El crepúsculo del emperador

Capítulo 00021 ¿Que significa un hogar?

Insignificante y pequeña, me sentía de esa forma, mi visión quedó fija en nuestras manos unidas, el dejaba suaves caricias en mi mano. 

No estaba segura si era por el dolor en mi cuello, o tal vez porque no había dormido correctamente hace días, mis ojos empezaron a pesar. 

Lo último de lo que fui consciente era de su mano acariciando la mía, mientras escuchaba el libro cerrarse. 

 

***

—Maya

—Maya. Despierta… 

Una voz melódica voz repetía entre susurros, la joven miró sus manos manchadas de rojo carmesí, con desespero intento limpiarse en su ropa, después de varios intentos comprendió que aquellas manchas no saldrían. 

No muy consciente de su alrededor se levantó con dificultad, supo de inmediato donde se encontraba, donde comenzó todo. 

¿Era aquello un sueño? Así lo sentía, pero el frío calando en sus huesos fue extraño, la brisa golpeó con fuerza, con dificultad empezó a caminar, sus pies temblaban, ignoro el extraño líquido entre las ramas de los árboles, el cielo estaba nublado, era de noche y las ramas de los árboles crujían unas con otras con gran fuerza.

—Regresa a casa. 

—Regresa. 

Esa misma voz repetía en su mente de forma insistente, sostuvo su cabeza al sentir una punzada de dolor, Su alrededor lentamente se difumino con el paisaje de los árboles, al abrir los ojos pudo observar una banca del parque, miró a su alrededor confundida, sabía dónde estaba, pero ¿que hacia ahi? 

—¿Blanco o negro. —una voz femenina resonó en el lugar. 

Ella conocía esa voz. 

Su vista instantáneamente fue a la banca que tenía enfrente. 

—Blanco. —respondió otra. 

Volteo la mirada hacia un lado, allí oculta entre los árboles había otra sombra, una la cual no pudo reconocer, igual que antes.

Un trueno resonó el aire, y golpeó contra el costado de un árbol. 

Abro los ojos de golpe, mi cuerpo se dispara hacia la consciencia como si me hubieran echado un balde de agua fría, parpadeo varias veces. Trago saliva al notar donde me encuentro, por un segundo pensé que estaría en mi habitación, el lugar está envuelto en una oscuridad espesa que parece acariciar mis nervios. 

Nixon no estaba, el libro estaba sobre la cama. 

Inhalo profundamente, tratando de calmar mi corazón que late con fuerza, mi mano se dirige a mi pecho, las imágenes de aquel sueño se repetían una y otra vez, pero la sensación de inquietud dentro de mi persiste. Es difuso, pero las imágenes aún bailan cuando parpadeo. 

Un sabor amargo permaneció en mi paladar al recordar ese día, cuando la vi desaparecer en medio de una luz, tanto tiempo había pasado. ¿Como una piedra la había traído a otro lugar? ¿Por qué ella no tuvo que usar el monumento para viajar? 

Esas dos preguntas permanecieron en mi mente, otra pregunta permanecía en mi mente constantemente, evitaba pensar en ella, y en lo relacionado, pero aunque huyera de ello, terminaba atrapada entre las espinas, y el dolor y los recuerdos se amontonaban. 

En el fondo evitaba pensar en mi familia. 

En lo que había llamado hogar. 

Una punzada en el cuello me sacude de mis pensamientos, llevó la mano a la zona afectada, suelto un suspiro cansado, la herida estaba un poco mejor. 

Parpadeo varias veces intentando evitar las lágrimas. 

No era momento para ello. 

La habitación sigue sumida en la oscuridad, pero mis oídos captan cada sonido, tengo la certeza de que algo ha cambiado, de que algo se ha deslizado de mi sueño a mi realidad. 

Me perturba no saber con exactitud qué es. 

Con un suspiro, me obligó a salir de la cama y encender la lámpara de noche. La luz parpadea al principio, pero finalmente ilumina la habitación con una suave calidez. Sin embargo, la sensación de incomodidad persiste. 

Mi vista se dirige al libro de antes.

Pasaron dos días después de aquello, estaba casi segura de ello, incluso si no tenía reloj, ni ventana, y a pesar de que mi percepción del tiempo se viera alterada por el lugar en el cual me encontraba. 

Nixon venía cada cierto tiempo a revisar mis heridas y dejarme comida. 

El libro lo había puesto sobre el escritorio. ¿Cómo era posible que Keyla fuera su amada? No tenía sentido, después de la última historia que Nixon me había narrado, no terminaba de comprenderlo, era imposible, ella desapareció unas cuantas semanas antes. 

En ese periodo no pudieron haber pasado años o siglos quizás, no para mí…

Si tan solo pudiera hacer un par de preguntas. 

Mi mano fue a mi cuello, tocando los vendajes, y decidí descartar la idea. 

Un toque en la puerta, me hizo levantarme de mi lugar, después de unos segundos esta se abrió dejando ver a un hombre de traje, fruncí el ceño al reconocerlo, la incomodidad me recorrió, y decidí mirar a su lado, ¿qué hacía aquí? ¿Cuál era su nombre? Callen... Calem... Cale.... Caleb, ese era el nombre.




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