El Crimen Imperfecto

Capítulo 37

Theo

 ¿Qué tan difícil era criar un niño? 

Pues aquí soy la prueba viviente, de que no solo sé cuidarme yo mismo, sino que tampoco estoy apto para cuidar de otro ser que respire. 

—Dios mío, que no se llegue a enterar porque me mata.—murmuro ingresando la tarjeta que abre la puerta del local. 

 —¡Señor, esperé!—el conserje me grita, pero no le hago caso. 

Paso de largo caminando hasta llegar a la sala de juego, donde mi corazón se estruja al ver al pequeño dormir pegado a su mochila en una de las sillas de juegos. 

Colóquese cómodos que aquí mi bella historia de cómo me olvide de un niño, y no cualquier niño, sino mi hijo en un local de juego. 

Después de salir del apartamento de Malika, Anton me convenció de ir a este lugar porque quería jugar, no me resistí, pero tenía que volver a casa para seguir con el trabajo. Y solo fueron dos minutos que me descuide en una llamada que se me había olvidado que estaba con otra persona. 

Me fui de este sitio y cuando llegue a casa, me bañe, comí y hasta vi tele. Si no fuera por Tonky mi perro alemán que estaba ladre que ladre a mi habitación de invitado, no me acuerdo de que había olvidado a Anton en este sitio. 

Perfecto Theo te lleva el premio al peor padre del mundo. 

No comience conciencia, no comience. 

—¡Anton!—lo llamo llegando hasta él, abre sus pequeñitos ojos, mirando todo con sueño y cansancio hasta que lo coloca en mí. 

Ese azul que heredo de los dos, me mira con tanto odio y sé que de esta no me salvo. 

 —Me dejaste. 

—Déjame explicaste... 

 —¡No! ¡Me dejaste aquí abandonado!—se levanta molesto, agarrando su mochila y pasando de mí. 

 —Es que...— ¡No te quiero como mi papá!—grita mirándome con rabia cuando se da la vuelta. 

¿Cómo le digo que no era mi intensión cuando ya llevo una vida sin cuidar de otra persona que no sea de mí?

— Pues ya somos dos, como papá no sirvo para nada. Pero no era mi intensión olvidarte Anton.—llego hasta él, pero se aparta y camina a la salida donde el conserje nos mira a los dos.—Ni se te ocurra decir nada. —le digo cuando paso por su lado pagándole y siguiendo al pequeño que camina hasta mi vehículo. 

— Te entiendo, entiendo que sea duro, que de la noche a la mañana yo entre a tu vida. ¡Pero no es justo que me abandone así!—¿Soy yo o ese niño es demasiado inteligente para su edad? 

En 3,2, 1... Y aquí comienza las dudas.

 Y si la prueba da negativo y es hijo de Adriel, ¿por qué darme tanta mala vida por un pequeño que no sé si es mío? 

Es que míralo, es la copia de la madre. Pero nada tuyo, tú a su edad comía moco. No andaba de sabelotodo, creo que hasta hacías berrinches para comer dulce cuando no te daban lo que querías. 

—Solo entra al vehículo, en casa, hablamos. 

 —Mi casa es con mi mami, no contigo.—se cruza de brazo molesto haciendo berrinches y eso me pega. 

 Yo presiono el botón para quitar la alarma abriéndole la puerta trasera, él no deja que lo cargue, pero lo ignoro y lo siento en el asiento que me dio Tina para protección de bebe o algo así abrochándolo bien.

 De su bolso saca una Tablet y comienza a jugar ignorándome. 

—Si mi padre me viera en este momento, diría que soy un maricón por no poner respecto. Pero ya lo ves papá, no todos somos igual a ti.—murmuro para mí cerrando la puerta yéndome al volante. 

Mi padre prácticamente fue un horrible padre, creyó que criándonos con machismo ibas a cambiar este mundo. Yo, en cambio, juré ser mejor persona y mejor padre, no quería ser igual que él. Y es lo que hago con Anton o lo intento. 

*** 
 


Shen 

 —¿Cuánto tiempo crees que tarde en salir? 

— No mucho. 

—Crees que esté contenta si no hacemos el trabajo bien. 

— Lo dudo. 

—¿Shen?—dejo de mover mi navaja y volteo al ver Qiang que me mira con sus ojos achinados sin ninguna expresión en ellos. 

—¿Sí? 

—Tú crees que después de esto, todo saldrá bien. 

Lo pienso un momento antes de volver a mirar al frente y una pequeña sonrisa adorna mi rostro, guardo la navaja y acomodo bien mi chaqueta. 

—Una manzana podrida daña a las demás. 

Recito las palabras que nos decía nuestro abuelo, y él asiente estando de acuerdo. 

— Uff como disfrutaré esto.—él hace fricción con sus manos alegre antes de cruzar la calle y caminar hacia el local. 

Qiang entra después de saludar al guardia y yo permanezco apoyado en el vehículo, pasan unos minutos y Qiang no sale, pero eso no me preocupa para nada. 

Saco un cigarro de mi bolsillo y lo enciendo llevándomelo a la boca, la primera calada que doy y el humo entra en mi sistema antes de dejarlo salir. Veo como un mercede negro con vidrios polarizado sale del estacionamiento del local. 

Bueno es un museo de arte, pero tiene su estacionamiento privado. 

El mercede avanza y yo subo en mi vehículo tirando el cigarro a medio consumir, manejo siguiendo desde una distancia prudente hasta llegar a unos almacenes, el chófer se baja para abrir la puerta y una mujer embarazada envuelta de un vestido vino tinto sale abrigándose. Él le extiende la mano y ella la sostiene para salir mejor. 

Me bajo cuando veo que está sola y el chófer la guía hacia dentro del almacén, camino llevando mis manos dentro de mis jeans sin dejar de pensar esto no solo pondrá el mundo de cabeza, sino que hará que todo salga a la luz. 

 — Oye, ¿no crees que esto es una mala idea?—escucho a la mujer hablarle al chófer cuando por fin entro. 

Ella no me nota porque me está dando la espalda, pero el chófer sí y con solo la sonrisa sé que desde ya nuestro plan ha comenzado. 

— No cuando planeas secuestrar la mujer de Axel Vincent.—hablo por fin entrando. 

La mujer embarazada se da la vuelta nerviosa y los ojos de Valeria no dejan de mirar al que ella pensaba que era su chófer y amante, y vuelve a mí. 



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En el texto hay: asesino, detective, 911

Editado: 22.01.2024

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