El Crimen de Dominika.

Capítulo VII.

Aún no les cuento el plan que idee a los chicos, les diré por la mañana cuando me dirija a verme con Dimitri, la dirección es un restaurante casi en las afueras del condado.

Camino hasta la sala de computación y agradeciendo que esta vació me siento frente a una de las computadoras ingresando al sistema de búsqueda.

Tecleó mi búsqueda y espero a que los resultados carguen.

Eleonor, Misisipi, condado de Lafayatte.

Aún no logro concluir si el collar en la casa de mis padres era de ella o solo una coincidencia.

¿Y si es el regalo que le di a Eleonor la última vez que la vi?

Ella no conocía a mis padres, no tenía razón para acercarse hasta su casa y mucho menos para que el collar acabara en el sótano.

Hay más de 140 búsquedas, quizás si conociera su apellido la hubiese encontrado en cuestión de segundos. Comienzo a ver los rostros en la computadora hasta que mis ojos se detienen sobre uno en específico, clikeo la foto y la información se abre a lo largo de la pantalla del computador.

Eiden, su nombre completo era Eleonor Eiden.

Comienzo a buscar en su información cualquier cosa que la vinculara a algo cerca de los Villa pero al final de la información sé que el collar que estaba en el sótano no era de ella.

14 de Abril de 1999.

La fecha en la que falleció, un año después de que me fuera a la universidad y no supiera más nada de ella, siento como si me lanzaran un balde de agua fría y en el fondo siento culpa al recordar las veces que me pidió que escapáramos juntos pero le dije que no, si quizás hubiera tenido el valor de largarme con ella Eleonor siguiera viva.

Decido revisar sus expedientes y me sorprende ver un arresto por prostitución, ¿Ese fue el camino que Eleonor tomo para marcharse del condado?

Recuerdo el nombre de los prostíbulos a los que asistía Tobías y recuerdo que es lo último que me faltaba por investigar, cierro la ventana del computador y me marcho hacia mi auto aun sintiendo una mezcla de dolor y decepción en el fondo.

Me estaciono frente a uno de los prostíbulos, aún es de día pero las jóvenes ya se encuentran en las calles caminando provocativamente frente a los autos estacionados buscando clientes; Me bajo del auto y decido entrar como si nada, una de las chicas se acerca hasta mi en la entrada y me sonríe pícaramente.

−Me gustan los hombres con traje – dice colocando sus manos alrededor de mis hombros.

−¿Trabajas aquí?− pregunto.

−Sí, ¿Quieres contratarme?− pregunta, siento su aliento cerca de mi rostro, una especie de chicle de menta y alcohol.

−Quiero que me lleves con tu jefa− digo.

−Esa mujer esta vieja, yo lo puedo hacer mejor dice acomodándose el escote, saco un par de billetes de cien de mi bolsillo y se los tiendo apartándola de mi− Quiero que me lleves con tu jefa.

La chica los toma y comienza a caminar dentro del bar, se dirige hasta la puerta trasera donde quedan un par de habitaciones, es una especie de motel pequeño.

−Es aquí, una última pregunta, no eres de la policía ¿O sí?− pregunta antes de abrir la puerta.

−No, solo estoy aquí por negocios− respondo.

La chica asiente y abre la puerta, doy un paso adentro y escucho como se cierra tras de mí.

−¿Quién eres?− preguntan, la voz pertenece a la mujer detrás del pequeño escritorio, me mira con curiosidad mientras balancea un cigarro entre sus labios.

Saco mi placa de policía y se la muestro.

−Soy el Detective Damián Villa, tengo un par de preguntas que hacerle− digo.

La mujer se levanta y camina hasta una mesa donde hay una botella de Alcohol, llena dos vasos y me tiende uno.

−¿Sabes? Han venido muchos policías y han tratado de cerrar mi negocio pero siempre le doy dos opciones−dice dándole un trago largo al alcohol, coloca el cigarro sobre el cenicero.

−Dinero o Sexo− dice y se sienta sobre mis piernas.

−Prefiero información – digo, ella me mira por un largo rato y suelta una carcajada.

−¿Qué quieres, cariño? No tengo todo el tiempo, tengo cosas que hacer− dice volviendo a sentarse tras el escritorio.

−¿Este hombre era cliente frecuente suyo?− pregunto y le paso una foto de Tobías saliendo del bar con un par de chicas.

−Ya sé quién es, el bastardo Villa, si era mi cliente pero tuve que contratar a dos guardias para que no entrara más a este lugar− dice.

−¿Por qué?− digo tomando la foto de vuelta.

−Era una bestia con mis chicas, en un principio pagaba bien por mis niñas y las traía en grandes autos y con buena propina pero cuando buscaba chicas para que fueran a sus fiestas se volvía un desastre, las regresaba golpeadas y completamente drogadas, tenía que esperar semanas para que se recuperaran por los golpes y perdía clientes, la última chica que contrato casi muere por una de sus golpizas, le dije que nunca volviera por aquí pero no hacía caso, así que contrate seguridad para que ni siquiera asomase su nariz− dice.

−¿Qué hay de ella? ¿Alguna vez trabajo aquí?− pregunto mostrándole la foto de Eleonor, le tome una foto a su licencia de conducir con mi teléfono.



#3486 en Detective
#1065 en Novela policíaca
#11546 en Thriller
#4694 en Suspenso

En el texto hay: crimenes, violencia, suspenso y drama

Editado: 24.02.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.