Narrador Omnisciente
(La madrugada de hoy)
Hora 3:15 a.m.
Hora del reloj desde que fue activada 1:05 a.m.
Hora que le queda por cumplir la misión 05.30.00
Los números pasan cada segundo y el joven camina lo más rápido que puede para llegar al lugar que le dieron en el papel, pero le cuesta caminar. Tiene frío, hambre y dolor y cada vez que intenta pedir ayuda. Ve a su parca desde la esquina de algún lugar, observándolo con una sonrisa en su rostro.
Como hacerle pagar a un violador por los traumas causados e irreparables, pues juega con su mente desde el inicio.
Desde la oscuridad el fantasma asechaba a su presa observando cómo le costaba caminar y siempre se mantenía en la sombra, diez veces cayó en el suelo y diez veces se levantó. No podía perder su tiempo, pero cada vez que caminaba era como si caminara en clavo que se incrustaba en sus pies por las mordidas de ratas, a igual el dolor profundo que sentía en sus genitales.
Llego como pudo al puente y observo que no había nadie a la vista, había perdido de vista a su verdugo, pero sabía que estaba cerca. Por eso no pudo pedir ayudar, solo siguió las órdenes que le había dado.
3:30ª.m
El sudor corre por la frente hasta llegar al cuello de la camisa que se pierde cuando intenta todo lo posible de pasar la información de la computadora a un pendrive.
El Detective Williams presiona tecla a lo loco solo para que las copias se hagan rápido, pero en su proceso choca con un archivo encriptado.
Con el nombre de "Prohibido, Caso Peligroso", pero para él solo es una linda invitación de curiosear, de copiarlo sin saber que esto le costaría la vida.
La copia se terminó de pasar y dejo la habitación como si nunca hubiera estado ahí, sale del apartamento y se va a su casa sabiendo que por la información como aquella valdría mucho dinero. Por eso cuando llego a su casa fue por su laptop yendo a buscar la información que necesitaba vender.
4:01 a.m.
La alerta de advertencia ilumina el celular del fantasma, este frunce el ceño antes de notar que está pasando. Niega divertido antes de abordar su auto y arrancar a la ciudad.
Quince minutos después llega al lugar que le avisaba en el celular, se baja del auto abrigándose bien y con pasos decididos llega al porche que toca la puerta dos veces.
Lo que provoca que el detective que este del otro lado de la puerta de un salto de susto, porque apenas son las 4 de la mañana y nadie estaría tocando la puerta de su hogar.
Saca su arma, apaga su laptop, ya que en ella tiene información muy valiosa que acaba de descubrir y haría que subiera de puesto en solo un día. Había encontrado la mina de oro, que nunca supo que esa persona lo tenía y no había dicho nada.
Por lo que no se acerca a la puerta sino a la ventana por una pequeña abertura donde pueda ver afuera, pero no ve nada.
<<No estoy loco, escuche algo. >>
Piensa él un poco nervioso, espera unos segundos con su arma en posición donde ya le había quitado el seguro, pero nadie volvió a tocar la puerta y además afuera todo se veía despejado.
Volvió a la cocina volviéndole a poner el seguro a su pistola, pero antes que pudiera cruzarla algo fuerte y frío golpeo la parte de su cabeza dejándolo inconsciente.
Pero por el reflejo de la luz de afuera pudo notar un pequeño detalle y era algo que brillaba como un diamante.
—Para la próxima, no meta las narices donde no te llaman.
Dejo el cuerpo tirado en el suelo y fue por la laptop que estaba en la mesa de la cocina, salió por donde entro, por la ventana de la cocina y volvió a subir en su auto.
Estación en un buen lugar y desde ahí reviso la laptop y pendrive que al parecer estaba unido a ella que había robado, ya que su teléfono le había mandado la alerta de lo que pensaba.
Estaba robando sus archivos preciados, pero lo que Williams no sabía es que le estaba robando información a la persona más buscada del mundo.
Reviso toda la laptop y una sonrisa se formó en su rostro al ver lo que Williams hacía.
—Oh, como amo los cambios de planes.
Murmuro esa persona, pero a la final disfrutaría todo lo que vendría después.
***
Hora actual.
Adriel
El sospechoso fue identificado como Kevin Ullah, de 19 años. Lleva un chaleco con una bomba que puede detonar en cualquier momento que retire el dedo del dispositivo en su mano.
No lleva nada encima, solo la bomba, de su entre pierna se ve la sangre seca y los manchones que tiene en sus piernas. Está sucio, su rostro se ve demacrado.
Hay varias personas llorando con la cabeza pegada en el suelo, mientras que el de la bomba intenta mantenerse de pies, pero es como si las fuerzas le fallaran. No deja de mirar el reloj que tiene incrustado en su pecho en el chaleco y sé que la cuenta casi le falta una hora para que llegue a su fin.
Observo como el infiltrado o soplón de Williams camina bajando por las escaleras con pasos cuidadosos dejando ver sus manos al aire para que vea que no lleva ningún arma y que solo bajo hablar.
Desde que Nicole soltó el apellido de Williams sabía que era él, no podía ser otro. Ni que FBI, ni que CIA. El topo estaba bajo el mismo techo que yo, no había más nadie más unido a uno que el mismo que trabaja para el enemigo.
A pesar de que me escabullí por las vías del tren para ver un poco más de que trataba, sé que no hay relación de una a Kevin y a Williams. Pero de algo si sé, que justamente cuando comienzo a sospechar y que Nicole suelte su apellido. Minutos lo mandé a llamar a él.
No voy a dejar que él muera.