El crimen de tus letras

Capítulo 2: Contacto

Ariadna corría hacia la vereda que rodeaba el complejo de edificios en el que la había citado Lien, le resultó difícil encontrar un lugar donde estacionar su moto. El piso estaba resbaloso, prácticamente patinaba sobre él, pero ya no quería hacer esperar más a Morales, se sentía culpable. Sentía que iba a enojarse con ella, bastante justificado, pero nunca lograba llegar a tiempo. Su pelo rojizo y largo bailaba con el viento, su piel pálida como un papel recibía el frío de lleno en su rostro. Su cuerpo no mantenía bien el calor, su pequeña nariz se sonrojaba lentamente al igual que sus gorditos cachetes, los cuales le daban un aire mucho más juvenil del que quería tener.

Casi no habían personas en la calle, producto de ese miedo tan viejo pero a la vez tan nuevo, pocos eran los valientes que salían. No los culpaba, pero era necesario que las personas empezaran a recibir tratamiento, habían tantas víctimas de estrés postraumático y el miedo que atacaban a personas que ni siquiera conocían.

<<Quizás Lien es uno de esos que no se animan a salir bajo la lluvia>>sus pensamientos estaban acelerados, el nerviosismo comenzaba a carcomerla. << ¿Y si por mi culpa me espera bajo la lluvia? ¿Y si tuvo un ataque de pánico? Quizás ya se fue...>>

No lo culpaba, si no se equivocaba él tenía como cuatro años más que ella, muy probablemente era un hijo de la Generación protagonista, no sería raro que le temiera. 

Recapacitó, era raro hablar de los “hijos” como si fueran desconocidos, cuando en realidad ella era parte de ellos.

Había dejado de prestar atención al camino, sus pies comenzaron a patinar sin quererlo y avanzó con toda velocidad. Un cuerpo, que no terminó de identificar, hizo que la velocidad de su trayectoria disminuyera al impactar contra, lo que creyó que era, su hombro, pero no sirvió para detenerla. Su cabeza impactó contra un poste de madera.

Se aferró como pudo al poste antes de terminar con todo el cuerpo tendido en el piso, deseando con todas sus fuerzas no ensuciar la ropa y verse aún más desarreglada. Se ayudó con las manos a pararse, comenzó a refregarse la cabeza por el dolor del impacto.

Escuchó una estruendosa y para nada disimulada, carcajada. Levantó la mirada con algo de fastidio, un muchacho de pelo negro, lacio y desarreglado se burlaba de ella. Le dio un pequeño golpe al poste de luz, lo que lo hizo vibrar y eso fue suficiente como para que un cartel de madera se desprendiera e impactará en la cabeza del muchacho, la cual tenía apoyada en el mismo poste.

Fue su turno de reírse mientras lentamente se incorporaba, el otro muchacho la miraba fastidiado, disfrutaba del Karma instantáneo que acababa de recibir. Después de calmarse apreció bien su rostro. Sus labios eran finos, su piel morena se notaba que había sido bronceada, tenía un lunar en un lado de la nariz. Su mandíbula era cuadrada, a ojo parecía que tenían la misma altura. Su cabello era el más negro que había visto en toda su vida y sus ojos de un color miel que le parecieron encantadores. Se percató de lo amplio que eran sus hombros, podía ver a simple vista que hacía ejercicio. Por alguna razón esa descripción le parecía particularmente familiar, pero no sabía de dónde. Solo podía absorber datos, no terminaba de entender lo que estaba viendo.

Se quedó en silencio, mirándolo fijamente y sin disimulo. Tardó unos segundos en percatarse de que se trataba de su nuevo compañero, por alguna extraña razón no había podido hacer la conexión. Apenas hizo ese razonamiento, entró en consciencia de lo extraña que debía de estar viéndose. 

Arrugó la nariz mientras terminaba de incorporarse, estaban cerca. Tenía mucho olor a alcohol y tabaco, hizo un  enorme esfuerzo para no arrugar su nariz ante el aroma. Su cabeza comenzó a hacer especulaciones de cosas sin importancia. Algo que siempre hacía su cabeza, ponerse a analizar lo que veía. “No estuvo en su casa, su cabello y su corbata están muy desarreglados como para que suela vestirse así… No tiene mucho barro en sus zapatos, además que no está muy abrigado como para haber salido con esta temperatura, anoche no hacía tanto frío”.

Detuvo ese torrente de ideas, sabía que no la llevaría a ningún lado y que no le debía importar en lo absoluto que había, o no, hecho el escritor. Era algo innato y extraño que le molestaba, sus razonamientos eran tan invasivos que sentía que acosaba a las personas con solo mirarlas, era un concepto muy extraño.

Aunque su cara no denotaba expresión alguna, y su cabello pelirrojo lentamente se empapaba, internamente estaba teniendo una especie de crisis. Su imagen rayaba entre lo rebelde, lo serio, lo desalineado y, tal vez, lo psicótico. A Lien le agradó, no le gustaba las personas obedientes y rectas.

<<Acabo de reírme de Morales, acabo de reírme de mi nuevo compañero. ¿Se sentirá humillado o molesto? Por dios, puede hacerme el camino en la editorial imposible si realmente quiere.>> Su voz interna estaba entrando en pánico.

Casi de forma inconsciente extendió su mano hacia el muchacho frente a ella. Él la miró algo sorprendido. Soltó una pequeña risa que hacía un gran esfuerzo para que no se transformara en una carcajada. Sentía algo de simpatía por la chica, no sabía si era por su torpeza o por cómo se veía.

—Soy Ariadna Sánchez, un gusto —hizo un esfuerzo sobrehumano para que la voz no le temblara. Por un segundo se sintió muy tonta—. Lamento la demora.

—El gusto es mío, señorita Sánchez. No se preocupe por la demora, yo recién llego —la saludó con una voz bastante suave, la severidad de su aspecto había disminuido al escucharlo hablar. Tenía un agarre tranquilo, pero para nada dudoso

Tenía el corazón en la mano, estaba nervioso y a la vez encantado por la presencia de la muchacha, le producía cierta familiaridad que lo hacía sentir incómodo y cómodo al mismo tiempo. Cómodo porque la sentía muy cercana, pero incómodo porque se sentía invadido. Con un par de palabras había avanzado por sobre el escudo protector con el que se había ocultado, para poder sobrevivir.



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En el texto hay: amor, venganza, escritores

Editado: 04.10.2021

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