Adelanto
Oscuridad. Es todo lo que logro ver dentro de esta habitación de cuatro paredes.
Ellos me lo advirtieron, ellos me dijeron que sola no podría, no les hice caso, quise probar que se equivocaban.
<< ¡No! >> pensé << Esto no hubiera pasado si ellos me hubieran ayudado desde el principio...>>
La oscuridad se adueña de mis pensamientos; veo rostros que no están ahí, los recuerdos golpean fuerte mi cabeza causando punzadas de dolor y un mar de sentimientos negativos controla todos mis sentidos. El coraje se manifiesta a flor de pie en mi estómago provocando dolor en este. El miedo me mantiene temblando y haciendo torpes mis movimientos. El odio llega de manera inoportuna que aprieto mis dientes saboreando la sangre sin querer. La indignación da vueltas en mi mente y pienso en qué hice mal. La tristeza es la que gobierna mi corazón y alma, lo cual no entiendo como es eso posible, ¿por qué siento tristeza? ¿Tristeza de que lo más probable es que no vuelva a ver a todas aquellas personas que amo? o de que de algún modo ¿no pude probar mi inocencia?
Aguardo sentada en una esquina de la habitación con la espalda recargada en la pared fría y dura, mis rodillas permanecen juntas a mi pecho y las abrazo intentando buscar el consuelo que perdí. Me duele todo el cuerpo, muchas de las heridas no me permiten que me mueva de forma libre. Las gotas de sudor bajan y se deslizan sobre mi piel, es un sudor frío de esos que congela hasta los huesos. Perdí la noción del tiempo, la verdad no sé si han pasado horas o días, estoy atrapada en está pesadilla que no tiene final. Quiero gritar, pedir ayuda o tan siquiera maldecir al viento, sin embargo, nada serviría, mi voz dormida presiona mi pecho como la punta de un cuchillo.
Honestamente no entiendo que espero; si que me saquen de aquí y escapar o una muerte no tan dolorosa, no sé cual seria una mejor opción.
De algo estoy segura:
-Nadie me puede ayudar -Susurro para mi misma.- Nadie...Nunca.
Si hubiera sabido la verdad desde el comienzo no estaría aquí. Nada fue mi culpa, yo fui quien se metió más sin ver las advertencias.
De pronto, la puerta de la habitación se abre dejando entrar luz que me ciega la vista, entrecierro mis ojos, enfrente de mi se encuntra parada una figura humana.
-Llego la hora -me dice acercándose a mi.
-¡No! -exclamo.- Por favor no -suplico. Me agarra bruscamente del brazo provocando que grite de dolor, y me lleva a arrastras.- ¡No!