entrar ahí!? —grito.

Solo puede mirarlo.

—¿Quienes eran esas personas? —intenté soltar mi brazo del agarre de Nixon.

Soltó un suspiro cansado.

***

Unos pasos resonaron en la estancia acercándose a la puerta, las personas dentro temblaban, no querían toparse con la mirada de aquel ser. 

A pesar del aspecto limpio del que se suponía el lugar, la mugre se iba acumulando lentamente por las personas, las manchas en las paredes eran inquietantes, como un susurro silencioso de lo que pasó antes.

Sollozos suaves de las personas atrapadas allí dentro, no querían hacer ruido y hacerlo enojar.

La puerta se abrió de golpe, el hombre de pie allí, mantenía una expresión seria. Su mirada recorrió a cada presente en la habitación, se detuvo en una joven, era la única en la habitación que no parecía tan asustada, más bien confundida, sin embargo su aspecto no era tan demacrado como los demás.

Se acercó hasta ella y la miró de arriba a abajo, a la chica un escalofrío le recorrió el cuerpo, el hombre no dijo ni una sola palabra. Era tan parecida a alguien que había conocido antes. 




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