El crepúsculo del emperador

Capítulo 0001500 Pétalos manchados por los que un día perecieron

Feliz 2024 Queridos lectores

Disfruten del capitulo, me hubiera encantado subir el capitulo antes, si desean pueden dejar un comentario, ¡Estaré encantada de leerlos! :D

 

—¿Cómo es que? —me quedé callada observando la rosa roja en mi mano, la sangre lentamente se empezaba a secar. La hermosa rosa roja contaminada por algo que parecía imposible de quitar sin llegar a dañar algunos de sus pétalos.

Trague saliva al comprender algo, aquella chica en su oficina, con un parecido extraño a Keyla ¿Cual era la posibilidad de que fuera ella a quien él buscaba? 

—Es complicado… —desvió la mirada, de su chaleco negro sacó un pañuelo con el cual empezó a limpiar la sangre en sus manos. 

Primero el suceso de la desaparición de Keyla, cada pista que me llevó a este lugar, fue porque casualmente estuve en el mismo sitio cuando ella y la otra chica, cuando desaparecieron. Tenía la impresión de que no se podía llamar “Casualidad”. Sin embargo tampoco creía en el destino.

—Si… —mantuve silencio por unos segundos alejando la vista de las flores— Hicks perdió a su “amada”.—las espinas de las rosas eran una parte que me llamaba mucho la atención, y tenía ganas de saber por qué no las habían cortado, sino que por el contrario las había dejado crecer en el invernadero—Aún así ¿Por que la sigue buscando? ¿No seria mas facil seguir adelante y ya?

Volteé la mirada hacia él y pude apreciar como sus músculos se tensaron. Tomó la rosa roja en mi mano, y la lanzó hacia las demás. Con el mismo pañuelo me limpio los restos de sangre en mi palma.

—Los compañeros son también llamados por los humanos como “almas gemelas”. —fruncí el ceño intentando entender a que quería llegar— Dos almas que fueron entrelazadas por toda la eternidad desde el principio de los tiempos... 

Rodeo los ojos, empezaba a escucharse como los religiosos.

—¿Acaso intentas decirme que realmente existen? De donde vengo, no es algo científicamente comprobable. —me burlé, incluso si por dentro una parte de mi sabía que era realmente posible.

Me miró levantando una ceja.

—No todo en la existencia se trata de cosas científicamente comprobables. —imito mi tono de voz— Hasta hace unas semanas no conocías la existencia de esta nave, o más allá de tu mundo existían muchos más. 

Se levantó, caminó hasta la puerta y la abrió, me levanté, le di un último vistazo al invernadero.

—A ninguno de los dos nos corresponde opinar sobre las acciones que Hicks tomó.

Sobe mis manos en un intento de retirar la sangre seca.

—Nada justifica lo que hizo, y ha llegado a realizar. —dije con desdén—¿¡A cuántas personas ha matado!? ¿¡Cuántas ha torturado por no obtener lo que busca!?—me levanté del columpio, lo mire con algo de resentimiento, su historia no iba hacer que cambiara de parecer. Menos aún aprecie con mis propios ojos a aquellas personas en las celdas sufriendo—¡Hay personas sufriendo por su culpa!

Se mantuvo inmovil, exhalo mirándome directamente a los ojos. 

—Nunca intentaría justificar sus acciones, solo quería que supieras la historia —mantuvo un tono de voz tranquilo, guardó el pañuelo en su chaleco—, si mencionara las atrocidades que tu especie ha cometido a los suyos, sería diferente esta conversación. 

Se levantó y acercó su cuerpo al mío, retrocedí. 

—Esta conversación —lo apunte con el dedo, y luego me apunte a mi—, no se trata de eso. 

Aquel sentimiento de impotencia creció en mi pecho, incluso si no conocía a las personas que sufrieron. No considero que lo merecieran. En sus rostros habitaba la agonía y el dolor, consumidos por las ira y el resentimiento, mientras su destino lentamente se perdía, junto con su esperanza por una vida mejor.

—Lo comprenderás más fácil, solo si me permitieras explicarlo, antes de caer en prejuicios banales. —se encogió de hombros.

—¿¡Prejuicios banales!? —di un paso en dirección de Nixon, apreté mis puños— ¡Estamos hablando de torura! ¿¡Te parece eso banal!?

—¿Dije que lo fuera en algún momento? 

Allí se encontraba la misma expresión calmada. En ese instante el toque en la puerta llamó la atención de ambos, una mujer de cabello rubio cobrizo estaba ahí de pie. 

—Te buscan. —anuncio para retirarse.

Tomo mi mano para sacarme del invernadero. Me embarqué en un dilema bastante extraño, la charla terminó. La habitación en la que me encontraba se sentía fría, incluso si estaba en la nave porque no tenía más opciones, extrañaba a mi familia. 

Todo por amor, no dudaba de que mi familia estuviera preocupada por mi, jamás pasarían por mi el límite que pasó Hicks.

Aquel límite era muy cuestionable…

 




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