Malika
Hay momentos en la vida que te cuesta soltar algo y en otros, te aferras a ellos.
Si alguna vez pensé en soltar a Adriel estaba muy equivocada, no creía en cosas divina, pero si creía en el destino. Creo que alguna vez leí un libro donde decía la protagonista que el destino nos lleva a las personas donde debemos estar.
Al principio lo vi tonto, pero después analizándolo creo que la escritora tenía razón.
Resoplo cansada abrigándome más, desde que se supo la noticia de Kevin la familia de Abril a estado un poco cerrada. El señor Juampa perdió el trabajo, la señora entro en crisis y la pequeña Abril en depresión. La familia están yendo a un psicólogo o terapia, pero cuando no hay más ingresos ya no sabe cómo pagarlo.
Lo peor es que nada será igual, esa familia se rompió y no saben cómo construirse. El señor Juampa se echa la culpa por no proteger a su pequeña y la señora por no estar al siempre pendiente. A veces cuando estoy en mi apartamento sola leyendo, escucho cuando Abril viene a buscarme llorando.
Dice que no quiere ir a terapia, llora, patalea y aun así su madre la lleva a rastras. Intento ayudarla en lo que puedo para hacerle su trabajo más estable, pero es difícil cuando Abril se cierra a sus padres y con la única que habla es conmigo.
Por eso no dejo de ver como la pequeña niña da vuelta sola en la pista de hielo, la saque a dar un pequeño paseo. Sus padres están intentando buscar trabajo, y eso porque le insistí que lo hiciera.
Me abrigo más dejando que ella disfrute un poco más sin perderla de vista, mi celular suena y veo el nombre de Adriel.
Lo contesto porque hace dos días que volví a Brooklyn y no he podido comunicarme de nuevo con él, creo que necesitaba un poco de aire fresco de nuevo, pero me cuesta estar muy lejos de él.
Es como si mi cuerpo y mi alma lo extrañaran mucho y es que lo hacen.
— Hola iel. —contesto con ánimos si dejar de mirar a la pequeña.
—¿Cómo que “Hola iel”? A mi dime Hola mi amor. —la sonrisa me crece más por las locuras que dice.
—Entonces mi amor, ¿Cómo está en su trabajo? —lo puedo imaginar bofando antes de que deje soltar un resoplido.
— Con ganas de renunciar, pero extrañándote cada día más.
—Solo son dos días, ya hemos hablado de esto.
— No, tú fuiste la que hablaste y yo solo escuche.
Si, bueno le había dicho que no iba a volver a vivir con él. Porque los dos necesitábamos nuestros espacio, pero si podíamos seguir en el plan de relación loca que llevábamos.
—No te moleste que te lo voy a recompensar, además ya conseguí trabajo. Así que nos veremos muy poco.
Él resopla del otro lado y yo frunzo la ceja cuando veo una melena rubia de un pequeño niño envuelto en un abrigo azul que se acerca a Abril.
El niño le llega por los hombros a Abril, le dice algo pero ella niega antes de señalarme con la cabeza.
Vuelvo a concéntrame en Adriel cuando habla.
— Que esperanza.—dice con ironía y sonrió a imaginármelo molesto.—Y si mejor yo te voy a visitar, tengo libre…
—¿No está ocupado con el caso del fantasma, pues? Me había dicho que tienes pista nuevas y que ya va avanzando.—lo corto, porque lo único que quiero es que ya termine de resolver el caso y ya.
—Si pero ya me conoces, además el fantasma ha estado muy quieto todos esto días. Quizá ya se lo llevo el diablo o esta maquinando su próxima víctima.
—Te noto muy confiado iel, eso no me gusta. Cuando está muy confiado es porque algo trama. —frunzo la cejas teniendo mil ideas, pero ninguna da con ellas.
— ¿Yo? Jajaja no vale, pero enserio quiero verte.—me cambia el tema.
Miro por última vez Abril antes de asentir sin que él me vea.
— Está bien, pero yo te enviare la ubicación.
—¡Por fin! Cuídate hermosa.—grita feliz y mi sonrisa crece antes de colgar.
Abril llega hasta donde estoy y me acerco para ayudarla a quitarse los pastines.
—¿Qué tal estuvo? ¿Te divertiste mucho?—pregunto agachándome para quitarle los patines, ella se encoje de hombros antes de ver tras de mí.
—Había un niño muy pringado.
—¿Por qué dice eso?—la miro sin dejar de ayudarla.
—Era muy hablador, decía muchas cosas como si me interesara.
—Solo quería hacer amable Abril.
— ¡No!—sus puñitos impactaron en la banca negando molesta como siempre.—Me dijo que era la niña más linda que había conocido y eso a mí no me gusto.
Sí, ese era otro problema con ella, Abril odiaba tener la atención en ella. Decía que por ser bonita fue lo que llevo a que Kevin hiciera lo que hiciera. A veces me pone triste y quisiera revivir al mal nacido para después matarlo con mis manos, pero era difícil.
—Mírame preciosa.—la sostuve por sus mejillas y sus ojos se cristalizaron. —Hay cosas que jamás te van a gustar y te vas a sentir incomoda, pero siempre tendrás la opción de decir que NO y eso es bueno. Porque aquí me vas a tener cuando algo te guste o no, y yo siempre te voy a poyar.
— Gracias Blanca.—su cuerpecito impacta con el mío en un abrazo que respondo.
—Ahora, a limpiarse esa carita hermosa y vamos a casa. —ella asiente y la ayudo a levantarse.
Tomamos el metro y media hora después estamos entrando a mi apartamento, un maullido llama nuestra atención y es Abril que sale corriendo por el gato que entra por la ventana de la cocina.
—¡Como tú! ¡Ven aquí! —me sentía estafada.
Al principio cuando ella me había dicho que el gato se llamaba Como tú, pensé que se llamaba como yo Blanca y no era ese nombre que todo latino le ponía a veces a sus mascotas para hacer broma.
A mí no me causo gracia, pero a ella sí.
— Voy por algo de beber, enciende la tele Abril.—le aviso despojándome de mi abrigo y encendiendo la calefacción.
Saco mi celular sin dejar de seguir mi rutina de siempre le envió a Adriel la hora y el lugar donde nos vamos a ver más tarde, él me responde con un enojo sonriente y yo voy por las bebidas chocolatada antes de meterla en el microonda.