¿¡Por que nadie en este maldito lugar parecía pensar en cuántas personas sufren por culpa de un deseo egoísta!? Cuantos mundos, así como el mundo al cual llegue; No iba a caer lo suficientemente bajo como para lamentar mis acciones, solo una pequeña parte estaba arrepentida.
Keyla, con el pasar del tiempo había empezado a olvidar mi objetivo real, curiosidad. Ya tenía la respuesta, está en alguna otra dimensión y las otras chicas probablemente también.
Observe la tarjeta color negro entre mis dedos.
Una de las chicas podría ser la desaparecida, la otra cabía la probabilidad de que alguien conocido de Keyla.
¡Locos!
¡Todos estaban locos!
Unos, más que otros.
Me senté en la cama, aun no sabia exactamente donde estaba Keyla, en algún lado allá afuera, era una motivación, si me concentraba en ello evitará pensar en que no podía retornar a mi anterior vida.
Ya era hora de que me distanciara de mi familia ¿o no? Me acerque a la puerta de la entrada de la habitación, pase la tarjeta y se abrió, permanecí ahí por unos minutos. La tarjeta era mi pase de acceso a mi libertad temporal.
Los pasillos de la nave espacial se extendían ante mí en una oscuridad silenciosa. Al no ver a nadie dudaba de mi decisión, mire dentro de la habitación pensando en volver a entrar, la luz fría de las luces no era para nada acogedora, tome aire cerrando la puerta de la habitación en silencio.
A medida que avanzaba, el eco de mis propios pasos resonaba de manera perturbadora en los pasillos. El aire se sentía pesado, ¿o acaso era solo yo? Las paredes, cubiertas de paneles elegantes y los característicos símbolos que había visto la última vez.
Aquí y allá, a lo largo de los pasillos, las puertas selladas insinuaban en un susurro hacia mi secretos ocultos detrás de ellas. Algunas de las ventanas que se asomaban al espacio exterior, sonreí al apreciar lo magnífico que es el espacio, incluso el vacío tenía su encanto.
Un murmullo a la distancia fue lo que me hizo prestar más atención a los pasillos, provenía cerca, haciéndome sentir como si no estuviera sola. Las voces se intensificaron y al percatarme que unos hombres se acercaban me quede estática, una imagen apareció en mi mente, aquellas personas en las celdas, no iba a ser una de ellas.
Se detuvieron frente a mí.
Intenté continuar con mi camino, pero no pude hacerlo, porque me hablaron deteniéndome, no lo comprendí.
Todos tenian la mania de hablar en el idioma que quisieran, no tenia su capacidad, fue cuando pude detallarlos mejor, traje negro a medida, botas negras, no descartaba que estubieran hábilmente diseñados para el combate, con tejidos adaptables que ofrecen protección y movilidad, o algo por el estilo, su aspecto era tan humano…
Solo si te fijabas muy bien notarías la diferencia.
Siguieron hablando entre ellos por unos segundos más.
—Acompañanos. —dijo el primero, me sentí incomoda.
Los seguí a ambos sin quejarme, mis ojos iban de un lado al otro mientras caminábamos, intentando recordar el camino, fue cuando nos adentramos en un pasillo diferente…
Se sentía cálido, a diferencia del resto de los pasillos.
La calidez me generó inquietud, mi cuerpo se tensó al notar lo simbolismos extraños, la luz era ligeramente amarilla, la gran alfombra roja con decoraciones de espinas en color blanco, no quise seguir avanzando, incluso con el ambiente amigable mi respiración se acelero un poco, mis manos estaban frías.
Las paredes blancas tienen ornamento de espinas que combinan con la alfombra, una linda mesa color crema clásica y elegante acompañada de un jarrón con una rosa negra, al fondo del pasillo una puerta alta color blanco decorada sutilmente con rosas y espinas doradas.
Abrieron la puerta para mí, la sonrisa que les di parecía una mueca de desagrado, miré dentro de la habitación y al adentrarme cerraron con fuerza la entrada.
Fue cuando lo vi, en el centro de la habitación sentado detrás del escritorio.
—Si mal no recuerdo, teníamos una conversación sin terminar. —dijo condescendiente.
Antes de que pudiera retroceder y huir, mi cuerpo se tenso cuando mis ojos fueron a parar en los objetos que tenía esparcidos sobre el escritorio.
¿¡Cómo habían llegado los archivos a sus manos!?