Shen
No entiendo, por qué las personas son masoquistas, como le encantan volver al lugar donde más sufrió.
Ese deseo que surgen en ellos por el sufrimiento propio, volver al dolor físico que le causo aquella persona, sin olvida por la humillación o malos tratos que pudieron hacerle.
Aún sigo sin entender, pueda ser que tengan miedo a la soledad o psicológicamente dependan de esa persona. Pero sigo manteniendo que el cerebro de un humano es extraño y peligroso, juega con las emociones de las personas normales transformándolas en cosas jamás contada.
Creo que por eso estamos como estamos, unos nacimos con un sadismos en la sangre, otros demente desde su ADN y bueno otros que pareciera que los padres le entregaron su vida al mismo diablo.
Le doy otra calada a mi cigarro y siento cuando tiran la puerta de hierro con tanta fuerza que hasta la pared donde estoy recostado vibra.
—¡¿Dónde está?! —me pregunta furiosa y ya siento pena por mi hermano.
Nunca es mal momento para ser hijo único, se le quiso mucho. Bueno, no quiero a nadie, pero es mi hermano; mi gemelo. Compartimos una conexión que solo nosotros sabemos. Por esos el gen sádico corre por nuestra venas, otra cosa que él sea más abierto y explícito en esa parte y otra que yo prefiero hacerlo con mis víctimas.
Le doy otra calada a mi cigarro ya que es el quinto de esta noche mientras la miro y hago chocar mi lengua con mis dientes sabiendo que no está de humor para juegos. Cuando ella está furiosa es otra cosa de nivel, mi hermano y yo nos cohibamos de hacerla enojar. Pero esta vez Qiang como que se le olvido.
<<Y desataron al demonio.>>
—En el segundo piso. —le digo tirando el cigarro en el suelo ya que este lugar uno no puede fumar bien.
La sigo cuando sube la escalera furiosa, y ni siquiera abre la puerta como una persona normal. Sino de una patada la abre haciendo que alguna estilla vuele por los aires, logrando que las dos personas que estaban en la habitación se asusten.
Mi hermano alza el arma y Valeria se esconde tras de él usándolo como escudo protector. El llanto del bebe resuena y ya siento que es mal momento para ese pequeño.
— ¡Maldición, nunca te enseñaron a tocar loca!—Qiang no baja el arma al ver que fantasma está molesta y yo por mi seguridad me mantengo a una distancia prudente.
<<Si va a salpicar sangre no quiero ensuciar mi ropa.>>
Podemos ser los gemelos más crueles de Suzuki en la mafia japonesa, donde todo el mundo nos tenga miedo. Pero cuando los tres crecimos en las misma cloacas clandestina donde se forma a un monstruo y no un asesino, sabemos que a la persona que le debemos tener miedo es a la chica que camina con porte de autoridad y sin miedo a recibir un disparo.
Y es que Qiang dispara pero ella es más rápida y de una, desarma a mi hermano quitándole el arma y mandándolo al suelo con la patada que le incrusta en el estómago.
Su bota se mantiene en el pecho de mi hermano que está en suelo, donde este intenta quitársela de encima, pero no puede.
Veo a Valeria correr a la otra esquina de la habitación, para agarrar al bebe y calmarlo ya que su llanto es ensordecedor.
—¡Una sola cosa te pedí, Qiang. Una y no la cumpliste! —le habla furiosa.
No le importar que le haya disparado, porque así de loca esta. Qiang rendido deja caer sus brazos a un lado en la madera.
—Estaba ocupado, no lo vez.
—¡Bien ocupado que estaba que te la follaste otras vez, te pedí que te mantuvieras lejos de ella!—Qiang no se ve venir el golpe que le lanza rompiéndole el labio, pero este no borra la sonrisita en su rostros.
—Vamos, tas claras. Que si la vieras dar luz de igual forma no la ibas a ayudar.—alza su mano a limpiarse la sangre que corre por su labio mientras fantasma da un paso atrás apartándose de él.
—¡No, no la iba ayudar. No le debo nada a ella y a su escoria de hijo, y por tu bien te quiero a metros de ella. Tengo planes y tú no vas a dañármelos!—lo amenaza caminando hacia Valeria que vuelve a romper en llantos mientras calma a su bebe.
Dejo salir un poco de aire, si en verdad quiero que mi hermano siga con vida.
Y es que Valeria dio a luz el mismo día de los juegos donde las fuertes emociones que vivió hicieron que su parto se adelantara ese mismo día.
Sin olvidar que el mismo Qiang le curo el pies que cayó en la trampa de oso. Fantasma me ordeno que me la llevara a la cabaña del bosque mientras arreglaba unas cosas, pero no me di cuenta que mi hermano me siguió.
Y el wey estaba tan demente, que después que la ayudo a parir. Se la follo horas después y todos estos días que ella no estaba aquí. Yo no dije nada porque eso no era mi problema, además mi jefe me estaba escribiendo que nos necesitaba para el trabajo y no podía dejarla sola sin supervisión.
—Qué más da si se la folla, déjalo tranquilo. Además sabes que no podía cuidarla, es problema de ella si ella cree que sobornando a Qiang con sexo va a lograr escapar.—Qiang se levanta del suelo sentándose en la cama aun recuperándose del golpe que le dieron.