Allí, Nixon y yo en frente de la puerta, parecía que iba a decir algo.
Sonrió con tristeza y se mantuvo en silencio.
El amor, una fuerza invisible que se encuentra en todas partes del universo, representado de muchas maneras a lo largo de la historia, en cuentos de hadas, películas, libros de romances apasionados, y canciones las cuales se inspiran en los diversos sentimientos que el amor puede ocasionar; Si estuviera en una de las clases de física avanzada, el amor sería la fuerza atrae un objeto o un átomo, algo que puede o no ser inevitable, seguramente soltarian chistes al respecto en el aula. No era allí donde me encontraba.
Inclusive si una parte de mi sentía admiración por todo lo que me había comentado Nixon, no podía evitar el resentimiento, como una ola furiosa que choca contra las rocas de la playa.
Nos quedamos solos, no termine de comprender aquella expresión extraña, pero a la vez serena en él, tampoco entendí lo que su mirada trataba de decirme.
—Esta conversación aún no ha terminado —entró junto conmigo a la habitación—, ve a tomar un baño y hablaremos después.
Volteo la mirada al pasillo y cerró la puerta.
Antes de que pudiera retirarme, abrió la puerta de golpe, en su cara una ligera sonrisa se extendía, en su mano tenía un libro.
—Tomalo.
Mire con duda, no tenia titulo, solapa completamente de color negro, junto con ello me ofrecio una tarjeta gris con letras en otro idioma.
—Los necesitarás para salir de la habitación. —se encogió de hombros— y el libro te responderá algunas dudas. —dijo Nixon, mientras se retiraba cerrando la puerta.
Me senté en la cama aun con el libro en mis manos, deje la tarjeta de lado, para empezar a leer.
Fue cuando abrí la primera página que pude comprender porqué Nixon me entregó el libro, era el mismo libro que había visto en el suelo cuando caí en otro mundo, "El Crepúsculo del Emperador". No tenía sentido, ya conocía la historia ¿Para que me había traído un libro de una historia que conocía?
Solté el libro a un lado descartando la idea de leerlo, mordí mi lengua por unos segundos. Sin pensarlo demasiado tomó la tarjeta, las letras eran un poco similares a aquellas que había visto en el sótano de la biblioteca, los símbolos y la forma que tenían se parecían a…
No.
Eso era imposible, incluso si eran mundos completamente diferentes.
¿Cual era la probabilidad? Era tan baja que ni siquiera podía considerarla una opción. Me recosté en la cama pensando en el resto de libros que había en el sótano, en los que por más que lo negara, había robado.
Fue cuando recordé el resto de la conversación que tuve con Andrea ese día.
—Los de nuestra clase han hecho cosas peores. —Intente que no se sintiera mal, en sus ojos notaba la duda, soltó un suspiro para negar con la cabeza y seguir revisando los estantes.
—Está bien. —finalizó.
—Aun así, ¿qué ganas con todo esto? —pauso por un momento, se acercó y con la yema del dedo rozó el polvo de uno de los libros limpiando—No se, lo que buscas es encontrar la verdad, espero que lo que sea que llegues a descubrir no te perturbe lo suficiente como para querer cambiar las cosas.
Soltó un suspiro cansado, trague saliva, tal vez, y solo tal vez no sabía con exactitud qué era lo que buscaba.
—Creo que será mejor que nos vayamos. —fue lo último que dije para terminar de empacar todo.
—Incluso si no me corresponde decirlo, esto es demasiado…
Evite mirarla, en lugar de eso me enfoque en guardar lo necesario.
¿Qué era lo que buscaba? Después de un largo viaje—y corto a la vez—, aún no sabía el qué. Incluso si actualmente no tenía todas las respuestas, las que llegue a conseguir no eran nada de lo que en el pasado pude imaginar.
Era tan injusto, me incorporé sentándome en la cama, pase una mano por mi cabello. Todo tiene una solución lógica, eso esperaba, mi mano fue hasta el libro, lo arrojé lejos de la cama, estrechó con fuerza contra la pared. Ya no queria saber nada mas acerca del idiota del Emperador, Hicks o como quiera que se llame.