Adriel
Una luz brillante me da en la cara, me muevo de lado gruñendo, pero una queja felina hace que despierte por completo al percatarme que animal lo produjo.
— No manche wey.—murmuro al ver el gato que salió de la habitación disparado hacia la sala.
Después de que Malika y yo hubiéramos hablado en aquel parque volvimos a su casa y por fin conozco el apartamento donde vive, tuvimos sexo, pero yo estaba tan cansado porque tuve un día fuerte solo aguante dos ronda.
— Hola dormilón.—Malika entra con una toalla envolviendo su cuerpo.
Me imagino que salió de la ducha.
— No sabía que tenías gatos y que los amaras.—gruño volviendo a recostarme en su cama, pero sin dejar de observarla.
— No es mío, es de la vecina. Entra siempre por la ventana de la cocina que se me olvida cerrarla.—ella me da la espalda y deja caer la toalla mostrándome su piel blanca.
Tiene el pelo más largo por lo que casi tapa toda su espalda, pero mi vista se va a sus nalgas y siento que nunca es mal momento para un mañanero.
— Mmm bueno eso lo arreglaremos después ¿Dónde estaba?
—Salí a correr, ya sabe para eliminar las toxinas toxicas que me pegas cuando tenemos sexo.
Sonrió cuando ella se da la vuelta colocándose el panti frente de mí mostrándome la obra maestra que he dejado en su pecho y cuello.
Tiene un tatuaje en su costilla, pero las letras son en griega.
— Ven aquí.—quito la sabana abriendo los brazos algo que la hace sonreír y camina hacia mí. Colocándose horcajadas.—Está usando algún anticonceptivo, ¿verdad? —ataco su boca en un beso necesitado que ella responde.
— No crees que eso se pregunta en la primera follada.—responde ella moviéndose encima de mí y mis manos van recorriendo su piernas hasta quitarle el panti que se acababa de poner.
—No pienso cuando estoy contigo.
—Ya lo note, pero no te preocupes uso inyecciones.
—Buena opción. —le doy la vuelta dejándola bajo de mí y sonrió cuando vuelvo a su boca probando sus labios.
<<Una cosa es besar a un ángel y otra es besar a un demonio disfrazado de ángel de luz.>>
Porque así se sentía besar a Malika, era pecado puro que hacía que no pensara.
Mis labios van dejando un camino de besos desde su boca hasta sus pechos donde me prendo más que todo, sintiéndolo duro y puntiagudo.
—Si sigues así se me van a caer. —bromea ella pasando sus manos por mi espalda, pero no dejo de darle atención sus pechos que se han vuelto mi adicción.
Subo volviendo a su boca, ella aprieta sus piernas en mi cadera sintiéndonos sin barrera. Así la siento más caliente y dispuesta moviéndose de arriba abajo.
— Y aun así la seguiría amando.—le doy otro beso y la agarro pos las manos llevándola por encima de su cabeza.—Manos arriba. —ella se sostiene del respaldo de la cama.
Cuando veo que no la va apartar paso mis manos por sus pechos hasta llegar a su zona donde no introduzco mis dedos, pero siento su excitación ya que jadea cuando froto dos dedos.
Acomodo bien mi polla en su entrada y vuelvo a su boca agarrándola por la cintura, uno nuestras frentes respirando el mismo aire que me gusta.
— Eres mi fruta prohibida y vamos a borrar todo rastro de cualquier imbécil que se atrevió a probar lo que era mío por derecho.—ella abre sus ojos buscando mi mirada, pero antes que suelte una palabra entro de una sola estocada robándole el aire a igual a mí.
Su coño esta tan apretado que es perfecto, encajamos tan bien que no le doy ya tiempo adaptarse cuando me muevo rápido y duro robándole jadeos que comienzo amar escuchar.
— Adriel... a...iel.—ella deja caer sus manos cuando los empellones hacen mover su cuerpo por la fuerza que implemento, que sus senos suben y bajan hipnotizándome.
Pero estoy tan cejado de esta mujer que agarro su mano volviendo a llevarla arriba.
— No la suelte.—gruño sin dejar de moverme y volviendo a colocar mi mano en su cintura, donde ataco su boca en un besos que ella responde más rápido que yo.
— Oh....Adriel... voy—aprieta su piernas en mi cadera y la siento tensarse.
—Vamos hazlo por mi... di que eres mi puta. —no sé de donde estaba saliendo esas palabras, pero ella abrió sus ojos haciendo que el verde se oscurezca, conectándose con los míos haciendo que mi sonrisa creciera cuando vi la mirada de lujuria.
—Soy... soy tu puta. —más rápido me movía, ya sus labios estaban rojo por el salvaje beso, pero ahora que ella la tenía para mí. No iba a dejar de aprovecharla.
—Di que eres mía y que soy el único en tu vida.
—Lo... lo eres.
Ella soltó sus manos llevándola a mi espalda y sentí el ardo en ella cuando la paso tan fuerte que mando esa descarga a mi pelvi en el momento que los dos llegamos al mismo tiempo.
Sostuve mi cuerpo para no caer encima de ella, pero me moví de lado saliendo de ella observando como mi semen y su orgasmo se ligaban juntos manchaba las sabanas y salían de ella.
Me deje caer a su lado con una sonrisa en el rostro, pero me volví de lado cuando ella lo hizo ahora nos mirábamos.
— Esta roja.—pase mi manos por su mejillas acaloradas y ella rio.
Me encantaba cuando sonreía, y más cuando la luz de afuera le daba envolviéndola como un ángel perfecto.
— Es mi nuevo color favorito cuando me dejas así.—ella coloco su mano arriba de la mía y cerró los ojos.
—¿Lika?
—¿Si amor?
Me encantaba cuando me decía así, era como si los ángeles cantara un coro para nosotros.
— Quiero que esto vaya en serio.—ella abre los ojos y frunce la cejas mirándome.
— Pensé que ya estábamos en algo serio.—la atraigo a mi pecho donde ella se recuesta usando su brazo para colocar la barbilla ahí y poder verme mejor.
— Pero quiero que seamos oficiales.
—¿Entonces quiere que haga yo la pregunta?—suelta una pequeña sonrisa y yo niego, pero ahora que lo dice.
—Sí.